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Galve, herido, y los moros, derrotados.

 

El buen Martín Antolínez un buen tajo a Galve da, los rubíes de su yelmo los parte por la mitad, la lanza atraviesa el yelmo, a la carne fue a llegar; el rey moro el otro golpe ya no lo quiso esperar.

Los reyes Fáriz y Galve derrotados están ya.

¡Qué buen día que fue aquel, Dios, para la cristiandad!

Por una y por otra parte los moros huyendo van.

Los hombres de Mío Cid los querían alcanzar,

el rey Fáriz en Terrera se ha llegado a refugiar, pero a Galve no quisieron abrirle la puerta allá; a Calatayud entonces a toda prisa se va.

Pero el Cid Campeador le persigue sin parar

y va detrás del rey moro hasta la misma ciudad.

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