Escena VIII

CLARA, criada.- [Dichas.]

   

CLARA: [A FINEA.]

¡Topé contigo, a la fe!

 

NISE: Ya, Celia, las dos amigas

se han juntado.

 

CELIA: A nadie quiere

más, en todas las criadas.

 

CLARA: ¡Dame albricias, tan bien dadas

como el suceso requiere!

 

FINEA: Pues, ¿de qué son?

 

CLARA: Ya parió

nuestra gata la romana.

  

FINEA: ¿Cierto, cierto?

 

CLARA: Esta mañana.

 

FINEA: ¿Parió en el tejado?

 

CLARA: No.

 

FINEA: Pues, ¿dónde?

 

CLARA: En el aposento;

que cierto se echó de ver

su entendimiento.

 

FINEA: Es mujer

notable.

 

CLARA: Escucha un momento.

Salía, por donde suele,

el Sol, muy galán y rico,

con la librea del rey,

colorado y amarillo;

andaban los carretones

quitándole el romadizo

que da la noche a Madrid,

aunque no sé quién me dijo

que era la calle Mayor

el soldado más antiguo,

pues nunca el mayor de Flandes

presentó tantos servicios;

pregonaban aguardiente,

agua biznieta del vino,

los hombres Carnestolendas,

todos naranjas y gritos.

Dormían las rentas grandes,

despertaban los oficios,

tocaban los boticarios

sus almireces a pino,

cuando la gata de casa

comenzó, con mil suspiros,

a decir: «¡Ay, ay, ay, ay!

¡Que quiero parir, marido!»

Levantóse Hociquimocho,

y fue corriendo a decirlo

a sus parientes y deudos;

que deben de ser moriscos,

porque el lenguaje que hablaban,

en tiple de monacillos,

si no es jerigonza entre ellos,

no es español, ni latino.

Vino una gata vïuda,

con blanco y negro vestido

-sospecho que era su agüela-,

gorda y compuesta de hocico;

y, si lo que arrastra, honra,

como dicen los antiguos,

tan honrada es por la cola

como otros por sus oficios.

Trújole cierta manteca,

desayunóse y previno

en qué recebir el parto.

Hubo temerarios gritos:

no es burla; parió seis gatos

tan remendados y lindos,

que pudieran, a ser pías,

llevar el coche más rico.

Regocijados bajaron

de los tejados vecinos,

caballetes y terrados,

todos los deudos y amigos:

Lamicola, Arañizaldo,

Marfuz, Marramao, Micilo,

Tumba[h]ollín, Mico, Miturrio,

Rabicorto, Zapaquildo;

unos vestidos de pardo,

otros de blanco vestidos,

y otros con forros de martas,

en cueras y capotillos.

De negro vino a la fiesta

el gallardo Golosino,

luto que mostraba entonces

de su padre el gaticidio.

Cuál la morcilla presenta,

cuál el pez, cuál el cabrito,

cuál el gorrïón astuto,

cuál el simple palomino.

Trazando quedan agora,

para mejor regocijo

en el gatesco senado

correr gansos cinco a cinco.

Ven presto, que si los oyes,

dirás que parecen niños,

y darás a la parida

el parabién de los hijos.

 

FINEA: ¡No me pudieras contar

caso, para el gusto mío,

de mayor contentamiento!

 

CLARA: Camina.

 

FINEA: Tras ti camino.

[Vanse FINEA y CLARA.]

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