Elogio de don Ramón María del Valle-Inclán

LO ESCRIBIÓ VARGAS VILA EN ESTE AÑO DE MCMVII

EGUROS de que serán gratas á nuestros lectores, publicamos aquí las páginas donde el admirable escritor americano loa al admirable escritor de Castilla.

(Nota del Editor.)

—Lo ilimitado está en el Arte, como en el Espacio;

una condensación de Infinito, eso es una: Obra de Arte;

crear, es condensar el Misterio, en formas visibles á los ojos espirituales;

inextricablemente complexo, el Arte, es, como un Universo en gestación: creador eterno de bellezas;

las formas varían: el Arte, es, Uno;

llenar estas formas en Armonía y Belleza Superior es, ser: Artista;

encarnar musicalmente la Vida Interior de una época y de un país;

ser el Poeta y el Profeta, incompatible con su tiempo, é incomprensible para su tiempo;

aislarse en el Evangelio de la Belleza y de la Verdad, que guarda la gran palabra inarticulada que ha de salvar la Tierra;

decir las cosas profundas en el canto insondable de un pensamiento musical, raro, como una revelación de Gloria;

dar á la frase inusitada la intensidad y el poder pictural de un fresco eterno, que no han de afrentar los siglos;—porque la Eternidad no se hizo para el insulto del Genio, sino para su consagración;—

ser la omnividencia maravillosa y la expresión armónica de una hora ciega y áfona, de un momento histórico brutal, de uno de esos momentos en que el pensamiento humano sufre la cecidad y la mudez producidas por la lejanía del Ideal, y, el olvido de la comunión con lo Bello-Infinito;—única Eucaristía de las almas;

ser la profundidad inagotable, donde mañana, las generaciones sitibundas vengan á apagar su sed de Belleza, apurando la onda negra, permanecida pura en la Soledad;

ser un gran Evocador y un gran Creador;

ser el Sacerdote melodioso de un culto que la apostasía condenó al Olvido, y, la Gloria volverá al sereno esplendor de su Belleza;

he ahí el Deber, he ahí la Misión de esa Personalidad Exótica, de ese Hijo del Misterio, de esa Figura Heroica del Dolor, que es, un: Artista.

... El corazón del Artista, no es el corazón de un hombre: es, el corazón del Hombre;

el corazón de todos gime en ese corazón único, hecho de sinceridades radiosas;

el corazón del Artista, es hecho de fraternidades; y, ningún Simulacro turba su voz confusa, que viene del profundo Infinito;

su misma teatralidad, es sincera, porque es la exteriorización de su fastuoso sueño;

el Artista, no finge: expresa;

su Visión, es vivida;

el más absurdo sueño, fué Vida,

en él;

porque su vida es una centuplicación de siglos;

lo Eterno, está en él;

su palabra es un viático misericordioso, que alimenta las almas en su peregrinación á lo Desconocido;

todo Genio es un Profeta;

la lapidación es su destino;

hoy, la vil Estulticia, la enemiga del Genio, no se llama: Muchedumbre; se llama: la Crítica;

ya no se lapida al Genio con guijarros: se le lapida con vocablos;

los semi-intelectuales verbalizan contra él, sentencias de proscripción, y, en nombre del Diccionario, insultan lo Sublime Extraordinario;

cuando el salvaje elemento de la Envidia, cree haberlo consumido, organiza en su honor, los grandes funerales del Silencio;

pero, el Genio, como el Mar, es más grande que el Silencio; y, lo ahoga con sus clamores;

y, hace sonoro al Silencio; sonoro, como la Fama;

y, hace que el alma invisible y gigante del Silencio, toque para él, las mil trompetas del Renombre;

el Genio, es siempre vencido por la Suerte; no es nunca vencido por la Crítica;

puede ser reducido á la impotencia; no es nunca reducido al Silencio;

la voz del Genio es la pesadilla de los mediocres;

¿qué no daría, la afonía, cenagosa de los pantanos, por reducir al silencio la gloria estruendosa de los Mares?

