¡No seáis virtuosos más allá de vuestras fuerzas! ¡Y no busquéis nada de vosotros que se oponga a la probabilidad!
Camina por las huellas en las que ya anduvo la virtud de tus padres. ¿Cómo te elevarías a lo alto, si la voluntad de tus padres no se elevara contigo?
Pero el que quiera ser primogénito, que se cuide de no convertirse también en un lastre. Y donde están los vicios de vuestros padres, allí no debéis erigiros en santos.
Aquel cuyos padres se inclinaron por las mujeres, y por el vino fuerte y la carne de cerdo salvaje; ¿qué sería si se exigiera a sí mismo la castidad?
Sería una locura. Mucho me parece, en verdad, que uno sea marido de una o de dos o de tres mujeres.
Y si fundó monasterios, e inscribió sobre sus portales: "El camino a la santidad", todavía diría: ¡Qué bueno es esto! ¡Es una nueva locura!
Ha fundado para sí mismo una casa de penitencia y de refugio: ¡mucho bien puede hacer! Pero no creo en ello.
En la soledad crece lo que cualquiera trae a ella, también lo bruto de su naturaleza. Por eso la soledad es desaconsejable para muchos.
¿Ha habido alguna vez algo más sucio en la tierra que los santos del desierto? Alrededor de ellos no sólo estaba el diablo suelto, sino también los cerdos.