[Escena III]

 

 

 

LAURENCIO, NISE.

   

LAURENCIO Ya se han ido. ¿Podré yo,

Nise, con mis brazos darte 170

parabién de tu salud?

 

 

NISE ¡Desvía, fingido, fácil,

lisonjero, engañador,

loco, inconstante, mudable

hombre, que en un mes de ausencia 175

-que bien merece llamarse

ausencia la enfermedad-,

el pensamiento mudaste!

Pero mal dije en un mes,

porque puedes disculparte 180

con que creíste mi muerte,

y, si mi muerte pensaste,

con gracioso sentimiento,

pagaste el amor que sabes,

mudando el tuyo en Finea. 185

 

 

LAURENCIO ¿Qué dices?

 

 

NISE Pero bien haces:

tú eres pobre, tú discreto,

ella rica y ignorante;

buscaste lo que no tienes,

y lo que tienes dejaste. 190

Discreción tienes, y en mí

la que celebrabas antes

dejas con mucha razón;

que dos ingenios iguales

no conocen superior; 195

y, por dicha, ¿imaginaste

que quisiera yo el imperio

que a los hombres debe darse?

El oro que no tenías,

tenerle solicitaste 200

enamorando a Finea.

 

 

LAURENCIO Escucha...

 

 

NISE ¿Qué he de escucharte?

 

 

LAURENCIO ¿Quién te ha dicho que yo he sido

en un mes tan inconstante?

 

 

NISE ¿Parécete poco un mes? 205

Yo te disculpo, no hables;

que la Luna está en el cielo

sin intereses mortales,

y en un mes, y aun algo menos,

está creciente y menguante. 210

Tú en la tierra, y de Madrid,

donde hay tantos vendavales

de intereses en los hombres,

no fue milagro mudarte.

Dile, Celia, lo que has visto. 215

 

 

CELIA Ya, Laurencio, no te espantes

de que Nise, mi señora,

de esta manera te trate:

yo sé que has dicho a Finea

requiebros...

 

 

LAURENCIO ¡Que me levantes, 220

Celia, tales testimonios!...

 

 

CELIA Tú sabes que son verdades;

y no solo tú a mi dueño

ingratamente pagaste,

pero tu Pedro, el que tiene 225

de tus secretos las llaves,

ama a Clara tiernamente.

¿Quieres que más te declare?

 

 

LAURENCIO Tus celos han sido, Celia,

y quieres que yo los pague. 230

¿Pedro a Clara, aquella boba?

 

 

NISE Laurencio, si le enseñaste,

¿por qué te afrentas de aquello

en que de ciego no caes?

Astrólogo me pareces, 235

que siempre de ajenos males,

sin reparar en los suyos,

largos pronósticos hacen.

¡Qué bien empleas tu ingenio!

«De Nise confieso el talle, 240

mas no es sólo el exterior

el que obliga a los que saben.»

¡Oh, quién os oyera juntos!...

Debéis de hablar en romances,

porque un discreto y un necio 245

no pueden ser consonantes.

¡Ay Laurencio, qué buen pago

de fe y amor tan notable!

Bien dicen que a los amigos,

prueba la cama y la cárcel. 250

Yo enfermé de mis tristezas,

y, de no verte ni hablarte,

sangráronme muchas veces.

¡Bien me alegraste la sangre!

Por regalos tuyos tuve 255

mudanzas, traiciones, fraudes;

pero, pues tan duros fueron,

di que me diste diamantes.

Ahora bien: ¡esto cesó!

 

 

LAURENCIO ¡Oye, aguarda!...

 

 

NISE ¿Que te aguarde? 260

Pretende tu rica boba,

aunque yo haré que se case

más presto que tú lo piensas.

 

 

LAURENCIO ¡Señora!...

 

 

Share on Twitter Share on Facebook