Cuando estuvo cerca de la ciudad, envió a Euriclidas al lugar donde tenían los Éforos su cenador, como que iba de su parte a darles alguna noticia relativa al ejército; y Terición y Febis, y dos de los que se habían criado con Cleómenes, a los que llaman Motaces, le seguían con unos cuantos soldados. Todavía estaba Euriclidas haciendo su relación a los Éforos cuando, entrando aquellos con las espadas desenvainadas, empezaron a acuchillarlos. El primero con quien tropezaron fue Agileo, y cayendo al golpe en el suelo, se creyó que había muerto; mas él, arrastrándose poco a poco, se salió del cenador, y pudo pasar a ocultarse en un edificio muy pequeño que estaba contiguo. Era éste el templo del Miedo, y siendo así que ordinariamente estaba cerrado, entonces por casualidad se halla abierto; entrándose, pues, en él, cerró la puerta. Los otros cuatro fueron muertos, y con ellos más de diez de los que se pusieron a defenderlos; pues que no ofendieron a los que se estuvieron quedos ni detuvieron a los que quisieron salirse de la ciudad, y aun usaron de indulgencia con Agileo, que al otro día salió del templo.