LXXV

¿Será verdad que cuando toca el sueño

con sus dedos de rosa nuestros ojos,

de la cárcel que habita huye el espíritu

en vuelo presuroso?

¿Será verdad que, huésped de las nieblas,

de la brisa nocturna al tenue soplo,

alado sube a la región vacía

a encontrarse con otros?

¿Y allí desnudo de la humana forma,

allí los lazos terrenales rotos,

breves horas habita de la idea

el mundo silencioso?

¿Y ríe y llora y aborrece y ama

y guarda un rastro del dolor y el gozo,

semejante al que deja cuando cruza

el cielo un meteoro?

Yo no sé si ese mundo de visiones

vive fuera o va dentro de nosotros.

Pero sé que conozco a muchas gentes

a quienes no conozco.

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