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Celebróse una junta de los Siracusanos y los aliados, en la que el orador Euricles propuso, primero, que el día en que habían hecho prisionero a Nicias sería sagrado y dedicado a hacer sacrificios, absteniéndose de todo trabajo; que esta festividad se llamaría Asinaria, del nombre del río; el día fue el 27 del mes Carneo, al que los Atenienses dicen Metagitnión; que los esclavos de los Atenienses serían vendidos y también sus aliados; pero los Atenienses mismos y los de la Sicilia hallados con ellos serían puestos en custodia, destinándolos a los trabajos de las minas a excepción de los generales, y que a éstos se les daría muerte. Habiendo aplaudido los Siracusanos esta propuesta, quiso Herniócrates hacerles entender que más glorioso que el vencer es saber usar con moderación de la victoria, pero se vio sumamente expuesto; y como Gilipo hubiese pedido que se le entregasen los generales de los Atenienses, para conducirlos a Esparta, ensoberbecidos los Siracusanos con la prosperidad, le respondieron desabridamente, pues fuera de la guerra llevaban muy mal su aspereza y su modo de mandar, verdaderamente lacónico; y, según dice Timeo, repugnaban y condenaban su mezquindad y su avaricia: enfermedad heredada, por la que su padre Cleándrides, en causa de soborno, fue desterrado; y él mismo, habiendo sustraído treinta talentos de los que Lisandro envió a Esparta, y escondidolos en el tejado de su casa, como hubiese sido denunciado, tuvo que huír con la mayor vergüenza; pero de esto hemos hablado con más detención en la vida de Lisandro. Timeo no dice que Demóstenes y Nicias hubiesen muerto apedreados, como lo escriben Filisto y Tucídides, sino que, habiéndoles avisado Hermócrates cuando todavía duraba la junta, por medio de uno de la guardia que allí se hallaba, ellos mismos se quitaron la vida, y que los cadáveres se expusieron públicamente a la puerta, para que pudieran verlos cuantos quisiesen. Se me ha informado que todavía se muestra en Siracusa un escudo, fijado en el templo, que se dice haber sido el de Nicias, y cuya cubierta es un tejido de oro y púrpura, primorosamente entremezclados.

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