Jornada III

Para empezar la tercera jornada, no solo se contuvo el coliseo, como hasta aquí, en limitados foros; pero abriéndose el seno se dilató hasta topar con el último centro de su muro y, con ser tan grande la distancia, aún la hizo mayor la prespectiva: era un hermoso jardín cuyas calles tenían, por guarda de sus emparrados, dobladas pilastras de mármol blanco con remates de lo mismo; al pie de cada pilastra había un tiesto de porcelana con sus más usados frutos; lo que se descubría de ellas eran unos enrejados, a manera de glorietas, cubertadas de hojas y flores; de suerte que, mirando por cualquiera parte, cualquiera entrecalle era una dilatada galería; la principal estaba tan sujeta al arte que le obedecía desde su primero término al postrero, disminuyendo sus tamaños con tan ajustada regla que, huyendo los unos de los otros, cuanto iban a menos en la cantidad, iban a más en la apariencia; remataban sus líneas en un cenador y en él una fuente de varios jaspes, de cuyo surtidor se derramaban otros caños -no digo con ruido y sin agua, por no encarecer segunda vez el artificio-; en medio desta, al parecer, suma distancia, estaba un árbol natural, doradas sus hojas, cuajadas de manzanas de oro, sobre cuya copa apareció HÉRCULES en un blanco caballo alado a imitación del que se vio primero en el Parnaso. A este tiempo se levantó de la tierra batiendo también las alas y moviendo las garras y las presas un escamado dragón; conque, subiendo el uno y descendiendo el otro, partido el aire, se salieron al encuentro. Trabada la batalla, gozaban ambos de cuatro movimientos pues, elevándose el uno al tiempo que el otro se abatía y, al contrario, abatiéndose el uno cuando el otro se elevaba, se buscaban y se huían, trocando no solo las alturas, mas también los costados, pues se embestían ya por un lado y ya por otro; de cuya boreal lid duró la contienda lo que duraron estos versos.

HÉRCULES

Ya, alado «Belerofonte»,

que, «Bucentoro velero»,

huyendo escollos de tierra,

navegas golfos de viento;

ya que la vela del ala

desplegada, del pie el remo

batido, timón la cola,

popa el anca, quilla el cuello,

proa la frente, la crin

jarcia y buque todo el cuerpo,

en alto aire, ya que no

en alta mar, a lo lejos

descubres de los dorados

celajes del verde puerto:

(Sube el dragón y baja HÉRCULES.)

amaina, amaina y no temas

el bruto huracán soberbio

que, cuando tú el vuelo abates,

levantar intenta el vuelo;

y pues al encuentro quiere

salirte: sadle al encuentro;

que si, en nueva cetrería,

de sierpe en sacre se ha vuelto,

yo en águila de bajel

también mudaré el concepto;

pues, cuando él se cale en puntas,

le buscaré en escarceos

haciendo que sea boreal

campaña de nuestro duelo

toda la vaga región

del más capaz elemento.

Avenado hipogrifo

que, áspid del jardín más bello,

no solo el tesoro guardas

de amables hechizos, pero

de aborrecidas beldades:

no a robar tus pomas vengo

por ser dichoso en amores

sino en aborrecimientos.

Embiste otra vez, que no

me has de poner en recelo

por más que el camada nube

traigas abortando incendios,

el relámpago en los ojos,

en los bramidos el trueno

y el rayo en la exhalación

del tósigo de tu aliento.

La clava de Hércules es

la que te hiere; y supuesto

(Cae el dragón retirado en los bastidores.)

que oír de Hércules el nombre

más que la clava le ha muerto:

¡a tierra, Pegaso!; y vea

que, a pesar de sus violentos

Vesubios, volcanes y Etnas,

introducido en el centro

(Apéase y vuela el caballo.)

de sus vedados jardines,

a ella y a sus monstruos venzo.

Y tú, tronco del amor,

de tus dorados renuevos

este me da por testigo

del triunfo, no porque quiero

ni ser amado ni amar

sino vencer mis desprecios.

¡Ha del palacio! ¡Ha del monte!

¡Salid cuantas estáis dentro

y entrad cuantos en mi busca

andáis, pues que ya no hay riesgo

que temer!

(Dentro golpes, y salen por una parte ARISTEO, LICAS, soldados y, por otra, HESPERIA, EGLE, VERUSA y YOLE y ANTEO a lo largo.)

ARISTEO

(Dentro.)

¡Romped las puertas

de aquesas voces al eco!

HESPERIA

(Dentro.)

Acudid al jardín todas

a ver quién causa este estruendo.

LICAS

¡Aten al dragón, que vamos!

ANTEO

¡Muera yo y sepa por quién es esto!

YOLE

Mas que es alguna desdicha

que a mí me viene siguiendo.

TODOS

¿Quién daba aquí voces?

HÉRCULES

Yo.

HOMBRE

¡Qué prodigio!

MUJER

¡Qué portento!

YOLE

Bien dijeron mis temores.

HESPERIA

¿Este no es el hombre, cielos,

del león?

EGLE y VERUSA

Y aun el león.

HÉRCULES

Yo soy. ¿Qué os admira, viendo

muerto ese horrible vestiglo,

el ser yo quien le haya muerto?

Pues mal pudiera ser otro.

LICAS

Sí pudiera, que a lo mesmo

también yo venía a las ancas,

sino que no entré acá dentro

porque no me atreví a entrar.

HÉRCULES

En tu busca, Yole, vengo,

para que sepas quién es

Hércules y quién Anteo.

Hércules, a quien dejaste,

es el que triunfó venciendo;

Anteo, a quien elegiste,

es el que se escapó huyendo.

Muerto tu padre, su rey

me aclama Libia; el pretexto

es cumplirme la palabra

que él me dio y que yo no aprecio;

que a quien puedo prisionera

no he de tratar como a dueño

el día que por mí mismo,

avasallado su reino,

capitulé la corona

por quien las armas suspendo.

Ven, pues, que has de ser testigo

del merecido trofeo

de coronarme sin ti.

ANTEO

No irá tal sin que primero

a mí la muerte me des.

HÉRCULES

Si eso falta, es fácil eso.

ANTEO

No mucho, que si falté

a nuestro aplazado duelo

de buscarte en la batalla,

fue por no menor empeño

que el de socorrer a Yole;

y aun este lo es también, puesto

que es dar lugar a su fuga.

Y pues no hay perdido tiempo:

retírate de tu gente,

que en ese bosque te espero

donde los dos nos veamos

brazo a brazo y cuerpo a cuerpo.

Madre Tierra: en confianza

tuya voy; dame tu esfuerzo.

(Vase.)

HÉRCULES

Ya yo te sigo: ninguno

me siga a mí o, ¡vive el cielo!,

que a quien me siga le mate.

Tú corta a esta sierpe el cuello,

que has de llevar su cabeza

hoy de Júpiter al templo.

LICAS

¡Mal haya mi alma y mi vida

si tal cortare!

(Vase.)

