48. Antes del amanecer

¡Oh Cielo sobre mí, tú puro, tú cielo profundo, tú abismo de luz! Contemplándote, tiemblo de deseos divinos.

Hasta tu altura para arrojarme, esa es mi profundidad. En tu pureza para esconderme, ¡esa es mi inocencia!

El Dios vela su belleza: así te ocultan tus estrellas. No hablas: así me proclamas tu sabiduría.

Mudo sobre el mar embravecido te has levantado hoy por mí; tu amor y tu modestia hacen una revelación a mi alma enfurecida.

En que viniste a mí hermosa, velada en tu belleza, en que me hablaste en silencio, evidente en tu sabiduría:

¡Oh, cómo no adivinar toda la modestia de tu alma! Antes que el sol viniste a mí, la más solitaria.

Hemos sido amigos desde el principio: para nosotros son comunes el dolor, la truculencia y la tierra; hasta el sol nos es común.

No nos hablamos, porque sabemos demasiado-: nos callamos, nos sonreímos nuestros conocimientos.

¿No eres tú la luz de mi fuego? ¿No tienes el alma hermana de mi perspicacia?

Juntos lo aprendimos todo; juntos aprendimos a ascender más allá de nosotros mismos y a sonreír sin tapujos:-

-Sin nubes para sonreír desde los ojos luminosos y desde las millas de distancia, cuando bajo nosotros la restricción y el propósito y la culpa fluyen como la lluvia.

Y vagaba yo solo, ¿de qué tenía hambre mi alma en la noche y en los caminos laberínticos? Y subí a las montañas, ¿a quién busqué, si no a ti, en las montañas?

Y todo mi vagabundeo y mi escalada de montañas: una necesidad era simplemente, y un apaño del que no se puede hacer nada:- ¡volar sólo, quiere mi voluntad entera, volar hacia ti!

¿Y qué he odiado más que las nubes pasajeras y lo que te mancha? ¡Y hasta he odiado mi propio odio, porque te ha manchado!

Las nubes pasajeras las detesto- esos sigilosos gatos de presa: nos quitan a ti y a mí lo que nos es común- el vasto e ilimitado Sí- y Amén- diciendo.

A estos mediadores y mezcladores los detestamos, a las nubes pasajeras: a esos que son mitad y mitad, que no han aprendido a bendecir ni a maldecir de corazón.

Prefiero sentarme en una bañera bajo un cielo cerrado, prefiero sentarme en el abismo sin cielo, que verte a ti, cielo luminoso, manchado de nubes pasajeras.

Y muchas veces he deseado inmovilizarlos con los dentados hilos de oro del rayo, para poder, como el trueno, golpear el tambor sobre sus barrigas.

-¡Un tambor enfadado, porque me roban tu Sí y tu Amén! -¡Cielo sobre mí, cielo puro y luminoso! abismo de luz! -porque te roban mi Sí y mi Amén.

Porque prefiero el ruido y los truenos y las tempestades, que este discreto y dudoso reposo gatuno; y también entre los hombres odio más a los blandos, y a los que andan a medias, y a las nubes dudosas, vacilantes y pasajeras.

Y "el que no pueda bendecir, aprenderá a maldecir": esta clara enseñanza me llegó desde el claro cielo; esta estrella permanece en mi cielo incluso en las noches oscuras.

Yo, sin embargo, soy un bendecidor y un Yes-sayer, si no estás a mi alrededor, tú cielo puro y luminoso, tú abismo deluz - a todos los abismos llevo entonces mi benéfico Yes-saying

Me he convertido en un bendecidor y en un "Yes-sayer"; y por eso me esforcé mucho y fui un luchador, para poder tener un día las manos libres para bendecir.

Sin embargo, ésta es mi bendición: estar por encima de todo como su propio cielo, su techo redondo, su campana azul y su seguridad eterna: ¡y bendito sea quien así bendice!

Porque todas las cosas están bautizadas en la fuente de la eternidad, y más allá del bien y del mal; el bien y el mal mismos, sin embargo, no son más que sombras fugaces y aflicciones húmedas y nubes pasajeras.

Es una bendición y no una blasfemia cuando enseño que "por encima de todas las cosas está el cielo de la casualidad, el cielo de la inocencia, el cielo del azar, el cielo del desenfreno".

"De Hazard" - que es la nobleza más antigua del mundo; que me devolvió a todas las cosas; las emancipé de la esclavitud bajo el propósito.

Esta libertad y serenidad celestial la puse como una campana de azur por encima de todas las cosas, cuando enseñé que sobre ellas y a través de ellas, ninguna "Voluntad eterna"- quiere.

Esta displicencia y locura la puse en lugar de esa Voluntad, cuando enseñé que "En todo hay una cosa imposible: ¡la racionalidad!"

Un poco de razón, sin duda, un germen de sabiduría esparcido de estrella en estrella; esta levadura se mezcla en todas las cosas: ¡por la locura, la sabiduría se mezcla en todas las cosas!

Un poco de sabiduría es ciertamente posible; pero esta bendita seguridad he encontrado en todas las cosas, que prefieren- bailar sobre los pies del azar.

¡Oh, cielo sobre mí! ¡tú, cielo puro y elevado!Esta es ahora tu pureza para mí, que no hay razón-araña eterna y razón-red:-¡Que eres para mí una pista de baile para las oportunidades divinas, que eres para mí una mesa de los Dioses, para los dados divinos y los jugadores de dados!

¿Pero te ruborizas? ¿He dicho cosas indecibles? ¿He abusado, cuando quería bendecirte?

¿O es la vergüenza de ser dos lo que te hace sonrojar? - ¿Me mandas ir y callar, porque ahora llega el día?

El mundo es profundo: y más profundo de lo que el día podría leer. No todo puede decirse en presencia del día. Pero el día llega: ¡así que separémonos!

Oh, cielo sobre mí, tú, modesto, tú, resplandeciente. ¡Oh tú, mi felicidad antes del amanecer! Llega el día: ¡entonces separémonos!

 

Así habló Zaratustra.

 

 

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