ESCENA XVII

Los mismos; Electra, por la izquierda con el niño en brazos. El niño es de dos años, poco más o menos.

Electra. ¡Hijo de mi alma!

Evarista. Niña, por Dios, déjale y vámonos.

Don Urbano (dando prisa). Que llegamos tarde...

Cuesta (al marqués). Es un rasgo de maternidad. Yo lo aplaudo.

Marqués. Y yo lo tengo por divino.

Evarista (queriendo quitarle el niño). Vamos, mujer.

Electra (con paso muy ligero se aparta de los que quieren quitarle el chiquillo. Éste se agarra al cuello de Electra). No: ahora no puedo dejarlo, no, no.

Evarista. Cógelo, Balbina.

Electra. No... que no. (Pasa de un lado a otro, buscando refugio.)

Don Urbano. Dámele a mí.

Electra. No.

Pantoja (imperioso, a José). Usted, recójale.

Electra. Que no... Es mío.

Evarista. ¡Pero, hija, que tenemos que irnos...!

Electra. Váyanse. (Le molesta el sombrero, que tropieza en la frente del niño, al besarle; con rápido movimiento se lo quita y lo arroja lejos. Sigue paseando al niño, huyendo de los que quieren quitárselo.)

Evarista. Basta ya. ¿Vienes o no?

Electra(sin hacer caso, hablando con el pequeñuelo, que le echa los brazos al cuello y la besa). Amor mío, duérmete. No temas, hijo... No te suelto.

Evarista. ¿Pero vamos o no?

Electra. Yo no voy... ¿Tienes hambre, sol mío? ¿tienes sed? Ved cómo a mí se agarra el pobrecito pidiéndome que no le abandone. ¡Egoístas! ¿No sabéis que no tiene madre?

Pantoja. Pero alguien tendrá que le cuide...

Evarista (imperiosa, a los criados). Ea, basta. Llevadle pronto a su casa.

Electra (con resolución, sin dejarse quitar el chiquillo). ¡A casa, a casa! (Con paso decidido y sin mirar a nadie, corre hacia el jardín, y sale. Todos la miran suspensos, sin atreverse a dar un paso hacia ella.)

Pantoja. ¡Qué escándalo!

Evarista. ¡Qué falta de sentido!

Marqués (aparte). Sentido le sobra. Ha encontrado su camino.

Share on Twitter Share on Facebook