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Aristides trabó amistad con Clístenes, el que restableció el gobierno después de la expulsión de los tiranos; mirando especialmente con emulación y asombro, entre todos los dados a la política, a Licurgo, legislador de los Lacedemonios, se inclinó al gobierno aristocrático, pero tuvo por rival para con el pueblo a Temístocles, hijo de Neocles. Algunos refieren que, siendo ambos muchachos, y educados juntos desde el principio, siempre disintieron el uno del otro, tanto en las cosas de algún cuidado como en las de recreo y diversión, y que al punto se manifestaron sus caracteres por esta especie de contrariedad; siendo el del uno blando, manejable y versátil, prestándose a todo con facilidad y prontitud, y el del otro, firme en un propósito, inflexible en cuanto a lo justo y enemigo de la mentira, de las chanzas y del engaño, aun en las cosas de juego. Aristón de Ceo dice que la enemistad de ambos dimanó de ciertos amores, hasta llegar al último punto: porque enamorados de Estesilao, natural de Ceo, sumamente gracioso en la forma y figura de su cuerpo, llevaron tan mal la competencia, que aun después de marchita la hermosura de aquel joven no cesaron en su oposición; sino que como si se hubieran ensayado en aquel objeto, con el mismo afecto pasaron al gobierno, acalorados y encontrados el uno con el otro. Y Temístocles, dándose a cultivar amistades, alcanzó un influjo y poder de ningún modo despreciable; así es que a uno que le propuso que el modo de gobernar bien a los Atenienses sería el que se mostrase igual e imparcial a todos: “No querría- le respondió- sentarme en una silla en la que no alcanzaran más de mí los amigos que los extraños”; mas Aristides, manteniéndose solo, siguió en el gobierno otro camino particular: lo primero, porque ni quería tener condescendencias injustas con sus amigos ni tampoco disgustarlos, no haciéndoles favores; lo segundo, porque veía que el poder de los amigos alentaba a muchos para ser injustos, y él entendía que el buen ciudadano no debía poner su confianza sino en hacer y decir cosas justas y honestas.

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