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Vino en esta sazón trigo a Roma, en gran parte comprado en Italia y en no pequeña regalado por los Siracusanos, enviándolo al tirano Gelón, con el que muchísimos concibieron lisonjeras esperanzas de que a un mismo tiempo iba la ciudad a verse libre de escasez y de disensiones. Reunido, pues, el Senado, se derramó incontinente por las inmediaciones el pueblo, cercando por la parte de afuera la Curia, en la esperanza de que tendría grano en mucha conveniencia, y que lo regalado se distribuiría de balde; y aun adentro había quien a esto mismo excitase al Senado. Mas levantóse en este punto Marcio y contradijo acaloradamente a los que pensaban en haberse benignamente con la muchedumbre, tratándolos de populares y de traidores de la nobleza, que fomentaban contra sí mismos las semillas, ya prendidas, de osadía e insolencia, que hubiera sido bueno no haber despreciado cuando se esparcían al principio, y no haber dejado a la plebe hacerse poderosa con tan excesiva potestad: que ya hasta temible se les hacía con querer que en todo se cediera a su voluntad y a nada pudiera precisárseles contra ella, no guardando obediencia a los cónsules, y viviendo en anarquía con tener por caudillos a los que se denominaban magistrados suyos: que con el presente y distribución del grano, que al modo de los Griegos de mejor ordenadas repúblicas decretaban algunos, no se haría otra cosa que dar aire a su desobediencia en ruina del Estado; “pues no pueden reconocer que sea una recompensa por la milicia, de que desertaron, por las escisiones con que abandonaron la patria, o por las calumnias que abrigan contra el Senado, sino que en la inteligencia de que cediendo y lisonjeándolos de miedo les hacemos semejante distribución, y, con la esperanza de salirse con todo, no pondrán a su desobediencia término alguno, ni habrá cómo contenerlos de que armen disensiones y alborotos: así que esto- decía- me parece una locura. Por tanto, si hemos de obrar con prudencia, arranquémosles el tribunado, que es un jirón de la autoridad consular y un rasgón de la república, no una ya como antes, sino de tal manera partida en trozos, que ya no ha de poder en adelante unirse, ni tener concordia, ni dejar nosotros de estar agitados y en continuos alborotos unos con otros”.

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