Examen de las teorías anteriormente expuestas

Sería bien inútil examinar una a una todas las opiniones emitidas sobre esta materia. Las ideas que pasan por la cabeza de los niños, de los enfermos y de los hombres perversos, no merecen parar la atención de un espíritu serio, ni que discurramos sobre ellas. A los unos sólo faltan algunos años más para que cambien y maduren; los demás tienen necesidad de los auxilios de la medicina o de la política que los cure o los castigue, porque la curación que proporcionan los castigos es un remedio tan eficaz como los de la medicina. Tampoco deben tomarse en cuenta en lo relativo a la felicidad las opiniones del vulgo.

Éste habla de todo con igual ligereza, y particularmente de…

, y sólo debemos ocuparnos de la opinión de los sabios. Sería una cosa mal hecha razonar con gentes que no conocen la ra-zón y que sólo escuchan la pasión que los domina. Por lo de más, como todo objeto de estudio suscita cuestiones que son enteramente especiales, y las hay también de esta clase en lo que tienen relación con la mejor vida que el hombre debe seguir y con la existencia que puede adoptar con preferencia a todas las demás, éstas son las opiniones que merecen un serio examen, porque los argumentos de los adversarios, cuando han sido refutados, son demostraciones de los juicios opuestos a los suyos.

También es bueno no olvidar el fin a que principalmente de be tender todo este estudio, a saber, el de conocer los medios de asegurarse una existencia buena y bella, ya que no quiera decirse perfectamente dichosa, palabra que quizá parezca demasiado ambiciosa; y también el de satisfacer la aspiración, que puede abrigarse en todos los momentos de la vida, de sólo ejecutar cosas honestas.

Si no se considera la felicidad sino como un resultado del azar o de la naturaleza, es preciso que los más de los hombres renuncien a ella, que entonces la adquisición de la felicidad no depende del esfuerzo del hombre, no nace de él, y no tiene por tanto necesidad de ocuparse de ella. Si, por el contrario, se admite que las cualidades y los actos del individuo pueden decidir de su felicidad, entonces se hace ésta un bien más común entre los hombres, y hasta un bien más divino, porque será la

6 recompensa de los esfuerzos que los individuos hayan hecho para adquirir ciertas cualidades y el premio de las acciones que hubieren realizado con este fin.

7

Share on Twitter Share on Facebook