Mónimo

1. Mónimo Siracusano, discípulo de Diógenes, fue doméstico de un banquero corintio, como dice Sosícrates (423). Jeníades, que fue quien compró a Diógenes, iba muchas veces a su casa; y como refiriese allí las virtudes de aquél, su porte y su admirable elocuencia, indujo a Mónimo a su amor. Al punto, pues, aparentando demencia, comenzó a derramar la moneda y dinero del Banco; hasta que, desposeído por su amo, se fue a Diógenes. También siguió mucho a Crates Cínico y demás de esta secta, de lo cual tomó motivo su amo de tener por cierta su locura. Salió varón sabio; tanto, que aun Menandro el Cómico hizo memoria de él. Así habla en uno de sus dramas titulado Hipocomo:

-Fue Mónimo o Filón un varón sabio,
despreciado de todos,
con su zurrón pendiente.
-He aquí ya tres zurrones. -Pero hablaba
símiles elocuentes; y es seguro,
por Dios, que no hallo dicho
comparable al Conócete a ti mismo,
y a éste semejantes.
Fue sórdido y mendigo además de esto,
y a todo lo demás tuvo por fasto.

Fue tan constante que, despreciando la gloria mundana, anhelaba sólo la verdad. Escribió algunas cosas jocosas que encerraban sentido serio. Dos libros De los apetitos o pasiones, y otro De exhortaciones.

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(423) En las ediciones antiguas se lee Sócrates por Sosícrates. Hizo esta corrección Is. Casaubono, constando de muchos lugares que Sosícrates Rodio escribió Las sucesiones de los filósofos.

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