Jornada III

(Salen JOAB, SEMEY y JONADAB, como hablando en secreto.)

JOAB

¿Y dónde está esa mujer?

SEMEY

Jonadab, que es quien por ella

fue a Balhasor, dirá adonde.

JONADAB

Esperando está aquí fuera

ya en el traje israelita

disfrazada y encubierta,

si bien pudiera excusarlo

porque la Naturaleza

por la muerte de lo rubio,

le dio un luto de bayeta.

JOAB

Y, en fin, ¿tenéis ya, Semey,

satisfacción de que sepa

hablar con el Rey?

SEMEY

No hay

mujer de más alta ciencia

ni de más sutil ingenio

en el orbe.

JOAB

¿De qué tierra

es y qué nombre es el suyo?

SEMEY

Por patria y por nombre es Teuca.

JOAB

¿Es la fitonisa?

SEMEY

Sí,

que la he tenido encubierta

hasta ver el vaticinio

de los dos qué efecto tenga.

JOAB

Que ha de ser de un testamento

cláusula la muerte nuestra

dijo a los dos, yo arrojando

lanzas, vos tirando piedras.

Pero esto ahora no es del caso,

ni yo temo que suceda.

Decidme, ¿está ya advertida

de lo que hoy hacer desea

mi lealtad por Absalón?

SEMEY

Sí; y antes que entre a la audiencia

os suplico me digáis

qué pretensión es la vuestra.

JOAB

Desde aquel infeliz día

que, convertido en tragedia,

la real púrpura de Amón

manchó de Absalón la mesa,

Absalón se fue a Gesur,

haciendo del Rey ausencia,

por ser la provincia donde

Tolomey, su abuelo, reina.

Si se fue Tamar con él

no sé, que nadie [habla] della

en Israel desde el día

que se quejó de la fuerza

a David, y a Balhasor

la envió Absalón: de manera

que ella en poder de su hermano

estará; y cuanto yo quiera

decir desde aquí, ha de ser

conjetura y no certeza.

Yo, viendo, pues, sospechosa

con Absalón mi obediencia,

por sanear la malicia

y desvelar la sospecha,

su venida he pretendido

sin que mi privanza pueda

en la clemencia del Rey,

con ser tanta su clemencia,

hallar entrada al perdón:

que le han cerrado las puertas

en David los sentimientos

y en todo el reino las quejas.

Y, en fin, viendo que no es medio

una pena de otra pena,

ya del ruego despedido,

me valgo de la cautela,

buscando una mujer sabia.

Pues vos me dijisteis della

y ella está informada ya

de lo que mi pecho intenta,

haced que entre a hablar al Rey,

pues no tendrá riesgo el verla,

que en las audiencias las viudas

siempre hablan al rey cubiertas;

que yo le quiero asistir

hablando en la causa mesma

de Absalón al propio instante,

haciendo así la deshecha

por divertir sus discursos.

SEMEY

El sale ya.

JOAB

No nos vea

hablando.

SEMEY

En todo obedezco.

Tú, Jonadab, considera

que, en habiendo hablado al Rey

aquesta mujer, con ella

has de volverte a Efraín;

y que tiene, es bien que sepas,

un espíritu en el pecho.

Si acaso llegas a verla

furiosa, no hay que temer,

que un demonio la atormenta.

JONADAB

Sí, hay que temer, y muy mucho,

aun por esa razón mesma.

SEMEY

Calla, mira que el Rey sale.

(Salen algunos soldados con memoriales, el Rey tomándolos, y AQUITOFEL.)

AQUITOFEL

Mi pretensión es aquesta.

DAVID

Ya la merced de la plaza

de mi consejo de guerra

os he hecho.

AQUITOFEL

No es, señor,

lo que mi pecho desea.

DAVID

Por eso mismo os la he hecho,

y porque desta manera

advirtáis la obligación

que tienen los que aconsejan.

¿Joab de audiencia en la sala?

JOAB

Sí, señor; que soy en ella

el primero pretendiente.

DAVID

¿Tú? ¿Qué pretendes?

JOAB

Que tenga

fin de Absalón el enojo.