¿qué no darían los mediocres, por reducir el Genio á la mudez?

el pantano es el eterno envidioso del Océano, como el crítico, es el eterno enemigo del Genio;

su cólera viene de su impotencia; el alma de ambos es verde, verde como el limo, lleno de reptiles enormes;...

...Toda creación de Arte, es una Palabra, dicha;

de mármol, de lienzo, de hierro, de cristal, toda obra del Genio, es Verbo;

en manos del Artista todo canta; El, mismo es un cántico;

el Artista excelso, es, el Artista raro, aquel, cuya maravilla de creación, escapa á la comprensión de la Muchedumbre, al gusto del rebaño letrado de su tiempo;

la antimonia entre su individualismo y, el medio ambiente, es lo que caracteriza al Genio;

el Artista Verdadero, el Artista raro, no es tolerado nunca, y, atrae la execración, del colectivo animal que lo rodea;

su grandeza lo aisla tanto como su voluntad;

el Grande escritor de quien vengo á hablaros, es un Extraño y un Aislado;

en el Pórtico del Ideal, que es su templo, aparece así, Enigmático y Taciturno, escoltado por dos efigies: el Silencio y el Ensueño;

Valle-Inclán, no es un escritor popular, ni siquiera un escritor, célebre, es simplemente, un escritor glorioso;

la Gloria no se dicierne, la Gloria se posee;

Valle-Inclán, no colinda por ningún lado con la popularidad;

no cultiva el género chico, que hace veinte años triunfa en España, y, educa y divierte el alma heroica y triste de ese pueblo;

no es un profesor de hilaridad;

no cultiva tampoco el enojo, que los escritores graves de su país, estilan en sus libros, ese enojo mortal, capaz de hacer dormir de pie, á un neurótico en cólera;

los libros de Valle-Inclán, no son un éxito de librería, son simplemente una victoria del Arte;

él, no cultiva el Suceso, cultiva la Belleza;

he ahí por qué, en la literatura de su tiempo, es un Extraño y un Aislado;

cuando se es un Artista puro, un Artista apasionado y verdadero, se tiene el derecho de estar orgulloso de esa forma sagrada del suplicio, que es: la Soledad;

la aparente Iniquidad de los hombres, llena una tarea divina: aislando al Artista, lo sublimiza;

confinándolo en su Reino, le vuelve su Soberanía Absoluta; y, extasiado por su Belleza, el Artista entra en el Heroísmo de su Destino, y cumple su Misión: Crear en Belleza;

así la Obra de ese gran Solitario, de ese Excelso Impopular, que es Valle-Inclán.

¿Habéis visto el toro Farnesio, alzarse bajo la luz pausilípea, en su simplicidad descomunal?

¿no os parece al mirarlo en la vastitud de la sala blanca, sin penumbras, que las entrañas del Pentélico se han abierto para dar paso á ese cornúpeto enorme, pronto á lanzar sus mugidos contra el cielo y á escalar los astros para pisotearlos, con sus pezuñas, vírgenes del polvo de la Tierra?

se diría que en la obscura virilidad de sus ojos ausentes, duerme todo el vértigo enloquecido, de la Noche; que en su garganta duerme el crepitamiento de un mar y se le miran los lomos enormes, por ver si brotan de ellos las alas descomunales, que se despliegan bajo las crineras de oro de los bueyes taciturnos del Apocalipsis;

es la Fuerza, la Fuerza enorme de la Naturaleza, poderosa, arrogante y terrible;

leyendo á Homero, decía Miguel Angel, se mira uno, para ver si tiene quince codos de alto, como los héroes del Poema;

la familiaridad con lo grande; engrandece;

es un fenómeno de óptica moral;

saliendo de las representaciones de Esquilo, donde las mujeres en cinta daban á luz y la epilepsia, se desarrollaba en los niños; los mozos golpeaban enardecidos, sus escudos contra las estatuas, gritando: ¡Patria! ¡Patria!..

