Introducción

En aquel estado primitivo de la sociedad en el que no existe división del trabajo, los intercambios son escasos y cada persona se autoabastece, no es necesario que ningún capital sea acumulado o almacenado de antemano para llevar adelante las actividades de la sociedad. Cada hombre procura satisfacer mediante su propio trabajo las necesidades ocasionales que tenga, en la medida que se suscitan. Cuando tiene hambre se va al bosque a cazar; cuando su atuendo se desgasta, se viste a sí mismo con la piel del primer animal grande que cace; cuando su choza empieza a derrumbarse, la repara lo mejor que pueda con los árboles y tepes que tenga más cerca.

Pero cuando la división del trabajo ha sido cabalmente implantada, el producto del trabajo de un hombre le satisfará sólo una parte muy pequeña de sus eventuales necesidades. La mayoría de ellas se satisfacen con el producto del trabajo de otras personas, que él adquirirá con el producto, o lo que es lo mismo: con el precio del produeto del suyo propio. Dicha compra, sin embargo, no podrá ser realizada hasta después que el producto de su trabajo haya sido no sólo completado sino vendido. Es indispensable por ello almacenar bienes de diverso tipo para que pueda mantenerse y abastecerse de materiales y herramientas durante el tiempo suficiente para que tengan lugar esos dos acontecimientos. Un tejedor no puede dedicarse por completo a su labor si antes no ha hecho acopio en algún lugar, sea propio o de otra persona, de unas existencias suficientes para mantenerse y contar con los materiales y herramientas para trabajar, antes de haber no sólo terminado la tela sino de haberla vendido. Evidentemente, esta acumulación debe ser previa a poder aplicar su trabajo a esa actividad particular durante ese tiempo.

Así como la acumulación del capital debe ser, en la naturaleza de las cosas, previa a la división del trabajo, el trabajo puede ser más subdividido sólo en proporción a que el capital haya sido previamente más acumulado. La cantidad de materiales que el mismo número de personas pueden elaborar crece en una gran proporción a medida que el trabajo se va subdividiendo; y como las operaciones de cada trabajador se reducen gradualmente a un grado mayor de sencillez, se inventan diversas máquinas nuevas para facilitar y abreviar dichas operaciones. A medida que la división del trabajo avanza, por lo tanto, para dar empleo permanente al mismo número de trabajadores hay que acumular antes la misma cantidad de provisiones pero una cantidad mayor de herramientas y materiales de los que habrían sido necesarios en una etapa más primitiva. Además, el número de trabajadores en cada rama de la producción generalmente aumenta con la división del trabajo en esa rama, o más bien es el aumento de los trabajadores lo que les permite subdividirse de esa forma.

De la misma manera en que la acumulación del capital es condición previa para esos grandes adelantos en las capacidades productivas del trabajo, dicha acumulación conduce naturalmente a esos adelantos. La persona que emplea su capital en contratar trabajo, inevitablemente desea ocuparlo de forma tal que dé lugar a la mayor producción posible. Procura, entonces, tanto aplicar entre sus empleados la mejor distribución del trabajo como suministrarles las mejores máquinas que consiga inventar o que pueda comprar. Su capacidad en ambos aspectos está normalmente en proporción a su capital, o al número de trabajadores que pueda emplear. La magnitud de las actividades de cualquier país no sólo aumenta con la expansión del capital que las sostiene sino que, como consecuencia de dicha expansión, el mismo grado de actividad da lugar a una producción mucho mayor.

Tales son en general las consecuencias del aumento del capital sobre el trabajo y sus facultades productivas.

En el libro que ahora comienza procuro explicar la naturaleza del capital, los efectos de su acumulación sobre distintas clases de capital, y las consecuencias de los diversos empleos de esos capitales. El libro se divide en cinco capítulos. En el primer capítulo analizo las diversas partes o ramas en las que naturalmente se divide el capital, sea de un individuo o de una gran sociedad. En el segundo, explico la naturaleza y la acción del dinero, considerado como una rama especial del capital general de la sociedad. El capital que se acumula puede ser invertido por su propietario, o puede ser prestado a otra persona. En los capítulos tercero y cuarto examino la forma en que opera en ambas situaciones. El quinto y último capítulo versa sobre los distintos efectos que los diversos empleos del capital inmediatamente ejercen sobre la magnitud de la actividad de la nación y sobre el producto anual de, la tierra y el trabajo.

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