Dos años ha...

DAVID

Tente, espera.

No me hables de Absalón.

JOAB

Advierte...

DAVID

Nada me adviertas.

Mirad si hay quien quiera hablarme.

SEMEY

De negro luto cubierta,

una mujer solicita,

señor, que le des audiencia.

DAVID

Entre, pues.

JOAB

(Aparte.)

(¡Quieran los cielos

bien esta industria suceda!)

(Sale TEUCA, vestida de luto, echado el manto.)

JONADAB

(Aparte.)

(A esta negra endemoniada

¿no le bastará ser negra?)

TEUCA

Señor, yo soy una pobre

viuda, que a las plantas vuestras

solicito hallar amparo

contra una grande violencia

que me hacen vuestros jueces;

porque aunque razones tengan

en la justicia fundadas,

tal vez debe la prudencia

moderar a la justicia;

pues no es dudable que sea

tiranía que la ley

a lo que pueda se extienda.

JONADAB

(Aparte.)

(¡Que fuera de ver que ahora

la diera la pataleta!)

DAVID

Levantad, decid.

TEUCA

Yo tuve

dos hijos, señor, que eran,

difunto ya mi marido,

el consuelo de mis penas.

Estos en el campo un día

tuvieron una pendencia

entre sí... ¡De los primeros

hermanos la amarga herencia!

No hubo quien los esparciese:

de suerte que con la fiera

cólera, mató uno al otro.

¡Ah bárbara pasión ciega

de la ira, que irritada,

ni aun de su sangre se acuerda!

Vino a casa el fraticida,

pidiéndome que le diera

con qué ausentarse porque

la justicia no le prenda.

Yo, viendo ya un hijo muerto,

siendo a un tiempo en mis tristezas

la parte para llorarlas

y la parte contra ellas,

traté de ocultar al vivo

porque entrambos no perezcan.

Los jueces, pues, de Israel

haciendo mil diligencias

buscándole, han pronunciado

contra mí aquesta sentencia:

que entregue a mi hijo o que yo,

porque le he ocultado, muera.

¡Mirad, señor, si es justicia

que llegue a entregar yo mesma

un hijo solo, en quien hoy

las cenizas se conservan

de su padre!; que, aunque he sido

la interesada en la ofensa,

más lo soy en el reparo

de su vida, porque fuera,

perdido uno, entregar otro,

doblar al dolor las fuerzas.

Piedad, gran señor, os pido.

DAVID

No llores, mujer, no temas;

que no mereces morir

porque a tu hijo defiendas;

antes es justa piedad

la tuya; y más yerro hicieras

si, muerto el uno, acusaras

al otro; pues cosa es cierta

que hace más el que perdona

su dolor que el que se venga.

TEUCA

¿Eso dices?

DAVID

Esto digo,

y una y mil veces mi lengua

repetirá que es piedad

guardarle.

TEUCA

Luego con esa

razón convencido estás

DAVID

¿De qué?

TEUCA

De la ira que muestras

tener hoy contra Absalón;

pues, opuesto a tu sentencia,

muerto uno y ausente otro,

quieres que entrambos se pierdan.

Vuelva Absalón a tu gracia,

o verá Israel que yerras

en no hacerlo, pues no obras

lo mismo que tú sentencias.

DAVID

Espera, mujer, aguarda,

no porque castigar quiera

tu engaño, mas por saber

si es Joab quien te aconseja

que intentes aqueste juicio.

Dilo, y mira no me mientas.

TEUCA

Sí, señor.

DAVID

Pues vete en paz,

que yo haré lo que convenga.

SEMEY

(Aparte a AQUITOFEL.)

(Esta vez de su privanza

cae Joab.)

AQUITOFEL

(Aparte.)

(¡El cielo quiera!)

SEMEY

Ve con ella.

JONADAB

Si va el diablo,

¿para qué he de ir yo con ella?

(Vanse JONADAB y TEUCA [y SEMEY].)

DAVID

¡Joab!

JOAB

Yo...