una fiebre heroica los poseía, como si los muertos de Maratón, gritasen todos, por sus bocas;

el contagio del Genio los ganaba;

es lo propio de toda Obra de Arte: insuflaron un soplo, haceros vivir su vida, daros su propio espíritu;

y, ese contagio de emoción, intenso y comunicativo, lo sentiréis, leyendo los extraños libros de don Ramón del Valle-Inclán, llenos del vértigo enloquecido del Dolor y de la Muerte:

este raro Escritor posee como nadie ese privilegio misterioso de captación del ánimo, de hipnotización sortíleja, imperativa y vidente;

bajo el influjo de aquel espíritu de monje soñador y legendario, sentiréis revivir en vosotros, los ya olvidados miedos de la infancia...

muertos y aparecidos, brujas y endriagos, toman bajo aquella pluma medio-eval y cabalística, nuevas formas de vida, de una persistencia enorme, y, pueblan y obsesionan y torturan el ánimo, moviéndose en un campo caliginoso de Visión;

yo, no he leído, otro escritor peninsular, que represente en más alto grado y más perfectamente, el alma de su Patria, y cuyos cuadros tengan en tonos más acentuados: el color del Alma Española;

¿el color del Alma?

Sí;

el alma española es, negra y roja;

tiene el color de sus grandes cuadros, el color querido á sus pintores, que más profundamente la han interpretado: negro con Goya; rojo y negro con Velázquez; negro-lívido, con Rivera;

negro y rojo, como sus poemas, sus dramas, toda su poesía y su prosa heroica, antes de la anemia claustral que la enervó y de la aparición de esa literatura delicuescente y pálida, que marcó el cenit de su decadencia, en la postrera mitad del siglo último;

el alma española, es, heroica y claustral;

monástica y bélica;

el poema rojo de la guerra y el salmo negro del monasterio, se unen en ella y la modelan;

su Epopeya, es, un grito enorme de Violencia y de Fe;

lo heroico reside en ella en dosis inverosímiles, y, lo piadoso es una inmensidad;

lo trágico está en el fondo de su vida, un trágico de Atridas, que hace retroceder el alma asombrada, á los más remotos horizontes de la Historia;

Dios, llena toda la historia de aquel pueblo, con el mismo soplo de Heroicidad y de Ferocidad, con que llena Jehová las páginas sonoras de la Biblia;

hay una extraña similitud, entre estos dos pueblos, guerreros tenaces y rapaces, fanatizados por un terrible Ideal, impulsados por el fanatismo religioso y llevados por él á través de la Historia, como por un huracán, estéril y fatal;

esa supervivencia de idolatría árabe, ha sido el Alfa y el Omega de la Historia de ese pueblo á través de los siglos, y ha hecho el alma nacional, roja, como las arenas del desierto, negra, como la sombra de una montaña, en la noche;

alma de Kalifa y de Monje;

Sacerdotal y marcial;

Omar y Loyola;

bajo cada héroe hay un fraile, bajo cada fraile hay un héroe;

en todos esos guerreros y esos monjes, que llenan las historias, las comedias y las pinturas, de los siglos florecientes del alma española, ¿qué nota impera? la nota roja; la nota negra;

esos Señores, con gorguilla y ferreruelos que en el Museo del Prado, emergen de las telas negras, sus cabezas pálidas y anormales, como obsesionados de un tenaz sueño de rapiña y de gloria, tuvieron el alma roja, roja como las manos: fueron los hombres de Flandes y de América; guerreros y conquistadores; hombres de presa; hombres de sangre;

y, esos obispos, esos abades, esos frailes, que en el Silencio de las sacristías, destacan de las telas mal pintadas y del gris opaco de sus sayales, sus cabezas de buitres pensativos, con miradas torvas de asesinos: todos ellos tuvieron el alma negra; fueron los hombres de la Inquisición;

el rojo de la espada;

lo negro de la cruz;

he ahí el alma hispana;

yo no he visto alma más dolorosa, que esa grande y noble alma española;

toda la tristeza árida de sus campos castellanos se conglomera en ella, inconsolable y austera;

aun en su carcajada es triste;

