D. ALONSO MESSIA DE LEY VA

HABIENDO visto impresos en Aragón, y en otras partes fuera del reino, con nombre de don Francisco de Quevedo Villegas estos discursos, con tanto descuido y malicia, que entre lo añadido y olvidado, y errores de traslados é imprenta, se desconocían de su antor; y más teniéndolos yo trasladados de su original, determiné, dándole cuenta, de restituirlos, limpiándolos del contagio de tantos descuidos, porque se vea cuán de otra suerte en su primera edad juzgaba con la pluma, sin apartarse de la enseñanza. Y es cierto no consintiera hoy esta impresion, á no hallarse obligado por las muchas que destos propios tratados se han hecho en toda la Europa, tan adulteradas, que le obligaron á pedir al tribunal supremo de la Inquisición las recogiese, imitando en esta modestia (aunque tan diferente) á Enéas Silvio, que despues de pontífice, mandó recoger algunas obras de este estilo que habia divulgado en la mocedad. Salen enteras (como se verá en ellas) con cosas que no habian salido, y en todas se ha excusado la mezcla de lugares de la Sagrada Escritura, y alguna licencia que no era apacible; que aunque hoy se lee uno y otro en el Dante, don Francisco me ha permitido esta lima; y aseguro en su nombre que procurará agradar á todos, sin ofender á alguno; cosa que en la generalidad con que trata de solo los malos, forzosamente será bien quisto; sujetándose á la censura de los ministros de la santa Iglesia romana en todo, con intento cristiano y obediencia rendida.

Estos discursos en la forma que salen corregidos, y en parte aumentados, conozco por mios, sin entremetimiento de obras ajenas que me achacaron; y todo lo pongo debajo de la corrección de la santa Iglesia romana, y de los ministros que tiene señalados para limpiar errores y escándalos de las impresiones. Y desde luego con anticipado rendimiento me retrato de lo que no fuere ajustado á la verdad católica ó ofendiere á las buenas costumbres.

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