ESCENA V

Cuesta; Pantoja, enteramente vestido de negro. Entra en escena meditabundo, abstraído.

Cuesta. Amigo Pantoja, Dios le guarde. ¿Vamos bien?

Pantoja (suspira). Viviendo, amigo, que es como decir: esperando.

Cuesta. Esperando mejor vida...

Pantoja. Padeciendo en ésta todo lo que el Señor disponga para hacernos dignos de la otra.

Cuesta. ¿Y de salud?

Pantoja. Mal y bien. Mal, porque me afligen desazones y achaques; bien, porque me agrada el dolor, y el sufrimiento me regocija. (Inquieto y como dominado de una idea fija, mira hacia el jardín.)

Cuesta. Ascético estáis.

Pantoja. ¡Pero esa loquilla...! Véala usted correteando con los chicos del portero, con los niños de Máximo y con otros de la vecindad. Cuando la dejan explayarse en las travesuras infantiles, está Electra en sus glorias.

Cuesta. ¡Adorable muñeca! Quiera Dios hacer de ella una mujer de mérito.

Pantoja. De la muñeca graciosa, de la niña voluble, podrá salir un ángel más fácilmente que saldría de la mujer.

Cuesta. No le entiendo a usted, amigo Pantoja.

Pantoja. Me entiendo yo... Mire, mire como juegan. (Alarmado.) ¡Jesús me valga! ¿A quién veo allí? ¿Es el Marqués de Ronda?

Cuesta. Él mismo.

Pantoja. Ese corrumpido corruptor. Tenorio de la generación pasada, no se decide a jubilarse por no dar un disgusto a Satanás.

Cuesta. Para que pueda decirse una vez más que no hay paraíso sin serpiente.

Pantoja. ¡Oh, no! ¡Serpiente ya teníamos! (Nervioso y displicente, se pasea por la escena.)

Cuesta. Otra cosa: ¿no se ha enterado usted de la millonada que les traigo?

Pantoja (sin prestar gran atención al asunto, fijándose en otra idea que no manifiesta). Sí, ya sé... ya... Hemos ganado una enormidad.

Cuesta. Evarista completará su magna obra de piedad...

Pantoja (maquinalmente). Sí.

Cuesta. Y usted dedicará mayores recursos a San José de la Penitencia.

Pantoja. Sí... (Repitiendo una idea fija.) Serpiente ya teníamos. (Alto.) ¿Qué me decía usted, amigo Cuesta?

Cuesta. Que...

Pantoja. Perdone usted... ¿Es cierto que el vecino de enfrente, nuestro maravilloso sabio, inventor y casi taumaturgo, piensa mudar de residencia?

Cuesta. ¿Quién? ¿Máximo? Creo que sí. Parece que en Bilbao y en Barcelona acogen con entusiasmo sus admirables estudios para nuevas aplicaciones de la electricidad; y le ofrecen cuantos capitales necesite para plantear estas novedades.

Pantoja (meditabundo). ¡Oh!... Capital, dentro de mis medios, yo se lo daría, con tal que...

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