De los medios de procurarse la felicidad

Fijándose en uno de estos puntos de vista es cómo el hombre, que puede vivir conforme a su libre voluntad, debe, para conducirse bien en la vida, proponerse un objeto especial, como el honor, la gloria, la riqueza o la ciencia; y fijas sus miradas en el objeto que ha escogido, debe referir a él todas las acciones que ejecuta, porque es una señal de extravío mental el no haber ordenado su existencia según un plan regular y constante. Tam bién es un punto capital el darse uno razón a sí mismo, sin precipitación y sin negligencia, de cuál de estos bienes humanos hace consistir la felicidad, y cuáles son las condiciones que nos parecen absolutamente indispensables para que la felicidad sea posible.

Importa no confundir, por ejemplo, la salud y las cosas sin las cuales la salud no podría existir. Lo mismo aquí que en una multitud de casos no debe confundirse la felicidad con las cosas sin las cuales no puede ser uno dichoso. Entre estas condiciones hay algunas que no son especiales a la salud como tampoco lo son a la vida dichosa, sino que son hasta cierto punto comunes a todas las maneras de ser, a todos los actos sin excepción.

Es demasiado claro que sin las funciones orgánicas de respi rar, de velar, de movernos, no podríamos sentir ni el bien ni el mal. Al lado de estas condiciones generales hay otras, que son especiales a cada clase de objetos y que importa no desconocer. Volviendo, por ejemplo, a la salud, las funciones que acabo de citar son mucho más esenciales que la condición de comer y de pasearse después de comer.

Por esta causa se suscitan tantas cuestiones sobre la felicidad, y se pregunta qué es y cómo se la puede obtener con se guridad, porque hay personas que consideran como partes constitutivas de la felicidad las cosas sin las cuales ella sería imposible.

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