VIII

¡Cuando miro el azul horizonte

perderse a lo lejos,

al través de una gasa de polvo

dorado e inquieto;

me parece posible arrancarme

del mísero suelo

y flotar con la niebla dorada

en átomos leves

cual ella deshecho!

Cuando miro de noche en el fondo

oscuro del cielo

las estrellas temblar como ardientes

pupilas de fuego;

me parece posible a do brillan

subir en un vuelo,

y anegarme en su luz, y con ellas

en lumbre encendido

fundirme en un beso.

En el mar en la duda en que bogo

ni aún sé lo que creo;

sin embargo estas ansias me dicen

que yo llevo algo

divino aquí dentro.