HÉRCULES

Aristeo:

guárdame estas puertas tú,

como te dije primero,

porque no se escape Yole

a quien prisionera dejo,

fiada a vosotras, en tanto

que a él mato y por ella vuelvo.

(Vase.)

ARISTEO

Pues que no debo seguirle

yo y obedecerle debo:

perdonad que desa puerta

no me aparte, deste cielo

dijera mejor, mirando

tal hermosura.

YOLE

Aristeo,

si algún tiempo te debí

algún mal logrado afecto

de amor, que apartó mi padre

con no mal fundados medios:

duélete de mí; no digan

que te vengaste, supuesto

que tomó mejor venganza

quien no se vengó pudiendo.

Padre, esposo y reino, todo,

perdí en un día; y pues reino,

esposo y padre me dejan

vida, que quizá no pierdo

por aborrecida, no

quites a mis sentimientos

la desdicha de llorarlos

que es la dicha de tenerlos.

Dame paso a aquesos montes

en cuyo áspero desierto

hallaré entre brutas fieras

quizá más acogimiento

que en sola una fiera humana.

ARISTEO

Yole, tus desdichas siento.

A Hércules debí la vida

vencido; vencedor debo

a Hércules el honor

en que mis armas ha puesto.

Sobre esto la confianza

que de mi amistad ha hecho

me acobarda; y porque tú

ni las que me están oyendo

puedan presumir que yo

villanamente me vengo:

jueces las haré de que

hallándome entre dos riesgos,

de grosero o vengativo,

escojo del mal el menos,

pues lo vengativo infama

bien que mancha a lo grosero.

Yo vi tu retrato y vi

otra hermosura, el extremo

de lo vivo a lo pintado

pudo48 hacer... Mas, baste esto

para que, quien entendiere

que aquí es cortés el silencio,

entienda que no es venganza

al no servirte, sabiendo,

si hay razón para mi olvido

que no lo hay para tu ceño

pues, por no vengarme en ti,

quizá en mí mismo me vengo.

(Vase.)

VERUSA

Todo es enigmas este hombre

en sus respuestas. Mas esto,

¿qué puede importarme a mí,

que parece que lo siento?

YOLE

Hesperia, Verusa, Egle,

a vuestra piedad apelo,

¿dónde ocultar me podré?

HESPERIA

Si ves que ya no tenemos

ni aun guarda para nosotras,

pues Atlante en favor nuestro

no se da por ofendido

de ver su encanto deshecho,

quizá porque anda mayor

deidad aquí, mal podremos

aventurarnos nosotras

a su enojo; y más, habiendo

dejádote en confianza

nuestra.

VERUSA

Lo que yo te ofrezco

es por ti atreverme a una

experiencia, bien que arriesgo

de que pueda parecer

loco desvanecimiento

el darme por entendida

de que algo hermosa parezco.

La hermosura, pues, no tiene

alhaja de más aprecio

que el espejo; dél se dice

que templa la ira en poniendo

al colérico su imagen

delante; y así, aunque fiero

vuelva, yo le saldré al paso

con él, a ver si le templo

haciendo que sea menor

su enojo al verle en sí mesmo.

EGLE

Yo te ofrezco de mi parte,

supuesto que a otros suspendo

con mi voz, ver si por dicha

a él le parase suspenso,

para que menos airado

llegue a ti.

HESPERIA

Yo te prometo

salirle al paso también,

representándole ejemplos

en mis estudios hallados

de altos héroes que tuvieron

por mayor de sus victorias

el verse al amor sujetos.

VERUSA

Perdona si esto no basta...

HESPERIA

Que otras armas no tenemos

con que socorrerte, Yole.

LAS TRES

¡Qué hermosura, voz y ingenio!

(Vanse.)

YOLE

¡Ay de aquella que a experiencias

fía su esperanza, siendo

así que experiencias se hacen

solo a falta de remedios!

Dioses, ¿en qué parará

la lid de Hércules y Anteo,

que sobre tantas desdichas

es la última que temo?

¿Qué haré si él llega a morir?

(VENUS y CUPIDO, cantando a sus lados, sin verlos.)

VENUS

Fingir.

YOLE

¿Qué puede fingir mi estrago?

CUPIDO

Halago.

YOLE

Y, ¿qué será ese furor?

CUPIDO

Traidor.

YOLE

Eco, ya que a mi dolor,

de oráculo eres trasumpto:

si él muere qué haré pregunto

ELLA y LOS49 DOS

Fingir halago traidor.

YOLE

¿Más alivio a mis sospechas...

CUPIDO

que con flechas...

YOLE

... en fingir halagos das?

VENUS

Más.

YOLE

¿Que serán, no consideras,

muy...50

CUPIDO

...severas?

YOLE

Mal, con voces lisonjeras,

persuades a mis rencores

vengarse antes con favores...

ELLA y LOS51DOS

... que con flechas más severas.

YOLE

Dime, anuncio más crüel...

VENUS

Que él...

YOLE

¿Qué obra halago que se aplica?

CUPIDO

...domestica...

YOLE

¿Quién dirá que dél lo esperas?

VENUS

... las fieras.

YOLE

¿Cómo es posible que quieras,

dudando si vence o no

Hércules, que escuche yo...

ELLA y LOS52DOS

... que él domestica las fieras?

YOLE

Y pues son vanas quimeras...

CUPIDO

Fïeras...

YOLE

... el presumir que su ruina...

VENUS

... afemina...

YOLE

dime si hay medio mejor.

CUPIDO

... Amor.

YOLE

Permite que, mi temor,

crédito a tu voz no dé,

pues nada consuela oír que...

ELLA y LOS53DOS

... fieras afemina Amor...

YOLE

... si ya, viendo mi dolor

junto todo, no te obligas

a que de una vez me digas,

qué medio me está mejor.

LOS54DOS

Fingir halago traidor;

que con flechas más severas

que él domestica las fieras,

fieras afemina Amor.

YOLE

Pues si el favor

que por consejo me das

es fingir, desde hoy verás

viéndome contra un furor...

ELLA, LOS55 DOS y TODOS

...fingir halago traidor,

que con flechas más severas

que él domestica las fieras,

fieras afemina Amor.

(Vase YOLE.)

(Cantando CUPIDO y VENUS.)

VENUS

Pues sigue tus designios

sin apurar más dellos

que ser contra un tirano

que se huye de tu imperio.

Dime, siendo como eres

el más glorioso afecto

de verdadero amor,

¿por qué su rendimiento

fías a amor fingido?

(Cantando CUPIDO.)

CUPIDO

Porque amor verdadero,

en vez de ser castigo,

se convirtiera en premio.

Que él quiera y que no sea

querido es lo que quiero;

hállese más burlado

cuanto más satisfecho.

De amarle Yole, no

pudiera lograr luego

el que ella enamorada

le ponga en el desprecio

que le pondrá mañana

cuando mi prisionero,

trocando la acerada

clava en vil instrumento,

mi carro arrastre; y pues

aqueso dirá el tiempo,

dejemos el jardín,

en tanto que a él volvemos

a esforzar que descubran

el ignorado fuego

que él piensa que es rencor,

belleza, voz, ingenio.

