Tomada Afidnas, y hallándose recelosos los ciudadanos de Atenas, persuadió Menesteo al pueblo que admitiesen en la ciudad y obsequiasen a los Tindáridas, como que sólo venían a hacer la guerra a Teseo, autor de la violencia, y a ser bienhechores y redentores de los demás; con lo que conforma la conducta que tuvieron: porque siendo dueños de todo, ninguna otra cosa exigieron sino que se iniciasen, no teniendo menos deudo con la ciudad que Heracles, lo que les venía de que Afidno los había adoptado como a Heracles Pilio. Tributáronseles honores como a dioses, siendo saludados señores con la voz Ánaces, o por la moderación con que procedieron, o por su cuidado y esmero en que nadie tuviese que padecer con tener dentro de los muros tan grande ejército: porque ánaces se dice de los que cuidan y protegen a algunos, y quizá por esto se da a los reyes el nombre de Ánaces, aunque hay quien diga que se llaman Ánaces los Dióscuros por la aparición de su signo celeste, a causa de que los del Ática el adverbio arriba, que es Üvù, lo expresan por ÜíåxÜæ, y por ávåxáèov el adverbio de arriba.