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Llamado por la sexta vez Camilo al tribunado, quiso excusarse, por hallarse ya bastante adelantado en edad, y también por temer la envidia y algún revés después de tanta gloria y tan repetidas victorias. La causa más manifiesta era la indisposición del cuerpo, porque realmente se hallaba enfermo aquellos días; pero el pueblo no le relevó del mando, sino que gritó que no era menester que en los combates se pusiese al frente de la caballería o de la infantería, bastando sólo que emplease su consejo y su disposición, con lo que le obligó a admitir la comandancia, y a guiar al punto el ejército con Lucio Furio, uno de sus colegas, contra los enemigos. Eran éstos los Prenestinos y Volscos, que talaban un país aliado de los Romanos. Marchando, pues, y acampándose inmediato a los enemigos, su intención era quebrantar la guerra a fuerza de tiempo, y, si fuere necesario dar batalla, pelear estando más restablecido. Mas como no pudiese su colega Lucio Furio reprimir el ardor que por deseo de gloria le arrebataba al combate, y estimulase por tanto a los tribunos y centuriones, temiendo Camilo no pareciese que por envidia privaba de la victoria y de los honores consiguientes a los que eran jóvenes, condescendió con aquel, aunque de mala gana, en que formase las tropas, y él, a causa de su indisposición, se quedó con alguna gente en el campamento. Condújose temerariamente Lucio en la batalla, y fue batido, y como Camilo llegase a entender que los Romanos venían huyendo, no pudo contenerse, sino que, saltando del lecho, corrió con los que estaban en su guardia a las puertas de los reales, arrojándose por entre los fugitivos a los que los perseguían, con lo que los unos volvieron al punto al combate y le seguían, y los otros salieron también corriendo a ponerse delante de él y defenderle, yendo a porfía en no abandonar a su general, y de este modo hizo por entonces que se contuviesen en su persecución los enemigos. Al día siguiente, conduciendo el mismo Camilo el ejército, y trabando batalla, los venció completamente, y les tomó el campamento, introduciéndose con los fugitivos y dando muerte a los más de ellos. Sabiendo después que la ciudad de Satria había sido tomada por los Etruscos, y pasados a cuchillo sus habitantes, que todos eran Romanos, envió a Roma la mayor y menos manejable parte de las tropas, y tomando consigo lo más florido y más decidido de ellas, cayó sobre los Etruscos, que estaban apoderados de la ciudad, y a unos los arrojó de ella, y a otros les dio muerte.

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