VENUS

¡Ay! Que ingenio ni voz ni belleza

no han de poder dominar sus afectos

mïentras Yole no finja que llora.

CUPIDO

Pues llore aunque finja.

LOS DOS

Pues llore, supuesto

que no es la primera que llora fingiendo.

(Vanse y cúbrese el jardín con el bosque; y salen ANTEO y HÉRCULES.)

ANTEO

Al sitio que apenas bruta

planta pisó, guiando vengo

tus pasos porque ninguno

nos siga y se ponga en medio.

HÉRCULES

Di que a fin de dilatar

tu muerte, que es lo más cierto,

ya que solos estamos

y ocultos. Saca el acero.

ANTEO

Son muy desiguales armas

espada y clava, y en duelo

aplazado, el igualarlas

es ley; y así, pues yo dejo

la espada, deja la clava

y ven a los brazos.

HÉRCULES

Eso

ya es lo contrario, pues es

gana de morir más presto.

ANTEO

(Aparte.)56

Tú lo verás cuando veas

que cobro, en dando en el suelo,

dobladas fuerzas.

HÉRCULES

¿Qué aguardas?

(Luchan.)

Llega, pues, y del primero

ímpetu verás si doy

contigo en tierra.

(Cae ANTEO y levántase.)

ANTEO

¿Qué has hecho

en eso, si con mayor

valor a la lucha vuelvo?

(Luchan.)

HÉRCULES

Más resistencia hallo en ti

de la que antes hallé, pero

no importa para que deje

de ser superior mi esfuerzo.

(Cae ANTEO y levántase.)

ANTEO

También superior el mío

volverá a embestir de nuevo.

(Luchan.)

HÉRCULES

[Aparte.]

¿Qué es esto, ¡cielos!, pues cuando

más le rindo, más le encuentro

fortalecido?

ANTEO

[Aparte.]

Pues va

siempre mi fuerza en augmento,

en excediendo a la suya:

que le he de vencer es cierto.

HÉRCULES

[Aparte.]

Como es su madre la Tierra,

sin duda ella le da alientos

cuando ella cae; y así,

no ha de volver a ella.

(Luchan.)

ANTEO

[Aparte.]

¡Cielos!

¿Cómo ahora no me arroja?

Desalentado fallezco.

Haga maña lo que antes

era fuerza.

(Déjase caer y levántase.)

HÉRCULES

Ahora veo,

(Luchan.)

pues que te dejas caer

tú cuando yo no te dejo,

que es señal de que la tierra

te fortalece en cayendo.

ANTEO

Sea lo que fuere, vuelve

a la lid.

HÉRCULES

[Aparte.]

Sí haré; ya vuelvo,

pero advertido de que,

si allá vencí sus portentos

porque me valí del aire,

he de hacer aquí lo mesmo.

No ha de caer en la tierra

por ver si en el aire le venzo

(Levántale en el aire.)

haciéndole que en mis brazos

reviente.

ANTEO

¡Valedme, cielos!

Que, oprimido sin tocar

en la tierra, desfallezco.

¿Quién creerá, cuando en los brazos

de Hércules espira Anteo,

que dando el aliento al aire

le niegue el aire el aliento?

HÉRCULES

Quien viere que yo te arrojo

hecho pedazos al viento

y tú, enemiga Cibele,

en tu horrible obscuro centro,

a quien meciste en la cuna

construyas el monumento.

(En esta última lucha, levantó de la tierra HÉRCULES a ANTEO y, significando que en vez de arrojarle a ella le arrojaba al aire, le despidió de sí con tan arrebatado ímpetu que no se dio término entre salir de sus brazos y verle, sin verle, de la otra parte de las nubes; conque al entrarse HÉRCULES victorioso, se abrió la tierra y salió de ella CIBELE en una eminente pirámide de mármol, como construido monumento al cadáver de su hijo; la cual, mezclando ya lo furioso y ya lo compasivo, desaparecida la pirámide en recitativo estilo, cantó llorando lo siguiente.)

CIBELE

Sí haré, y en esperanza

de que podrá mi ira

en esta infausta pira

inscribir dónde alcanza

del dolor de Cibele la venganza:

en distintas esferas,

en varios horizontes,

valida de mis montes,

conformadas hileras,

convocaré las huestes de mis fieras.

Y tú, verde gigante,

en quien el cielo estriba,

de tu fábrica altiva

venga el desdén: no cante

Hércules triunfos de Hespero y Atlante.

Pues estás ofendido

del vuelo del Pegaso:

arma contra el Parnaso,

de quien la guarda ha sido;

castigue Apolo el verle destruido;

las ninfas que inspiraron,

siguiéndole veloces,

contra el amor sus voces,

bien que no las lograron,

¡ahora lloren lo que allá cantaron!;

del Helicón la frente,

del Castalio la cima,

una agobie, otra gima,

sin que llore su fuente,

aun para el llanto seca su corriente;

todo el verdor que encierra

su seno se destruya:

¡resulte en culpa suya

el dolor de la Tierra!

¡Arma contra el Parnaso! ¡Guerra, guerra!

(Vase.)

(Toda la MÚSICA y cajas.)

[MÚSICA]

¡Arma contra el Parnaso! ¡Guerra, guerra!

(Cúbrese la apariencia y sale VERUSA con un espejo, deteniéndola ARISTEO.)

ARISTEO

¡No pases de aquí!

VERUSA

¡Desvía!

Que en vano tenerme quieres

puesto que tú solo eres

guarda de Yole y no mía.

ARISTEO

Que fuera parar el día

no lo dudo; pero advierte

que el procurar detenerte

no es usar jurisdición

sino superior razón

que me obliga.

VERUSA

¿De qué suerte?

ARISTEO

De tu alcázar has salido

al monte; y viendo tan nuevas

acciones como que llevas

a él tu espejo, he presumido

que, loco y desvanecido,

Narciso retar intente

tu hermosura y que, valiente

ella a igualar el cotejo,

lleva el cristal de tu espejo

contra el cristal de su fuente.

Y aunque tu valor infiera

ver cuán sin ventaja alguna

se arme de solo una luna

quien de todo un sol pudiera:

con todo eso yo quisiera

tenerte, no porque arguya

no ser la victoria tuya,

sino por ver si podría

hacer que en la muerte mía

te ensayes para la suya.

VERUSA

Muy al contrario has creído,

que no es contra una belleza

sino contra una fiereza

el cristal que he prevenido.

Y así, que vuelvas te pido

a la puerta y este paso

me dejes donde no acaso

Hércules me halle al volver

antes que a Yole.

ARISTEO

Temer

debo que a algún gran fracaso

de su ira llegue el extremo,

y así, no quiero impedir

medio que pueda servir

contra lo mismo que temo.

VERUSA

Pues, ¿qué aguardas?

ARISTEO

Tan supremo

poder tu hermosura tiene

que él me aparta y me detiene.

VERUSA

Pues débale el que te aparte;

y más cuando hacia esta parte

es Hércules el que viene.