DAVID

No os turbéis; haced

que Absalón a verme vuelva;

que no es justo pronunciar

yo una cosa por bien hecha

y hacer otra. Ya lo dije,

y ya conozco que es fuerza

que, un hijo muerto, otro vivo,

llore uno y otro defienda;

que si el uno se perdió,

nada el enojo remedia,

y es justo amparar al otro

porque entrambos no se pierdan.

JOAB

Dame mil veces tus plantas.

AQUITOFEL

Pues ya, con esa licencia,

presto Absalón vendrá a verte.

DAVID

¿Dónde está?

AQUITOFEL

En tu gran clemencia

fiado, pienso que en Hebrón

su persona está muy buena.

DAVID

(Aparte.)

(No es tan malo que él lo esté)

como lo es que tú lo sepas).

(Alto.)

Ve por él, venga al instante.

(Vase AQUITOFEL.)

(Dentro.)

¡Viva el gran Rey de Judea!

DAVID

¿Qué ruido es ese y qué voces?

JOAB

Toda la ciudad, que llena

de regocijos está

como ha corrido la nueva

ya del perdón de Absalón.

DAVID

¡Cómo se ve en tus diversas

opiniones, vulgo, que eres

monstruo de muchas cabezas,

pues lo que ayer acusabas

contra Absalón, hoy apruebas!

(Sale ENSAY, viejo.)

ENSAY

Señor, un pobre soldado

soy, tan hijo de la guerra

que en ella nací, y espero

morir sirviéndoos en ella.

De vuestro consejo aspiro

a ser: la larga experiencia

de las lides y los años

a esta pretensión me alientan.

Una plaza hay vaca...

DAVID

Ya

a Aquitofel la di, en muestra

de que quisiera obligarle...

(Aparte.)

(por el temor que en mí engendra).

(Alto.)

Pero yo en otra ocasión

premiaré las canas vuestras.

ENSAY

¿A Aquitofel la habéis dado?

¡Plegue a Dios que no suceda

que él premiado, y yo quejoso,

yo os sirva, y él os ofenda!

(Vase.)

(Salen[n] ADONÍAS y SALOMÓN.)

ADONÍAS

La merced que hoy a Absalón

has hecho, es bien que agradezca

nuestra amistad.

SALOMÓN

Y por él

la mano mi amor te besa.

DAVID

El tiempo, que con la sorda

lima de las horas, llega

a asaltar nuestros afectos,

sin que el ruido se sienta,

mi sentimiento ha gastado;

y si una verdad confiesa

el alma, ya Absalón tarda

de llegar a mi presencia.

JOAB

No mucho, porque parece

que esperando la respuesta

estaba.

(Tocan chirimías.)

SALOMÓN

Ya por palacio

muy acompañado entra.

(Salgan los que pudieren y ABSALÓN y AQUITOFEL.)

ABSALÓN

¡Feliz mil veces el día

que, tras de tantas tormentas,

mi derrotada fortuna

al sagrado puerto llega,

señor, de tus reales plantas!

DAVID

Alza, Absalón, de la tierra:

llega, Absalón, a mis brazos,

cuyo cariño sucedan

hoy Salomón y Adonías.

SALOMÓN

Con bien, bello Absalón, vengas.

ADONÍAS

El cielo aumente tu vida.

ABSALÓN

Él guarde, hermanos, la vuestra.

DAVID

Por Tamar no te pregunto,

por no despertar en esta

ocasión algún rencor:

ya pues que con tales muestras

habéis visto que le admito,

salíos todos allá fuera;

que entre hijo y padre el perdón

público es justo que sea,

pero no entre padre y hijo

del perdón las advertencias.

Dejadnos solos.

(Vanse todos.)

No dudo,

Absalón, que ahora piensas

entre ti que espero darte

quejas de tu inobediencia

por quedar aquí contigo;

a solas: pues no lo entiendas,

porque no perdona bien

el que, perdonando, deja

nada al temor que decir,

ni que hacer a la vergüenza.

Y para que mires cuánto

al contrario es lo que intenta

mi amor, es darte, Absalón,

satisfacciones, no quejas,

del tiempo que en perdonarte

tardé, Absalón. La primera,

de que es muy cierto que yo

lo deseé con todas veras

más que tú. ¡Ay, cuántas veces

maldije mi resistencia!

