Fábula XX. El Caballo y el Ciervo

Perseguía un Caballo vengativo

Á un Ciervo que le hizo leve ofensa:

Mas hallaba segura la defensa

En su veloz carrera el fugitivo.

El vengador, perdida la esperanza

De alcanzarle y lograr así su intento,

Al hombre le pidió su valimiento

Para tomar del ofensor venganza.

Consiente el hombre; y el Caballo airado

Sale con su jinete á la campaña,

Corre con dirección, sigue con maña,

Y queda al fin del ofensor vengado.

Muéstrase al bienhechor agradecido,

Quiere marcharse libre de su peso;

Mas desde entonces mismo quedó preso

Y eternamente al hombre sometido.

El Caballo, que suelto y rozagante,

En el frondoso bosque y prado ameno

Su libertad gozaba tan de lleno,

Padece sujeción desde ese instante.

Oprimido del yugo ara la tierra;

Pasa tal vez la vida más amarga;

Sufre la silla, freno, espuela, carga,

Y aguanta los horrores de la guerra.

En fin, perdió la libertad amable

Por vengar una ofensa solamente.

Tales los frutos son que ciertamente

Produce la venganza detestable.