LXVIII

No sé lo que he soñado

en la noche pasada.

Triste, muy triste debió ser el sueño,

pues despierto la angustia me duraba.

Noté al incorporarme

húmeda la almohada,

y por primera vez sentí al notarlo

de un amargo placer henchirse el alma.

Triste cosa es el sueño

que llanto nos arranca,

mas tengo en mi tristeza una alegría...

¡Sé que aún me quedan lágrimas!

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