Fábula XIX. El Hombre y la Comadreja.

Así decía cierta Comadreja

Á un Hombre que la había aprisionado:

—¿Por qué no me dejáis? ¿Os he yo dado

Motivo de disgusto ni de queja?

¿No soy la que desvanes y rincones,

Tu casa toda, cual si fuese mía,

Cuidadosa registro noche y día,

Para que vivas libre de ratones?—

—¡Gran fineza por cierto!

El Hombre respondió: pues di, ladrona,

Si tu glotonería no perdona

Ni á ratón vivo, ni á cochino muerto,

Ni á cuanto guardan ruines despenseras,

¿Cómo he de creer que tu cuidado apura

Por mi bien los ratones? ¡Qué locura!

No tendría yo malas tragaderas:

Morirás. Y el astuto que pretenda

Vender como fineza lo que ha hecho

Sin mirar á más fin que á su provecho,

Sabra que hay en el mundo quien lo entienda.