(Retírase ARISTEO y salen HÉRCULES y LICAS.)

LICAS

Si ya los aires venenos

de Anteo fueron, ¿dónde vas?

HÉRCULES

Con una ansia a Yole más

y a mí con una ansia menos;

que será, de dudas llenos

mis sentidos, un pesar

que hace placer al mirar:

que son pesar y placer

que no tenga a quien querer

y que tenga a quien llorar.

LICAS

¿Que no tenga a quien querer

y que tenga a quien llorar

es placer que hace pesar

y es pesar que hace placer?

¡Plegue a Dios...!

HÉRCULES

¿Qué hay que temer?

LICAS

¿Qué sé yo? Pero recelos

que traen penas y consuelos,

plegue a Dios no sean, señor,

no haber a quien quiera amor

y haber a quien llore celos.

HÉRCULES

¿Celos ni amor para mí?

Pero, ¿qué dama es aquella?

LICAS

La que campa de más bella

entre las tres.

HÉRCULES

¿Dónde, di,

Yole está? Pues, ¿cómo así

la espalda me vuelves?, ¿no

merezco respuesta yo?

VERUSA

El semblante de tu ira

tanto de ti me retira

que su temor me obligó

a intentar irme sin verte.

HÉRCULES

¿Tanto asombro? ¿Tanto espanto?

VERUSA

Fácil fuera decir cuánto.

HÉRCULES

¿De qué suerte?

VERUSA

Desta suerte.

Tú mismo en ti mismo advierte

si espanto y asombro das.

(Mírase al espejo.)

HÉRCULES

¡Yo soy este! Ya con más

causa a mi descuido riño,

pues no me debió el aliño

verme a una fuente jamás.

¡Qué varia naturaleza

es en su desigualdad!

¡Qué mal dice una fealdad

en brazos de una belleza!

Si es tan grande mi fiereza,

¿qué mucho que la luz pura

huya de la sombra obscura

y que le haga novedad

ver a la mostruosidad

en brazos de la hermosura?

Disculpada, Yole bella,

en cierta parte se halla.

¿Qué digo? Que el disculpalla

ya camina hacia querella...

Pero si por otro ella

me dejó; pero si yo

maté a por quien me dejó

y si en su memoria queda,

y si hay cómo yo pueda

borrarle della, ¿quién vio

tan rara contrariedad?

Quítame esa luna impura,

no vea yo que es tu hermosura

espejo de mi fealdad.

Ya sin verme, a mi crueldad

vuelvo: a Yole llevaré

donde por testigo esté

que Libia a su rey me iguala.

(Sale EGLE cantando.)

EGLE

Guarda corderos, zagala;

zagala no guardes fe...

HÉRCULES

Mas, ¿quién pudo suspender

mi nuevo furor ahora?

EGLE

... que quien te hizo pastora

no te libró de mujer.

HÉRCULES

¿No te bastó, Hércules, ver

tu horror sino que después

suspenso a una voz estés

que trae tras tu desaliño?

EGLE

La pureza del armiño

que tan celebrada es...

HÉRCULES

¿Y qué haré yo desta piel

si a otros ropajes me aplico?

EGLE

... vístela con el pellico

y desnúdala con él.

HÉRCULES

Voz que en disfraz de zagala

persuades a no sé quién

que deje purezas y ame:

¿por quién lo dices?

EGLE

No sé;

por divertirme, esta letra,

por más sabida canté,

no porque con nadie hablase

más que con el aire.

HÉRCULES

Pues

ni aun con el aire has de hablar

de que culto se le dé

al amor cuando yo voy

no a amar sino a aborrecer.

EGLE

Pues, ¿qué te ofende que yo

diga sin saber por quién?

(Canta.)

Aquella amorosa vid

que enlazada al olmo ves,

parte pámpanos discreta

con el vecino laurel.

HÉRCULES

¿Qué hechizo tiene esta voz

que me obliga a suspender

mi enojo? Pero, ¿qué digo?

El acento, Egle, detén;

que sobre darme los ojos

horror al llegarme a ver,

los oídos suspensión

al llegarte a oír, no sé

que falten ya contra mí

sino los labios también

que en favor de Yole quieran

persuadir a mi altivez

que hay amor.

(Sale HESPERIA.)

HESPERIA

¿Qué altivez pudo

negarlo cuando se ve

Júpiter en lluvia de oro,

Marte en cautelosa red,

Saturno amando a una estatua,

Apolo amando a un laurel?

Y descendiendo a lo humano,

que en las tablas que heredé

de Atlante no solo vi

lo pasado, mas también

lo futuro, ¿qué valiente

héroe no será o fue

triunfo de Amor? Hablen cuantos

su carro arrastran en que

o son fieras de su yugo

o son huellas de su ex.

Julio César por Cleopatra;

por Drusila, Augusto el rey;

Masinisa por la bella

Sofonisba, hasta el cruel

Nerón por Popea; Jasón

por la gran Medea, después

Teseo por Arïadna,

Eneas por Dido y con él

Paris por Helena, Antonio

por Faustina y... ¿Para qué,

procediendo en infinito,

te repito más que haber

visto a Aquiles, por Deidamia,

en hábito de mujer

cuando...?

HÉRCULES

No prosigas, no

lo digas; que no ha de ser

consecuencia el que obren mal

para que yo no obre bien.

Ni el espejo ni la voz

ni el ingenio han de poder

templar mi enojo.

(Sale YOLE.)

YOLE

Pues pueda

el arrojarme a tus pies,

donde ni vida ni reino

te pido por interés

de confesarme rendida

sino solo que me des

licencia para que diga,

ya que he de morir, por qué.

Argante, un vil agorero,

dijo a mi padre, después

de la palabra que dio,

que en aquese azul dosel

había visto que de entrambos

había un hijo de nacer

que violentamente había

de darle57 la muerte. Él,

creyendo su vaticinio,

que es muy fácil de creer

lo peor, por que me hallases

casada me impuso en que

me echase yo a mí la culpa,

dando, como hice, a entender

que tu horror me había obligado;

siendo así, que no lo fue,

su violencia; porque yo

nunca a Anteo quise bien

ni mal a ti; antes si fuera

permitido a una mujer

de mis prendas confesar

que tu fama, tu altivez,

tu valor... Pero esto baste,

que más dije que pensé

cuando dije que «no mal»;

que es casi decir que «bien».

Dígalo cuando veloz

el desbocado corcel,

saliendo de la batalla

me trajo al monte; que aunque

vi que Anteo me seguía,

deste alcázar me amparé

por estar en él segura

tanto de ti como dél.

Y dígalo el que ahora, oyendo

su muerte, ¡ay de mí!, no sé

si es que tengo que sentir

o tenga que agradecer.

Y ya que el hado ha cumplido

sus amenazas, al ver

muerto mi padre a las manos

de un hijo tuyo, pues lo es

tu rencor, y mío, pues yo

soy la que en mí le engendré

con lo que fingí, ¿qué aguardas

para darme muerte o que

me lleves como a rendida

a coronarte por rey?

