Escena I

[FINEA sola.]

FINEA ¡Amor, divina invención

de conservar la belleza

de nuestra naturaleza,

o accidente o elección!

Extraños efetos son 5

los que de tu ciencia nacen,

pues las tinieblas deshacen,

pues hacen hablar los mudos,

pues los ingenios más rudos

sabios y discretos hacen. 10

No ha dos meses que vivía

a las bestias tan igual,

que aun el alma racional

parece que no tenía.

Con el animal sentía 15

y crecía con la planta;

la razón divina y santa

estaba eclipsada en mí,

hasta que en tus rayos vi,

a cúyo sol se levanta. 20

Tú desataste y rompiste

la escuridad de mi ingenio;

tú fuiste el divino genio

que me enseñaste, y me diste

la luz con que me pusiste 25

el nuevo ser en que estoy.

Mil gracias, amor, te doy,

pues me enseñaste tan bien,

que dicen cuantos me ven

que tan diferente soy. 30

A pura imaginación

de la fuerza de un deseo,

en los palacios me veo

de la divina razón.

¡Tanto la contemplación 35

de un bien pudo levantarme!

Ya puedes del grado honrarme,

dándome a Laurencio, amor,

con quien pudiste mejor,

enamorada, enseñarme. 40

 

 

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