LOS ESPÍRITUS DE LOS MUERTOS

Tu alma se encontrará sola, cautiva de los

negros pensamientos de la gris piedra tumbal;

ninguna persona te inquietará en tus horas de

recogimiento.

Quédate silenciosamente en esa soledad que

no es abandono,—porque los espíritus de los

muertos que existieron antes que tú en la vida,

te alcanzarán y te rodearán en la muerte,—y

la sombra proyectada sobre tu cara obedecerá

a su voluntad; por lo tanto, permanece tranquilo.

Aunque serena, la noche fruncirá su ceño,

y las estrellas, de lo alto de sus tronos celestes,

no bajarán más sus miradas con un resplandor

parecido al de la esperanza que se concede a

los mortales; pero sus órbitas rojas, desprovistas

de todo rayo, serán para tu corazón marchito

como una quemadura, como una fiebre

que querrá unirse a ti para siempre.

Ahora, te visitan pensamientos que no ahuyentarás

jamás; ahora surgen ante ti visiones

que no se desvanecerán jamás; jamás ellas dejarán

tu espíritu, pero se fijarán como gotas

de rocío sobre la hierba.

La brisa,—esa respiración de Dios,—reposa

inmóvil, y la bruma que se extiende como una

sombra sobre la colina,—como una sombra cuyo

velo no se ha desgarrado todavía,—resulta así

un símbolo y un signo. Como logra permanecer

suspendida a los árboles, ese es el misterio

de los misterios!

1827.

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