Que a mí me baste que todos

hayan llegado a saber

que hubo sobrenatural

causa aquí y...

HÉRCULES

La voz detén;

que aunque es verdad que pudiera

no solamente creer

una causa, pero dos58

sobrenaturales, pues

antes de verte te vi;

y consiguiendo después

la hermosa manzana veo

que, prodigiosa, también

me hace, con tu desengaño,

dichoso en amor: no sé

qué sueño, poma, cristal,

cantos ni ejemplos mover

hayan podido mi afecto

hasta verte llorar; que es

sin duda el llanto el mayor

hechizo de la mujer.

Levanta del suelo; llega,

llega a mis brazos, y ven

donde tu reino te admita

y la posesión te dé

de tu heredada corona;

que el victorioso laurel

que me da su aclamación

ya no es mío, tuyo es,

de albricias de que no es tuyo

ni su amor ni mi desdén.

LICAS

Gracias a Dios que te veo

puesto en razón una vez.

HÉRCULES

Venid, pues, venid con ella

todas sirviéndola, y den

a toda Libia noticia

festivas voces de que

Yole es su reina y quien ella

elija será su rey.

YOLE

¿A quién puedo elegir yo

que pueda estarme más bien

que ser hoy reina y esposa

de quien rendida era ayer?

(Aparte.)

(Si bien lo supieras; pero

presto lo sabrás.) Y pues,

dos veces felice, Libia

me llega a reconocer,

una vez como heredera

y como esposa otra vez,

dejando las asperezas

de intratables montes, ven

a mis palacios, de donde

trocando la bruta piel

a real púrpura, que en fin

lo exterior del parecer

gana más afectos cuando

da que amar y no temer,

galán en público salgas;

a cuyo efecto seré

yo la primera que, entre

mis damas, me veas torcer

en hilados copos de oro

blandas hebras que después

ellas, en varios dibujos

sobre la encendida tez

de la grana, asentarán

con tales primores que

dude Tiro si sus campos

matizados a merced

de la broca y de la abuja

dan flores de rosicler;

en cuyo espacio no habrá,

porque más gustoso estés,

instante que no sea todo

gozo, música y placer.

HÉRCULES

Mal podrá no serlo allá

si ya desde aquí lo es.

VERUSA

Las tres, pues ya en estos montes

sin la guarda del vergel

no está seguro el alcázar,

contigo iremos a ser,

si esta dicha merecemos,

tus criadas, y a tener

parte en los reales adornos

de igual majestad.

YOLE

No iréis

sino con mis amigas

y compañeras las tres.

HÉRCULES

Bien dices: yo las estoy

agradecido también,

y estimo el que vayan.

EGLE

Sea

en festivo parabién,

todas cantando y bailando.

LICAS

Estotra ha dicho más bien.

HESPERIA

Empieza, Egle, tú; que todas

te seguiremos después.

LICAS

Gracias a Dios que llegó

el día de algún placer.

(Cantando EGLE.)

EGLE

Sea para bien...

MÚSICA

Sea para bien.

EGLE

... que Hércules y Yole

en culto a Amor den...

CORO SEGUNDO

Sea para bien.

EGLE

... él su fortaleza

y ella su desdén.

CORO PRIMERO

(De todas.)

Sea para bien.

CORO SEGUNDO

(Dentro.)

No sea para bien...

(Dentro CALÍOPE.)

CALÍOPE

... ni diga el Amor

que dejó por él...

CORO SEGUNDO

No sea para bien.

CALÍOPE

... Hércules su fama,

Yole su altivez.

CORO SEGUNDO

No sea para bien.

HÉRCULES

Oíd, escuchad, ¿qué contrario

eco puede ser aquel?

(Sale ARISTEO.)

ARISTEO

Una bellísima tropa

de ninfas, Hércules, es;

y viene hacia aquí.

HÉRCULES

Que sea

quien fuere: al canto volved.

CORO PRIMERO

Sea para bien

que Hércules y Yole

en culto a Amor den

él su fortaleza

y ella su desdén.

(Salen las NINFAS.)

CORO SEGUNDO

No sea para bien...

CALÍOPE

... que diga el Amor

que dejó por él

Hércules su fama,

Yole su altivez.

No sea para bien.

CORO PRIMERO

Sea para bien.

CORO SEGUNDO

No sea para bien.

LICAS

¡Lindas ninfas del Parnaso,

para echarnos a perder

nuestro alborozo!

HÉRCULES

¿Qué es esto,

Calíope?

CALÍOPE

¿Qué ha de ser?

¿Cómo es, Hércules, posible

que con tal descuido estés

de la guarda en que el Parnaso

puso Apolo en tu poder

cuando por ausencia tuya,

o otra causa que no sé,

Cibele, no solo haciendo

sus riscos estremecer

pero titubear sus cimas,

al fiero temblor crüel

de un embate y otro embate,

de un vaivén y otro vaivén,

su ruina amenaza, pero,

amotinando también

sus fieras, no hay flor que no

talen, siendo de su sed

dañado tósigo hoy

el que era antídoto ayer?

HÉRCULES

¡Qué escucho! ¿Cibele toma

en él venganza porque,

ofendido, Apolo en mí

castigue mi ausencia? Ven,

Calíope, y venid todas

conmigo; que habéis de ver...

YOLE

¿Tan presto quieres dejarme?

[Aparte.]

¡Oh, no se vaya antes que

ejecute mi venganza!

HÉRCULES

No llores, que no me iré

si tú has de sentirlo.

CALÍOPE

¿Cómo

atrás te vuelves?

HÉRCULES

No sé.

CALÍOPE

¿Qué es de tu valor?

HÉRCULES

Bien dices.

YOLE

¿Qué es de tu amor?

HÉRCULES

Dices bien.

CALÍOPE

Volved a acordar su fama.

YOLE

Mi amor a acordar volved.

CORO PRIMERO

Sea para bien

que Hércules [y Yole

en culto a Amor den

él su fortaleza

y ella su desdén.]

CORO SEGUNDO

No sea para bien

ni diga el Amor

[que dejó por él

Hércules su fama,

Yole su altivez.]

YOLE y CALÍOPE

En fin, ¿en qué te resuelves?

HÉRCULES

¿En qué me he de resolver?

Piérdase todo y no tú,

que es lo más que hay que perder.

Calíope, dile a Apolo

que si me oyó alguna vez

que sé vencer y no amar,

ya sé amar y no vencer.

Ven, Yole.

YOLE

Porque no vuelva,

¡volved al canto otra vez!

CALÍOPE

¡Volved otra vez al canto

por si obligarle podéis!

CORO PRIMERO

(Todos.)

Sea para bien,

que Hércules [y Yole

en culto a Amor den

él su fortaleza

y ella su desdén.]

CORO SEGUNDO

(Todos.)

No sea para bien

ni diga el Amor

[que dejó por él

Hércules su fama,

Yole su altivez.]

