Instruido Mario de que los enemigos se hallaban cerca, pasó apresuradamente los Alpes, y fortificando su campamento sobre el río Ródano, condujo a él abundantes provisiones, para no ser nunca precisado a pelear mientras no le pareciese poderlo ejecutar con ventaja, por falta de las cosas precisas. La conducción por mar de lo que el ejército había menester, que antes era larga y costosa, la hizo fácil y breve. Porque tomando las bocas del Ródano con el oleaje del mar gran copia de tierra y mucha arena mezclada con cieno, la navegación era trabajosa y tardía para los abastecedores. Empleando, pues, en aquel punto el ejército, mientras no tenía otra ocupación, abrió un dilatado canal, y haciendo pasar a él gran parte del río, lo condujo por una ribera cómoda con bastante caudal para sostener buques grandes y con una entrada al mar fácil y no expuesta a cegarse; este canal todavía conserva el nombre que de él tomó. Hicieron los bárbaros dos divisiones de sus tropas, tocándoles a los Cimbros marchar contra Catulo por las alturas de los Alpes Nórdicos para vencer aquel paso, y a los Teutones y Ambrones el dirigirse contra Mario, por la Liguria y la costa del mar. Fueles preciso a los Cimbros prepararse y detenerse más; pero los Teutones y Ambrones, partiendo aceleradamente y atravesando el país que mediaba, se presentaron inmensos en número, feroces en los semblantes y en la gritería y alboroto no parecidos a ningunos otros. Ocuparon gran parte de la llanura, y, acampándose, provocaron a Mario a la batalla.