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Era entonces costumbre que los que salían de la edad pueril fuesen a Delfos y consagrasen a Apolo en primicia su cabellera; pasó a Delfos, Teseo, y dicen que el lugar de la ceremonia de él se llama hasta el día de hoy Teseia. Afeitóse solamente la parte anterior de la cabeza como de los Abántidas lo refiere Homero, y este modo de afeitarse también por él se llamó Teseide. Fueron los Abantes los primeros que así se trasquilaron: no por haberlo aprendido de los Árabes, como creen algunos, ni por imitar a los de Misia, sino a causa de que eran guerreros amigos de combatir de cerca, e inclinados más que otros algunos a venir a las manos con los contrarios, según que en estos versos lo atestigua también Arquíloco: No en el tender del arco, o de las hondas en el crujir frecuente, se señalan; sino en el campo, cuando el crudo Marte para herir con el hierro más se ensaña: que en esta lucha los gloriosos hijos de la Eubea prez ilustre alcanzan: trasquílanse, por tanto, para no dar a los enemigos el asidero de los cabellos. Y con esta misma idea se dice que Alejandro de Macedonia dio orden a sus generales para que hiciesen rasurar las barbas a los Macedonios, porque eran para los contrarios una presa que les estaba muy a la mano.

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