UNA

Sin admitir nuestra queja

se va.59

CALÍOPE

¿Quién pudo creer

que Hércules abandonara

su fama por su amor?

UNA 2.ª

Quien

sepa que sabe el amor

vencer aún más fieras que él.

CALÍOPE

Con todo, no por vencidas

nos hemos de dar; y pues

a quien le trató tan mal

trata de premiar tan bien:

¡quejémonos dél!

TODAS

(Cantando.)

¡Quejémonos dél!

CALÍOPE

(Canta.)

¿Por qué, ceguezuelo60 dios,

aunque lo diga otra vez,

a quien te trató tan mal

tratas de premiar tan bien?

TODAS

Quejémonos dél.

(Dentro CUPIDO.)

CUPIDO

Esperad, no os quejéis, no os quejéis

hasta ver que cautelas de Amor

tal vez son piedad y castigo tal vez.

(Sale CUPIDO.)

CALÍOPE

Ya que a nuestra queja atento

te deja, Cupido, ver:

dinos, ¿qué quieres decirnos

en eso?

CUPIDO

Que no os quejéis,

(Cantando.)

hasta ver que cautelas de Amor

tal vez son piedad y castigo tal vez.

TODAS

¿Cuándo hemos de verlo?

CUPIDO

Cuando

desengañadas lleguéis

a ver que entre mis astucias

hay fineza que es desdén

en cierta crueldad piadosa

que pasa a piedad cruel.

TODAS

Sí; mas, ¿cuándo será?

CUPIDO

Presto;

y tanto que, al parecer,

vuele el tiempo con mis alas

que son más ligeras que él.

Venid, pues, venid conmigo,

que no solo habéis de ser

testigos de mi venganza

pero ministros también

de su castigo.

CALÍOPE

Tras ti

iremos hasta saber...

TODAS

(Cantando.)

... si es verdad que cautelas de Amor

tal vez son piedad y castigo tal vez.

(Al irse las NINFAS en seguimiento de CUPIDO, transmutado el pasado jardín en real salón, volvió a desabrochar todo su fondo el coliseo; de suerte que, repetidas las verdaderas elegancias del pincel en los mentidos lejos del noble engaño de sus prespectivas, se vio en igual distancia lo deleitable de un vergel convertido en lo majestuoso de un palacio. Era toda su fábrica de variados jaspes a colores, cuanto más distantes, más unidos. Estribaban sus colunas en agobiados leones de bronce, a quien correspondían de bronce también los capiteles. Sobre sus cornisas enlazaba su arquitrabe un dorado artesón, dosel de todo su edificio. Tan bien avenidos desde su embasamiento a su techumbre y desde su portada a su retrete se hallaban en él pinceles y buriles, que se dudaba si todo de una pieza le hubiese el buril pintado o el pincel esculpido. Este era el cuerpo de la sala; pero el alma della: hermosa tropa de bizarras damas ocupadas en laboriosos ejercicios. Unas hilaban copos de oro que otras devanaban y otras, en bastidores y almohadillas, daban a entender que aprovechaban sus tareas. Solazado HÉRCULES entre Hespérides y damas, y sobre rica alfombra al lado de YOLE, en una almohada recostado gozaba absorto ambas delicias así en lo que vía como en lo que escuchaba cuando las damas, al mudo compás de sus labores, cantaban, no fuera del propósito, esta letra.)

MÚSICA

Esto que me abrasa el pecho

no es posible que sea amor

sino un rabioso dolor

del mal que el amor me ha hecho.

HÉRCULES

¡Qué bruto el tiempo viví,

Yole, que viví y no amé!

Mas, digo mal; que no fue

vivir: durar solo sí.

¿Estas delicias en sí

tenía Amor? ¡Qué mal he hecho

en tratarle con despecho!

Mas, ¡qué mucho no sabía

que tan dulcemente ardía...

ELLA y MÚSICA

... esto que me abrasa el pecho!

YOLE

No menos necia vivía

quien, porque otro lo mandaba,

ni aborrecía ni amaba,

y cautelosa fingía

que amaba y que aborrecía;

y entre desdén y favor,

ignorando lo mejor,

decía: «Este afecto fingido,

si es posible que sea olvido...

ELLA y MÚSICA

... no es posible que sea amor.»

HÉRCULES

Tan anticipado fue

tu raro prodigio en mí

que te vi antes que te vi

y amé sin saber que amé.

Cómo fue, no sé; mas sé

que, domeñado el furor,

como dure tu favor,

siempre en mi pecho amoroso

será un halago piadoso...

ÉL y MÚSICA

...si no un rabioso dolor.

HESPERIA

La primera vez que vi

a Hércules, y que me dio

la vida aunque me obligó,

como nunca presumí

volverle a ver, no sentí

lo que ahora; pues sospecho

que, al verle cuán satisfecho

ama engañado, no sé

cómo el bien le pagaré...

ELLA y MÚSICA

...del mal que el amor me ha hecho.

MÚSICA

Esto que me abrasa el pecho...

YOLE

No cantéis; y pues rendido

Hércules al sueño queda:

escucha, Egle; Hesperia, aguarda;

oye, Verusa.

LAS TRES

¿Qué intentas?

YOLE

Que, pues no ignoráis que ha sido

cuanto le he dicho cautela,

a darme venganza venga

de la muerte de mi padre

y de Anteo y de que quiera

coronarse en Libia rey.

¿Qué mejor ocasión que esta?

Ayudadme, por si acaso

entre las ansias despierta,

a que con aqueste acero

le dé muerte.

HESPERIA

Considera

que no queda tan vengado

el que de una vez se venga

como el de muchas, ni hay

dolor para una soberbia

como ultrajarla y dejarla

vida para que lo sienta:

pongámosle en tal desaire

que Libia corrida vea

si le aclamó una victoria

que le degrada una afrenta.

(Aparte.)61

Esto es pagarle la vida

con la vida.

YOLE

Bien lo piensas

y yo no mal el desaire.

LAS TRES

¿Cómo?

YOLE

De aquesta manera:

quítale esa clava tú

mientras le ciño esta rueca

yo; y ahora, todas vosotras,

la nunca peinada greña

de su cabello de cintas,

en desaliñada trenzas

prended.

UNA

¡Qué hermoso le vamos

dejando!

YOLE

Tú ahora, Hesperia,

a los soldados de guardia,

porque si airado despierta

nos hallemos defendidas,

manda que toquen trompetas

y cajas, y que entren todos

con armas, y que le prendan,

llevándole desta suerte

donde Libia vea,

si hay hombres que las agravian,

que hay mujeres que las vengan.

VERUSA

Yo, segunda vez usando

del espejo, a otra experiencia

examinaré su luna,

tan contraria como era

allá para que se temple

y aquí para que se ofenda.

EGLE

Yo en satíricos baldones

motejaré su soberbia.

HESPERIA

Yo, en acordadas noticias.

(Dentro TODOS.)

TODOS

¡Arma, arma! ¡Guerra, guerra!

