Minaya ve cumplido su voto.
Botín de la batalla.
El Cid dispone un presente para el rey.
Al buen Minaya Álvar Fáñez bueno le salió el caballo, de esos moros enemigos ha matado a treinta y cuatro; de tajos que dio su espada muy sangriento lleva el brazo: por más abajo del codo va la sangre chorreando.
Dijo Álvar Fáñez: “Ahora ya contento me he quedado, a Castilla las noticias en seguida irán llegando de que en batalla campal victoria el Cid ha ganado”.
Muchos moros yacen muertos; pocos con vida dejaron, que al perseguirlos sin tregua alcance les fueron dando.
Van volviendo los guerreros de Mío Cid bienhadado; andaba el Campeador montado en su buen caballo, la cofia lleva fruncida, su hermosa barba mostrando, echada atrás la capucha y con la espada en la mano.
A sus guerreros miraba, que ya se van acercando.
“Gracias al Dios de los cielos, Aquél que está allí en alto, porque batalla tan grande nosotros la hemos ganado”.
El campamento morisco los del Cid le saquearon, armas, escudos, riquezas muy grandes se han encontrado.
Los hombres de Mío Cid que en el campamento entraron se encuentran, de los moriscos, con quinientos diez caballos.
¡Gran alegría que andaba por entre aquellos cristianos!
Al ir a contar sus bajas tan sólo quince faltaron.
Tanto oro y tanta plata no saben dónde guardarlo enriquecidos están todos aquellos cristianos con aquel botín tan grande que se habían encontrado.
Los moros que los servían al castillo se tornaron y aún mandó el Campeador que les regalaran algo.
Gran gozo tiene Ruy Díaz, con él todos sus vasallos.
Repartir manda el dinero y aquellos bienes ganados, en su quinta parte al Cid tocáronle cien caballos.
¡Dios, y qué bien que pagó Mío Cid a su vasallos, a los que luchan a pie y a los que luchan montados!
Muy bien que lo arregla todo Mío Cid el bienhadado, los hombres que van con él satisfechos se quedaron.
“Oídme, Álvar Fáñez Minaya, vos que sois mi diestro brazo: de todas esas riquezas que el Creador nos ha dado cuanto para vos queráis cogedlo con vuestra mano.
Para que se sepa allí, quiero a Castilla mandaros con nuevas de esta batalla que a moros hemos ganado.
Al rey don Alfonso, al rey que de Castilla me ha echado quiero hacerle donación de treinta buenos caballos, cada uno con su silla, todos muy bien enfrenados, todos con sendas espadas de los arzones colgando”.
Dijo Minaya Álvar Fáñez: “Yo lo haré de muy buen grado”.