Gozo de los cristianos
El Cid envía nuevo presente al rey
En Valencia están alegres todas las gentes cristianas, tantos dineros tenían, tantos caballos y armas.
Doña Jimena y sus hijas alegres también estaban y aquellas damas que ya se tenían por casadas.
El bueno de Mío Cid no perdía tiempo en nada:
“¿En dónde estáis, grande hombre? Venid para acá, Minaya.
La ganancia que os toca os la tenéis bien ganada, y a más de mi quinta parte os digo con toda el alma que toméis lo que quisiereis: con lo que quede me basta.
Mañana al romper el día habéis de marchar sin falta, con caballos de esta quinta que me tocó en la ganancia, todos con sillas y frenos, todos con sendas espadas; por amor de mi mujer y mis hijas adoradas, por habérmelas mandado a donde e]las deseaban, estos doscientos caballos al rey el Cid le regala, que no piense don Alfonso mal del que en Valencia manda”.
Ordena a Pedro Bermúdez que se marche con Minaya.
Otro día de mañana muy a prisa cabalgaban
con doscientos caballeros que llevan en su compaña; dirán al rey que Mío Cid ambas manos le besaba, que de esta lid que Rodrigo de Vivar tiene ganada, doscientos buenos caballos en regalo se los manda, que siempre le servirá mientras que viva su alma.