Explican asimismo los Pontífices a los que los consultan lo que toca a los entierros, habiendo sido una de las instrucciones de Numa, que nada en esta parte debe reputarse mancha, sino que con estas legales ceremonias se da culto a los Dioses de allá, que son los que reciben la mejor parte de nuestro ser, y más particularmente a la llamada Libitina, Diosa inspectora de lo que es santo en orden a los muertos, ya sea Proserpina, o ya más bien Venus, como opinan los Romanos más instruidos, refiriendo no mal al poder de una misma diosa lo que pertenece al nacimiento y a la muerte. Él mismo arregló los duelos por edades y tiempos, como por un niño menor de tres años, que no se haga duelo; por uno de más tiempo el duelo no ha de ser de más meses que años vivió, hasta diez, sin pasar de allí por edad ninguna, sino que el más largo tiempo de duelo había de ser de diez meses, el mismo por que las mujeres debían permanecer viudas: la que se casaba antes, sacrificaba una vaca preñada, por ley de Numa. Habiendo creado Numa otros sacerdocios, haremos todavía mención de dos de ellos, del de los Salios y el de los Feciales, por ser los que más prueban su piedad. Porque los Feciales venían a ser unos conservadores de la paz, a lo que yo entiendo, tomando el nombre del mismo ministerio; pues con sus palabras disipaban las contiendas, no permitiendo que se recurriera a las armas hasta que se hubiese perdido toda esperanza de obtener justicia; porque los griegos explican también con el nombre de la paz el desatar sus disputas sin el uso de la fuerza, empleando solamente de unos a otros la persuasión. Los Feciales de los Romanos muchas veces se dirigían a los que cometían alguna violencia, exhortándolos a la reparación: si se negaban, tomando por testigos a los Dioses, y haciendo terribles imprecaciones contra sí mismos y contra su patria, si no habían hablado en justicia, así les denunciaban la guerra. Oponiéndose ellos, o no conviniendo, ni al soldado ni al rey era lícito tomar las armas; sino que tomando por aquí el principio de la guerra para ser justa, después era cuando debía el jefe tratar de lo que convenía para hacerla; y pasa por cierto que aquella calamidad de la invasión de los Galos le vino a la ciudad por haberse traspasado estos ritos. Sucedió, pues, que los bárbaros cercaban a Clusio, y fue enviado de mensajero al ejército Fabio Ambusto, con el objeto de tratar por los sitiados, y como se le respondiese ásperamente, creyó que su misión estaba fenecida, y tomando las armas por los Clusinos con ardor juvenil, provocó a combate al más alentado de los bárbaros. Y lo que es el combate le sucedió felizmente, habiendo vencido y despojado a su contrario; pero sabedores los Galos, enviaron mensajero por su parte a Roma, acusando a Fabio de que contra los tratados y contra la fe les había hecho una guerra no denunciada. Entonces, los Feciales bien persuadieron al Senado que Fabio fuese entregado a los Galos; pero él, acogiéndose a la muchedumbre, y valiéndose del favor del pueblo que le amparó, evitó la pena; mas de allí a poco sobreviniendo los Galos asolaron a Roma, a excepción solamente del Capitolio. Trátase de estas cosas con más extensión en la Vida de Camilo.