¿hay algo más melancólico, que la alegría que se desprende del Quijote?

el Quijote, bien leído, hace llorar;

y, en él reside el alma española, toda el alma española, heroica y creyente; desmesuradamente triste...

esa es el alma que gime y canta y pasa como un fantasma en campos de desolación por los libros de Valle-Inclán;

¡alma radiosa y misteriosa, en paisajes de opacidad!;

es verdad, que un ligero azul, tiñe á veces los cielos, de esos cuadros, llenos de una mansedumbre de Infinito, diáfanos al nacer el Alba:

pero, pronto se obscurecen;

el azul, es un color italiano;

sus campos esmeraldean en ocasiones, con un frescor de primavera, donde florece una alegría de rosas;

pero, pronto se descoloran, se entenebrecen, entran en la sombra;

el verde es un color holandés;

Su cultura varía, su pasión de Arte, da á veces á esos cielos tonos delicuescentes de un lila pálido;

pero pronto se diluyen y se esfuman; mueren bajo la noche;

el lila, es un color francés;

¿cuál es el alma del Marqués de Bradomín?

el alma de un monje conquistador: roja y negra;

pasead por el Jardín novelesco; los muertos os hablan, los duendes os persiguen, las brujas os acechan, como en Shakespeare; hasta los niños que mueren en la cuna, parecen expirar bajo una maldición;

los campesinos que allí hablan, no saben sino de leyendas medrosas, de historias de asesinatos, de cuentos de aparecidos, de narraciones de milagros;

hablan en el silencio de la noche, con voces miedosas, en torno á la hoguera intermitente que finge alucinaciones; y, tiemblan, como bajo el resplandor de un puñal;

aquellas almas, no ven sino rojo y negro; lo negro de su ignorancia, lo rojo de su pasión salvaje:

en: Flor de Santidad, el paisaje se aclara á veces, hasta ese gris verdoso-acuático, que priva en los cuadros del Grecco, y, bajo ese cielo con las tonalidades de un sayal, las figuras, se mueven, espectrales y difusas, en una vaguedad de limbo, inconsolables ó siniestras, criminales ó miserables: negras y rojas;

cuando habéis leído este Escritor, extraño y prodigioso, sentís, tal tristeza en el ánimo, tal bruma de desolación, que vuestra alma, parece como hundida en esos mismos paisajes muertos, en que aquella fantasía, hosca y genial, evocó é hizo gritar, la taciturna é inconsolable alma española;

y, es, que, Valle-Inclán, como todos los escritores de raza, pone toda su alma en sus libros;

y, su alma es: negra y roja;

¡negra y roja! como la agonía de un crepúsculo en el mar;

alma de meditación y alma de acción;

porque ya os lo he dicho: el alma de Valle-Inclán, es la de un monje guerrero;

es un místico-bélico;

místico, quiere decir: del Misterio;

en ese sentido, Valle-Inclán, es, un místico;

y, con él, todos los poetas obsesionados de Infinito;

pero, místico, no quiere decir, precisamente, católico;

el misticismo y, el catolicismo, pueden hermanarse y se hermanan, como en el Dante, con una violencia sombría, que es como una epilepsia del Dogma;

pero, se puede ser místico y anti-católico, como Hugo; místico y panteísta, como Goethe, porque esas almas, inquietas y tenebrosas, volotean en el dintel del Misterio, como las águilas del polo, en las riberas del mar glacial, insondable, impenetrable;

el Misterio, será siempre la atracción suprema de las grandes almas;

el Arte, es como un culto del Misterio, del cual la Belleza, es la Esencia Revelatriz;

la Ortodojia, no implica el Misticismo, ni la Heterodojia lo excluye; porque ninguna de las dos, es fin y esencia del Arte; ni indican formas aproximativas, reales ni metafísicas de la Belleza, que se transparenta del fondo del Misterio;