HÉRCULES

¿Qué nuevo rumor, qué nuevo

estruendo de armas inquieta

mi solaz? ¿Dónde la clava

está, para que con ella

castigue a quien...? Mas, ¿qué miro?

¿Qué transformación es esta

que pudo hacer que en tan torpe,

vil instrumento se vuelva

al tiempo que dicen otros...

(Dentro las cajas y trompetas.)

TODOS

... «¡Arma, arma! ¡Guerra, guerra!»?

HÉRCULES

Pues, ¿cómo, si dar no puedo

paso ni mover la lengua?

¿Qué delirio, qué letargo

tanto de mí me enajena

que me da a entender que yo

no soy yo?

VERUSA

Pues no lo entiendas;

vuelve a mirarte.

(Pone el espejo.)

HÉRCULES

¿Esto más?

¿Yo con mujeriles señas?

HESPERIA

¿Qué dirás ahora de Aquiles?

HÉRCULES

Diré...

(Cantando EGLE.)

EGLE

Por Deidamia bella

vistió mujeriles galas

peinando el cabello en trenzas.

YOLE

No dirás sino que Yole,

vengando en él sus ofensas,

vengó también las de todas

las mujeres.

[VOCES]62

(Dentro.)

¡Arma! ¡Guerra!

YOLE

Entrad todos.

HÉRCULES

No los llames;

y pues las tres experiencias

de ingenio, hermosura y voz

no movieron mi soberbia

hasta que lloraste tú,

pues no hay desdoro que sienta

sino el que tu amor me engañe:

el verme a tus pies te mueva,

no sé si diga llorando

y, sí lo sé, en clara muestra

de que lágrimas de amor

son el uso desta rueca.

No te duelas de mi fama,

que no quiero que te duelas

sino de mi amor. Mi dueño,

mi bien, mi esposa y mi reina,

no cautelosa...

YOLE

Es en vano.

Las cajas y trompetas vuelvan,

y entrad todos.

(ARISTEO, LICAS y soldados.)

TODOS

¿Qué es aquesto?

ARISTEO

Hércules postrado en tierra

con viles armas llorando.

LICAS

Si hay días en las bellezas:

hoy debe de ser su día,

pues tan hermoso despierta.

ARISTEO

¿Qué es esto, Hércules?

HÉRCULES

No sé;

que apenas, y bien «a penas»63,

no sé si muero o si vivo.

YOLE

¿Qué ha de ser sino que vea

no tan solo Libia, pero

el mundo, cuán vil, cuán ciega

fue deponiéndome a mí

y obligándome a que sea

forzada esposa de un bruto

la infame aclamación vuestra?

Si el valor os movió, viendo

que es él el que vence fieras,

¿cuánto es más valor el mío?

Pues es clara consecuencia

que vence a las fieras quien

al que a fieras vence: venza.

UNO

Dice bien, nobles isleños;

pues es Yole vuestra reina

y Hércules, afeminado,

ni oye ni mira ni alienta:

no forcéis su libertad.

TODOS

¡Viva Yole! ¡Hércules muera!

ARISTEO

¿Qué haré, cuando a mí me toca

su ofensa aquí y su defensa?

YOLE

Prendedle, pues.

HÉRCULES

Mal podréis;

que aunque aquí no me defienda

porque sois muchos y estoy

sin armas, yo iré por ellas,

valiéndome de la fuga

ahora, mientras no me vuelva

en mí mi valor.

YOLE

¡Seguidle!

TODOS

¡Muera Hércules!

NINFAS y CALÍOPE

No muera

ni le sigáis, porque estamos

nosotras en su defensa.

YOLE

¿Cómo en su defensa? ¿No es

también mi venganza vuestra?

CALÍOPE

Sí, Yole; mas si tú vivo

para que sienta le dejas:

nosotras también queremos

que viva para que sienta.

Date a prisión al Amor.

NINFAS

Él nos envía a que vengas

a ser fiera de su carro.

HÉRCULES

Mal puedo hacer resistencia

cuando hay fuerza que confiese

que contra el amor no hay fuerza.

CALÍOPE

Llevadle todas en tanto

que yo, dulcemente tierna,

invocando las deidades

de Cupido y Venus bella,

intento ver si consigo

que, en fantástica apariencia,

se deje mirar triunfante

bien como le representa

ya pinceles y ya plumas.

TODOS

¿Cómo?

CALÍOPE

De aquesta manera.

(Canta.)

¡Ha de los bellos jardines,

ha de las hermosas selvas

de Chipre, trono de Venus

y cuna de Amor!

(Dentro CUPIDO y VENUS.)

LOS DOS

(Cantando.)

¿Qué intentas?

CALÍOPE

(Cantando.)

Que iluminando los vientos

y floreciendo la tierra

vea el teatro del mundo

tu triunfo; para que vea,

quien quiso que las mujeres

esclavas del hombre sean,

que él es su esclavo pues es

esclavo de Amor por ellas.

LOS64DOS

Ya, a tu invocación, los dos

damos piadosa respuesta

que repitirán tus ninfas

diciendo en voces diversas...

(Cantando.)

«Para que suenen mejor

sus cláusulas lisonjeras,

de Hércules en deshonor:

que si él domestica fieras,

fieras afemina Amor.»

(A la invocación de CALÍOPE respondieron VENUS y CUPIDO, no solo en voz, pero en efecto; pues dando a entender que en fantástica apariencia se gozaban en dejarse ver triunfantes, con la repetición de la pasada copla salieron al tablado, en festiva tropa, primero las musas, delante del carro, cantándoles la gala, y después, coronados de laurel, algunos cautivos en acción que forcejaban al movimiento de sus ruedas. Era su diseño imitación de aquellos que, ya en pinturas o ya en historias, nos acuerdan los romanos triunfos. Su altura se medía con el tercer cuerpo de las primeras colunas y su longitud con el tercer término del tránsito. Desde las cartelas de proa hasta los cartelones de la popa resplandecía recamado de cogollos y follajes de oro, y en sus faldones bosquejudos algunos héroes, como atropellados de su huella. En su eminencia venían VENUS y CUPIDO con HÉRCULES a las plantas; y, habiendo repetido la MÚSICA la aclamación, prosiguió la representación la suya.)

LOS CAUTIVOS

Todos cuantos el imperio

conocimos de tus flechas

y al pértigo de tu carro

vamos moviendo las ruedas,

confesaremos que es

tu mayor victoria esta.

LAS NINFAS

Y cantándote la gala

las sonoras voces nuestras,

dirán, en plectros y plumas,

que son de la fama lenguas...

MÚSICA

... para que suenen mejor

sus cláusulas lisonjeras,

de Hércules en deshonor:

que si él domestica fieras,

fieras afemina Amor.

HÉRCULES

Nada podréis decir ya

que menos dolor no sea

que ver que traidora, Yole,

sin amor al Amor venga.

Y así será mi valor

el que en las voces primeras

diga para más dolor...

ÉL y MÚSICA

... que si él afemina fieras,

fieras afemina Amor.

TODOS

¡Todos su triunfo sigamos!

ARISTEO

Pues otra mayor le resta.