Forzosa fue, Absalón mío,

no porque en mí no cupiera

valor para perdonarte

mayores inobediencias,

sino porque temo más

las por hacer que las hechas,

según las cosas que todos

de tu condición me cuentan.

No te quiero referir

las malicias, las sospechas,

los escrúpulos, las dudas

que han llegado a mis orejas

por no obligarme a decirlas;

sólo te advierto que sepas

que yo vivo, que yo reino,

que la sagrada diadema

está en mis sienes muy fija,

aunque oprime más que pesa,

y que sabré...Mas no es día

hoy de hablar desta manera.

Nada temo, nada dudo

de tu amor y tu obediencia.

Seamos, Absalón, amigos:

con amorosas contiendas,

con lágrimas te lo pido:

y si no fuera indecencia

desta púrpura, estas canas,

hoy a tus plantas me vieras

humildemente postrado

pidiéndote, puesto a ellas,

pues te quiero como padre

que como hijo me obedezcas;

y porque veas cuán poco

dudando voy tus finezas,

no quiero que me respondas,

porque no pienses ni creas

que yo he podido dudar

cuál ha de ser la respuesta.

(Vase.)

ABSALÓN

¡Qué caduco está mi padre,

pues cuando sé yo que intenta

dar el reino a Salomón,

quiere que yo me enternezca

de sus lágrimas! Pero antes...

(Sale AQUITOFEL.)

AQUITOFEL

Esperando a que se fuera

el Rey estuve. ¿Qué ha habido

con él?

ABSALÓN

Mil impertinencias.

¿Hay cosa como decirme

que el perdonarme agradezca?

¿No perdonó a Amón? ¿No es más

delito hacer una afrenta

que vengarla?

AQUITOFEL

Sí, por cierto.

Y tú, si lo consideras,

tienes la culpa.

ABSALÓN

¿De qué?

AQUITOFEL

De que él piense que te deja

con esa acción obligado.

¿Mucho mejor no te fuera

haber entrado por armas,

haciendo del ruego fuerza?

¿No están diversas provincias

ya convocadas? ¿No esperan

para declararse sólo

que se toque la trompeta

de tu ejercito en Hebrón?

¿Pues para qué ha sido esta

ceremonia? ¿No sería

acción más prudente y cuerda,

primero que te perdone,

obligarle a que te tema?

ABSALÓN

Verdad es que yo carteado

estoy con gentes diversas

que, en diciendo que me sigan,

veré en la campaña puestas;

pero, con todo, he querido

reconciliarme con esta

fingida amistad, porque

hace más segura guerra

un enemigo de casa

solo que muchos de fuera.

Demás de que yo aún no tengo

bastante gente que pueda

seguirme, y aquí pretendo

granjearla con mi asistencia.

AQUITOFEL

¿De qué suerte?

ABSALÓN

Desta suerte:

ya sabes que las audiencias

de Israel siempre se hicieron

de la ciudad a las puertas.

Saldréme al campo, y en viendo

que un pretendiente se queja,

ya de mala provisión

ya de contraria sentencia,

le llamaré y le diré

que como a mí me obedezca

le haré justicia. Con esto

los malcontentos es fuerza

que me sigan y me aclamen.

AQUITOFEL

Dices bien, si consideras

a la justicia una y sola,

dos no se ve que la tengan;

y así, de cualquiera causa

haber un quejoso es fuerza

por lo menos.

ABSALÓN

Pues en tanto

que yo hago estas diligencias,

parte tú, y avisa a todos

que a la deshilada vengan

para juntarse en Hebrón.

Tamar está allí encubierta

con la gente de Gesur:

yo la escribiré que venga

acercándose, y verás

enarbolar mis banderas

en Jerusalén, y que

a sangre y fuego hago guerra

a mi padre y mis hermanos,

coronando mi cabeza

de sus laureles.

AQUITOFEL

Sí harás

si a los malcontentos llevas

tras ti, porque como todos

de sí que merecen piensan,

son pocos los que agradecen

y muchos los que se quejan.