Valle-Inclán, es un místico, como Huysman, pero, sin ardores de sectario;

es, uno, como Revenant del Renacimiento, un hermano de Vinci, con el cual guarda múltiples puntos de contacto;

y, como todos los artistas de aquella época iluminada y bravía, es tan pronto á la inspiración como al combate; y, cerca á su pluma austera, está su sable desnudo;

hay de ascetismo puro, en la vida intelectual de Valle-Inclán, en su amor fosco y apasionado por la Belleza, en su culto al Arte, en el ardor con que lo defiende; en la devoción con que trabaja la hermosura arquitectural de sus frases, su modo maravilloso de expresión, y, el grito de su elocuencia veraz y difusa, llena de un sublime dolor, noblemente cantado, como en el motivo de una sinfonía coral: dolor de Humanidad, enorme, sereno, diáfano como un cielo de Estío;

Valle-Inclán, como toda la juventud intelectual de España, desprecia la política y los políticos y se aisla de ellos, como de una lepra contagiosa;

y, yo, hallaría razón, á aquellos Caballeros del Ideal, desarzonados por el huracán del pesimismo, si no viera, que confunden lamentablemente, los hombres, con las ideas, y, castigan, á éstas, que son inocentes, con el odio que merecen aquéllos, que son culpables...

en la osatura moral, alta y recia de Valle-Inclán, no hay elementos para un político: carece de vértebras;

es un idealista, meditativo y tenaz, casi un iluminado, consciente de su sagrado deber de Iniciador, seguro de que todo Artista, es un Apóstol, por el esfuerzo profundo, y el candor colérico de su Fe;

para mí, el Trinomio del Arte Latino, en Europa, lo forman hoy, estos tres nombres: D'Annunzzio, en Italia; Mæterlinck,* en Francia; y, Valle-Inclán, en España;

[*] Se me dirá que Mæterlinck es belga. Sea. Pero tiene un alma latina. Escribe en francés y su arte y su cultura, francesas son.

leed la prosa impecable de este último, esa prosa lapidada y abrillantada, prosa de un benedictino que fuese un Poeta, y, decidme si la hay más perfecta y, más sonora;

siendo por su esfuerzo de indagación, un amador de frases arcaicas y un hacedor maravilloso de ellas, sabe sin embargo, tomar del modernismo una tersura de ritmos y una elasticidad de prosodia, que dan á su estilo, una novedad dentro de la tradición, que no se ve, en escritor algotro de su lengua;

él, ha logrado hacer, con lingotes de viejo oro español, el más bello sagrario á la modernidad;

... Si sois un espíritu fatigado, en ansia de reposo, no leáis los libros de Valle-Inclán: su tumulto extraño exasperará vuestras neurosis;

en aquel torrente, negro como la noche, las estrellas no brillan fraternales, sino como rostros de Ménades, vistas en el antro profundo;

Valle-Inclán, como todos los escritores, geniales y profundos, es un gran Incitador;

su mérito mayor no está en lo que os dice, sino en lo que os sugiere;

simbolista nato, y, de alta escuela, él, os entrega á lo Ignoto, abre con mano violenta, las puertas del Misterio; y, os hace entrar en El;

vuestros ojos, ávidos, buscan; y, seguís el alma del Autor, y, esa alma se os escapa, como una sombra, borrada en la vetusta palidez de un muro; ella, también es, un Símbolo;

y, vuestro sueño, comienza, donde el Sueño del Autor acaba;

el último esfuerzo del Arte, es, este sugerimiento de la Belleza Interior, este don de poner alas en los espíritus, esta facultad de abrir en lo desconocido, horizontes incitativos al vuelo;

esa ampliación ilimitada, de la óptica espiritual, es privilegio exclusivo de aquellos seres raros y fugitivos, que tienen en su mano la antorcha del Genio, esa antorcha inseparable, que termina por arder y calcinar la misma mano que la levanta en la noche;

esa facultad de hacernos sentir, lo que no nos han dicho, y, no nos dirán jamás, y, de hacernos prosternar ante el Verbo virgen, que yace en el labio mudo, es, la más alta aptitud de los Escritores Optimos, de aquellos cuyo pensamiento vive en la nube vertiginosa del Símbolo, cercano á la tenebrosa obscuridad del Misterio;