TODOS

¿Qué es?

ARISTEO

Que vean que, de todas

las gracias, es la belleza

la que en su segundo triunfo

se corona la primera,

si ser de Verusa, yo,

esclavo también merezca.

VERUSA

Esa dicha es mía.

LICAS

Según

eso, pues vengadas quedan

las damas en una parte

y, en otra, por más suprema

coronada la hermosura,

prometerme puedo della

el perdón, diciendo todos,

puestos a las plantas vuestras...

TODOS y MÚSICA

Para que suenen mejor

sus cláusulas lisonjeras

de las damas en favor:

que si él domestica fieras,

fieras afemina Amor.

(Con este aparato, majestad y pompa, cantando unos y representando otros, se escondió el carro, se desplegó la cortina y dio fin la comedia.)

1

[los folios 1r a 5r presentan la Loa a Fieras afemina amor.Los folios 14v a 16v del original presentan el Entremés del Triunfo de Juan Rana.Los folios 25r a 26v del original presentan el Segundo sainete de la Fiesta. (N. del E.)]

2

en las intervenciones de personajes vacilan los nombres «Hyole» y «Hiole»; optamos por «Yole» y no anotamos las variaciones. (N. del E.)

3

«rey de Libia» en Calderón de la Barca, Pedro, Obras, Juan Eugenio Hartzenbusch ed., Madrid, Biblioteca de Autores Españoles, 1945, tomo II, p. 532; «rey de Libia» en Calderón de la Barca, Pedro, Obras completas, Ángel Valbuena Briones ed., Madrid, Editorial Aguilar, 1991, tomo II, p. 2025. (N. del E.)

4

«No huyais, / que ya el Leon, que à Africa assombra» en el original. (N. del E.)

5

«crearà» en el original. (N. del E.)

6

«sin» en el original. (N. del E.)

7

en el texto vacilan los nombres «Aheloò», «Aqueloò», «Acheloo»; optamos por la forma normativa «Aqueloo» y no anotamos las variaciones. (N. del E.)

8

«oblirme» en el original. (N. del E.)

9

«Lic. Voz segûda.» en el original. (N. del E.)

10

«primero» en el original. (N. del E.)

11

«instante» en Juan Eugenio Hartzenbusch (ed.), op. cit., p. 534; «instante» en Ángel Valbuena Briones (ed.), op. cit., p. 2030; «instrumentro» en el original. (N. del E.)

12

«gata» en el original. (N. del E.)

13

«Amor no es Deidad, sino quimera,» en el original. (N. del E.)

14

«nuestra» en el original. (N. del E.)

15

«queda» en Juan Eugenio Hartzenbusch (ed.), op. cit., p. 535; «queda» en Ángel Valbuena Briones (ed.), op. cit., p. 2031; «que» en el original. (N. del E.)

16

«la» en el original. (N. del E.)

17

«Libi» en el original. (N. del E.)

18

Omitimos el texto del original que marcamos entre llaves: «En {à} Hyole, Infanta de Libi;». (N. del. E.)

19

«preuiene» en el original. (N. del E.)

20

«Aqui està Hercules.» en un único verso en el original. (N. del E.)

21

«selva» en el original. (N. del E.)

22

«mi» en el original. (N. del E.)

23

«padecer» en el original. (N. del E.)

24

esta acotación en el original aparece después del verso «tan necia respuesta, yo». (N. del E.)

25

«selva» en el original. (N. del E.)

26

«tardo» en el original. (N. del E.)

27

esta acotación en el original aparece después del verso «dissimule sus desprecios». (N. del E.)

28

«que quien vio dormido sueñe despierto» en un único verso en el original. (N. del E.)

29

«que la esfera del aire lo sea de el fuego» en un único verso en el original. (N. del E.)

30

«Y no alegre Anteo.» en un único verso en el original. (N. del E.)

31

«que aún me queda en la aljaba flechas de celos» en un único verso en el original. (N. del E.)

32

«que aún me queda en la aljaba flechas de celos» en un único verso en el original. (N. del E.)

33

«que aún me queda en la aljaba flechas de celos» en un único verso en el original. (N. del E.)

34

los folios 14v a 16v del original presentan el Entremés del Triunfo de Juan Rana. (N. del E.)

35

«No, señor, / no ay desso nada.» en el original. (N. del E.)

36

«en tenerlo» en el original. (N. del E.)

37

«Voces» en Juan Eugenio Hartzenbusch (ed.), op. cit., p. 541; «Voces» en Ángel Valbuena Briones (ed.), op. cit., p. 2041. (N. del E.)

38

«Voces» en Juan Eugenio Hartzenbusch (ed.), op. cit., p. 541; «[VOCES.]» en Ángel Valbuena Briones (ed.), op. cit., p. 2041. (N. del E.)

39

«Yendo» en el original. (N. del E.)

40

«Ve. El no sale aqui.Li. Opiniones ay / Esper. En que fundarlas puedes?» en el original. (N. del E.)

41

«Lic. Hyoles. Verus. Que ansia!» en el original. (N. del E.)

42

«Esp.» en el original. (N. del E.)

43

esta acotación en el original aparece después del verso «no te dexas ver? Si harè.». (N. del E.)

44

«con» en Juan Eugenio Hartzenbusch (ed.), op. cit., p. 543; «con» en Ángel Valbuena Briones (ed.), op. cit., p. 2045. (N. del E.)

45

«empeñar» en el original. (N. del E.)

46

«Si, acerquemonos à ver» en un único verso en el original. (N. del E.)

47

«porte» en el original. (N. del E.)

48

«Sus ancas yo?» en un único verso en el original. (N. del E.)

49

los folios 25r a 26v del original presentan el Segundo sainete de la Fiesta. (N. del E.)

50

«puedo» en el original. (N. del E.)

51

«las» en el original. (N. del E.)

52

«Que seran no consideras muy» en un único verso en el original. (N. del E.)

53

«las» en el original. (N. del E.)

54

«las» en el original. (N. del E.)

55

«las» en el original. (N. del E.)

56

«las» en el original. (N. del E.)

57

«las» en el original. (N. del E.)

58

esta acotación en el original aparece después del verso «Tu lo veras, quando veas». (N. del E.)

59

«darme» en el original. (N. del E.)

60

«vna à causa; pero dos» en el original. (N. del E.)

61

«Sin admitir nuestra quexa se va.» en un único verso en el original. (N. del E.)

62

«cieguezuelo» en Juan Eugenio Hartzenbusch (ed.), op. cit., p. 551; «ceguezuelo» en Ángel Valbuena Briones (ed.), op. cit., p. 2059; «ceguelo» en el original. (N. del E.)

63

esta acotación en el original aparece después del verso «con la vida.». (N. del E.)

64

«VOCES.» en Juan Eugenio Hartzenbusch (ed.), op. cit., p. 552; «[VOCES.]» en Ángel Valbuena Briones (ed.), op. cit., p. 2061. (N. del E.)

65

«apenas» en el original. (N. del E.)

66

«Las» en el original. (N. del E.)

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