- XIV -

Reprobado el ajeno error, en lo que hace a aquella parte que en las riquezas se apoyaba, hemos de reprobarlo en aquella otra parte que decía ser el tiempo causa de la nobleza, al decir antigua riqueza; y esta reprobación se hace en la parte que comienza: No quieren que el villano noble se haga. Y primeramente se reprueba por una razón de los mismos que así yerran; luego, para su mayor confusión, destrúyese esta razón también; y se hace esto al decir: Síguese, pues, de cuanto llevo dicho. Por último se deduce que es manifiesto su error, y por tanto tiempo ya de proponerse la verdad; y hace esto cuando dice: Que al intelecto sano.

Digo, pues: No quieren que el villano noble se haga. Donde se ha de saber que la opinión de los que yerran es que a un hombre primeramente villano nunca se le puede decir noble, y del mismo modo a quien hijo sea de villano. Y esto rompe su misma opinión cuando dicen que se requiere tiempo para la nobleza al poner el vocablo antiguo; porque es imposible, siguiendo el proceso del tiempo, llegar a la generación de nobleza, por esta su misma razón, que se ha dicho, la cual descarta el que un hombre villano pueda llegar nunca a ser noble por sus obras, o por cualquier circunstancia; y descarta el cambio de padre villano en hijo noble; porque si el hijo del villano es también villano, y su hijo, por ser hijo de villano, lo es él asimismo, nunca se podrá hallar el punto en que nobleza comience por proceso de tiempo. Y si el adversario, queriéndose defender, dijese que empezara nobleza en el tiempo en que se haya olvidado la baja condición de los antecesores, respondo que tal es contrario a lo que ellos dicen, pues que necesariamente habrá transformación de villanía en nobleza de un hombre a otro o de padre a hijo, lo cual es contrario a cuanto ellos dicen.

Si el adversario se defendiese pertinazmente, diciendo que estas transformaciones pueden hacerse cuando la baja condición de los antecesores yace en olvido, aunque el texto no se cuide de esto, merece que la glosa responda. Y por eso respondo que de lo que dicen se siguen cuatro grandísimos inconvenientes, de modo que no puede haber buena razón.

Es el uno, que cuanto mejor fuese la Naturaleza humana tanto más difícil y tardía sería la generación de nobleza; lo cual es grande inconveniente, puesto que se conmemora la cosa cuanto mejor es, y tanto más causa de bien; y la nobleza se conmemora entre los bienes. Y que esto es así se demuestra: si la gentileza o nobleza -que por ambas entiendo lo mismo se engendrase en el olvido, cuanto más desmemoriados fuesen los hombres, tanto más pronto se engendraría la nobleza, porque tanto más pronto vendría todo olvido. Conque cuanto más desmemoriados fuesen los hombres, tanto más pronto serían nobles; y, por el contrario, cuanta mejor memoria tuviesen, tanto más tardarían en ennoblecerse.

El segundo es que en cosa ninguna, excepto en los hombres, podría hacerse esta distinción, a saber: noble y vil, lo cual es grave inconveniente, puesto que en toda especie, de cosas vemos las imágenes de nobleza o de vileza, por lo que frecuentes veces decimos a un caballo noble y a otro vil; y noble a un ladrón y a otro vil; y noble a una margarita noble y vil a otra. Y que tal distinción no se podría hacer, demuéstrase así: si el olvido de los antecesores de baja condición es causa de nobleza, donde no hubo bajeza en los antecesores no pudo haber olvido; como quiera que el olvido es corrupción de la memoria, y en los animales, plantas y minerales no se advierten la bajeza y la alteza -porque han nacido en único e igual estado-, y en ellos no puede haber generación de nobleza ni de villanía, puesto que una y otra se consideran como hábito y privación, que son posibles en un mismo sujeto; y por eso no podría haber distinción entre una y otra. Y si el adversario dijese que en las demás cosas se entiende por nobleza la bondad de la cosa, y en los hombres el que no haya memoria de su baja condición, deberíase responder, no con palabras, sino con cuchillo, a bestialidad tan grande como es el dar la bondad por causa a la nobleza de las demás cosas, y a la de los hombres, por principio el olvido.

Es el tercero, que muchas veces aparecería antes el engendrado que el genitor, lo cual es del todo imposible; y esto se puede demostrar así: pongamos que Gerardo da Camino hubiese sido nieto del villano más vil que hubiera bebido nunca en el Sil o en el Cagnano, y que aún no se hubiera olvidado la memoria de su abuelo. ¿Quién osará decir que Gerardo da Camino fuese hombre vil? ¿Y quién no estará conmigo al decir que ha sido noble? Cierto que nadie, por más que parezca presuntuoso, porque tal fue y lo será siempre su memoria. Y si no se hubiese olvidado la de su abuelo, como se dice, y fuese éste muy noble, y su nobleza se viese claramente, antes hubiérale temido él que su genitor; lo cual es de todo punto imposible.

El cuarto es que habría hombre tenido por noble luego de muerto, no habiéndolo sido vivo; lo cual sería lo más inconveniente; y esto se demuestra así: pongamos que en el tiempo de Dardano se conservase memoria de sus antecesores de baja condición, y pongamos que en el tiempo de Laomedonte hubiérase borrado tal memoria y llegado el olvido. Según la opinión adversa, Laomedonte fue noble y Dardano villano, en vida.

Nosotros, a quienes no ha llegado la memoria de sus antepasados -los de Dardano, digo-, ¿diremos que Dardano, mientras vivió, fue villano, y que muerto es noble?; y no es, contra lo que dice, que Dardano fuese hijo de Júpiter, porque eso es fábula, la cual, discutiendo filosóficamente, no es de tener en cuenta, y aun si con la fábula se quisiese detener al adversario, ciertamente lo que la fábula encubre deshace todas sus razones.

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