y, Valle-Inclán, posee esa aptitud, en enormidad;

el pavor que se siente, mirando ese río de tinieblas, que es la Poesía Hebraica, os asalta leyendo los vastos poemas de Valle-Inclán, llenos de un espiritualismo vehemente; de un acre deseo de Infinito;

es como un Isaías, sin cóleras, coronado de rosas de Israël;

los nardos de sus prosas, os embriagan, os sumen en soñaciones y añoranzas;

la emoción personal, intensa y dolorosa, se oculta bajo la frase altanera, como el rostro de un hidalgo, bajo el embozo de la capa; pero, los ojos, los terribles ojos obsesionantes del espíritu, quedaban allí, brillando como soles:

sólo Mæterlinck tiene ese poder de ideación, y, os deja esta impresión inaccesible é inexplicable despótica y dulce á la vez, que os dejan los libros de Valle-Inclán;

libros de Iniciación; libros de Vida espiritual, donde el miraje se cristaliza, y la Visión, se hace cíclica;

imperiosa y singular, compleja y luminosa la Obra de Valle-Inclán, es como su alma: una de las más raras y más grandes, que hayan aparecido en la agonía lamentable del siglo último y brillado en el alba incierta de este nuevo siglo, lleno de misteriosas renovaciones;

y, es, por su rareza, que me atrae;

por su rareza, y por su profundidad;

ondulante, cambiante, borrascoso; pesado de Misterio; un lago en la montaña; negro bajo las estrellas;...

esa alma medio-eval, mezcla de Vinci y de Savonarola, llena de germinaciones de Arte, y, de Obsesiones de Muerte;

ese escritor con alma de conquistador; tan apto para manejar la pluma de Dante, como para ceñirse la espada del Cid; monje letrado y turbulento, muy superior á Tolstoy, del cual no tiene la mentirosa simplicidad, y, muy semejante á Josephin Peládan, del cual no tiene, la desesperante comicidad;

ese soñador brumoso y audaz, lleno de prestigios interiores, rico en la maravilla de sus creaciones superiores, ha de atraer sobre sí, en hora no muy remota, la entusiasta é imperativa admiración, del mundo latino-intelectual, de las almas de êlite, enamoradas de la pura Belleza Espiritual, y del encanto infinitamente subtil de las ideas;

actuando en un campo absolutamente rebelde al Arte, Nuevo, Valle-Inclán, no triunfará en España, pero, está llamado á triunfar en América, y, á regir el imperio de la bella prosa hispana, más allá del mar;

Cautivo de su Libertad, Valle-Inclán, es como todos los grandes escritores, un Soberano de la Impopularidad;

el vulgo iletrado lo ignora, el vulgo letrado, quisiera ignorarlo;

el gusto profano y profanador de la burguesía intelectual, no ama, no puede amar, la noble Metafísica y la elegante estética, de este Novalis peninsular, tan lleno de misterioso encanto;

la prueba de la Soledad, esa prueba que consagra al Genio, la ha sufrido Valle-Inclán, en España, y, ha de sufrirla en América, por parte de aquellos atrofiados, sin otro prestigio que el de su propia incapacidad;

pero, hallará allí, un grupo mayor de almas, mejor preparadas para percibir y recibir esa irradiación de Belleza que surge de las obras singulares, las obras inquietantes, que escapan á la comprensión de los mediocres;

la juventud intelectual de América, ya tan exquisitamente cultivada, esa juventud innovadora, que ha hecho del Arte, una como Teología de la Belleza, esa, acogerá á Valle-Inclán, aclamará á Valle-Inclán, seguirá á Valle-Inclán, como á un Maestro, como al más alto y puro Maestro, que el Renacimiento de la España literaria, puede ofrecer á la inquietud ávida de sus almas, enamoradas de un severo Ideal.

Vargas VILA.

París, 1907.

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