XXVI

¡Pero no creo en tu cárcel, oh, hombre; oh, amo! ¡No creo en tu hierro, ni en tu piedra, ni en tu fuerza, oh, hombre; oh, amo! Lo que yo he visto derribado no volverá a alzarse jamás.

No de otra suerte hubiera hablado el profesor Pascale.

Share on Twitter Share on Facebook