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Dícese que habiendo ocurrido la celebridad de los Juegos Nemeos cuando por segunda vez se hallaba de general Filopemen, haciendo muy poco tiempo que había alcanzado la victoria de Mantinea, como no tuviese entonces que atender más que a la solemnidad de la fiesta, hizo por primera vez alarde de su ejército ante los Griegos, presentándolo muy adornado y haciéndolo evolucionar como de costumbre al son de la música militar con aire de agilidad, y que después, habiendo contienda de tañedores de cítara, pasó al teatro, llevando a los jóvenes con mantos militares y con ropillas de púrpura y ostentando éstos gallardos cuerpos y edades entre sí iguales, al mismo tiempo que mostraban grande veneración a su general y un tardimiento juvenil por sus muchos y gloriosos combates. No bien habían entrado, cuando el citarista Pílades, que por caso cantaba Los Persas, de Timoteo, empezó de esta manera: De libertad, honor y prez glorioso éste para la Grecia ha conseguido. Concurriendo con la belleza de la voz la sublimidad de la poesía, todos volvieron inmediatamente la vista a Filopemen, levantándose con el gozo mucha gritería, por concebir los Griegos en sus ánimos grandes esperanzas de su antigua gloria y considerarse ya con la confianza muy cerca de la elevación de sus mayores.

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