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La tarea de los años siguientes estaba ya trazada de la manera más rigurosa posible.

Después de haber quedado resuelta la parte de mi tarea que dice sí le llegaba el turno a la otra mitad, que dice no, que hace no : la transvaloración misma de los valores anteriores, la gran guerra, el conjuro de un día de la decisión. Aquí está incluida la lenta mirada alrededor en busca de seres afines, de seres que desde una situación fuerte me ofrecieran la mano para aniquilar. A partir de ese momento todos mis escritos son anzuelos:

¿entenderé yo acaso de pescar con anzuelo mejor que nadie? Si nada ha picado , no es mía la culpa. Faltaban los peces .

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