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Así es que, teniendo Emilio cuatro hijos, dos trasladados a otras familias, como ya dijimos, a saber, Escipión y Fabio, y dos en la edad de la puericia, que los mantenía en casa, nacidos de la segunda mujer, de éstos el uno falleció cinco días antes de triunfar el padre, en la edad de catorce años, y el otro murió de doce, tres días después de la misma ceremonia; de manera que no hubo Romano a quien no alcanzase aquella pesadumbre: y antes todos se horrorizaron de tal crueldad de la Fortuna, que no tuvo reparo en derramar tanto luto sobre una casa abastada de respeto, de júbilo y de fiestas, mezclando los lamentos y las lágrimas con los himnos de victoria y los triunfos.

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