LAURENCIO, NISE.
LAURENCIO Ya se han ido. ¿Podré yo,
Nise, con mis brazos darte 170
parabién de tu salud?
NISE ¡Desvía, fingido, fácil,
lisonjero, engañador,
loco, inconstante, mudable
hombre, que en un mes de ausencia 175
-que bien merece llamarse
ausencia la enfermedad-,
el pensamiento mudaste!
Pero mal dije en un mes,
porque puedes disculparte 180
con que creíste mi muerte,
y, si mi muerte pensaste,
con gracioso sentimiento,
pagaste el amor que sabes,
mudando el tuyo en Finea. 185
LAURENCIO ¿Qué dices?
NISE Pero bien haces:
tú eres pobre, tú discreto,
ella rica y ignorante;
buscaste lo que no tienes,
y lo que tienes dejaste. 190
Discreción tienes, y en mí
la que celebrabas antes
dejas con mucha razón;
que dos ingenios iguales
no conocen superior; 195
y, por dicha, ¿imaginaste
que quisiera yo el imperio
que a los hombres debe darse?
El oro que no tenías,
tenerle solicitaste 200
enamorando a Finea.
LAURENCIO Escucha...
NISE ¿Qué he de escucharte?
LAURENCIO ¿Quién te ha dicho que yo he sido
en un mes tan inconstante?
NISE ¿Parécete poco un mes? 205
Yo te disculpo, no hables;
que la Luna está en el cielo
sin intereses mortales,
y en un mes, y aun algo menos,
está creciente y menguante. 210
Tú en la tierra, y de Madrid,
donde hay tantos vendavales
de intereses en los hombres,
no fue milagro mudarte.
Dile, Celia, lo que has visto. 215
CELIA Ya, Laurencio, no te espantes
de que Nise, mi señora,
de esta manera te trate:
yo sé que has dicho a Finea
requiebros...
LAURENCIO ¡Que me levantes, 220
Celia, tales testimonios!...
CELIA Tú sabes que son verdades;
y no solo tú a mi dueño
ingratamente pagaste,
pero tu Pedro, el que tiene 225
de tus secretos las llaves,
ama a Clara tiernamente.
¿Quieres que más te declare?
LAURENCIO Tus celos han sido, Celia,
y quieres que yo los pague. 230
¿Pedro a Clara, aquella boba?
NISE Laurencio, si le enseñaste,
¿por qué te afrentas de aquello
en que de ciego no caes?
Astrólogo me pareces, 235
que siempre de ajenos males,
sin reparar en los suyos,
largos pronósticos hacen.
¡Qué bien empleas tu ingenio!
«De Nise confieso el talle, 240
mas no es sólo el exterior
el que obliga a los que saben.»
¡Oh, quién os oyera juntos!...
Debéis de hablar en romances,
porque un discreto y un necio 245
no pueden ser consonantes.
¡Ay Laurencio, qué buen pago
de fe y amor tan notable!
Bien dicen que a los amigos,
prueba la cama y la cárcel. 250
Yo enfermé de mis tristezas,
y, de no verte ni hablarte,
sangráronme muchas veces.
¡Bien me alegraste la sangre!
Por regalos tuyos tuve 255
mudanzas, traiciones, fraudes;
pero, pues tan duros fueron,
di que me diste diamantes.
Ahora bien: ¡esto cesó!
LAURENCIO ¡Oye, aguarda!...
NISE ¿Que te aguarde? 260
Pretende tu rica boba,
aunque yo haré que se case
más presto que tú lo piensas.
LAURENCIO ¡Señora!...