(Vanse.)

(Sale[n] JONADAB y TEUCA.)

JONADAB

(Aparte.)

(Bien alabarme puedo

de haber tenido a ratos lindo miedo:

que como el de agora,

yendo con esta antípoda de aurora,

jamás le he de tener ni le he tenido.)

TEUCA

¿En qué vas, Jonadab, tan divertido?

JONADAB

¿Yo divertido? En nada...

(Aparte.)

(Pues es ir con el diablo a camarada.)

TEUCA

(Aparte.)

(¡Más causa no tuviera

yo para caminar con saña fiera,

triste, confusa y loca.

por una duda que en el alma toca!)

JONADAB

(Aparte.)

(Consigo viene hablando.

Mas ¿qué se va el demonio endemoniando?)

TEUCA

(Aparte.)

(Si el espíritu grande, que ha vivido

en mí, espíritu de odio y de ira ha sido,

de rencor y discordia,

¿cómo viene de hacer esta concordia

de Absalón y David?)

JONADAB

(Aparte.)

(Entre sí habla:

el diablo me parece que se endiabla.)

TEUCA

(Aparte.)

(¿Yo instrumendo de hacer dos amistades?

¿Yo unir dos tan discordes voluntades?

Mas sí, que ya vendrán a iras atroces.)

(Salen TAMAR [y SOLDADOS].)

TAMAR

¿Quién aquí da tan temerosas voces?

Mas, ¿no eres Jonadab?

JONADAB

Fuilo algún día;

mas ya no soy, señora, quien solía.

TAMAR

¿Tú no fuiste el tercero

de aquella afrenta que vengar espero,

como ya en mi enemigo

hoy en toda Israel, siendo testigo

la gran Jerusalén de mis hazañas?

JONADAB

Yo fuí un criado, usé de mis marañas,

pero ya un santo soy.

TAMAR

¿De dónde vienes

por aquí? ¿Qué das voces? Dí, ¿qué tienes?

JONADAB

Yo aqueste negro día,

con esta negra compañera mía,

aqueste negro monte atravesaba.

Cuál fue el negro camino que llevaba,

ella te lo dirá.

TAMAR

(Aparte)

Aqueste criado,

pues vino a mi poder

JONADAB

¡Ay, desdichado!

(Aparte.)

TAMAR

Prenderé.

(Alto.)

¿Teuca?

TEUCA

¡Oh Tamar divina!

TAMAR

¿De dónde por aquí tu pie camina?

TEUCA

De hablar vengo a David en su consejo.

Hechas las paces del y Absalón dejo.

TAMAR

Mucho gusto me has dado

en decir que quedó reconciliado

mi hermano con el Rey, porque no dudo

que esta fingida paz disponer pudo

sus intentos mejor y mis intentos,

que han de ser escarmientos,

según nuestra esperanza,

de su hermosa ambición y mi venganza.

Sus órdenes espero

en el Hebrón, ceñido el blanco acero,

la gente de Gesur capitaneando,

con las tribus que ya se van juntando;

aunque la fama diga

que mi pasada ofensa a esto me obliga.

(A los suyos.)

Y pues ya ese criado

a saber mis designios ha llegado,

porque no pueda dar ningunas señas,

de lo alto le arrojad de aquellas peñas:

atadle atrás las manos.

JONADAB

¡Suerte dura!

(Dentro VOCES.)

VOCES

¡Al valle!

OTROS

¡Al monte!

(Dentro.)

SOLDADOS

¡A la espesura!

TAMAR

Oid, esperad, ¿qué crudo acento

en cuatro partes despedaza el viento?

JONADAB

Yo iré a saber lo que es.

TEUCA

Aquella cumbre

corona una confusa muchedumbre,

y aquel bosque guarnece

otro escuadrón, y por allí parece

que el monte gente aborta

y otra tropa el camino después corta.

TAMAR

Si gente aquesta fuera

de guerra, sordamente no viniera

marchando. Pues así llegar previene

donde estoy, a prenderme, ¡ay de mí!, viene.

Pero mi vida venderé primero,

bien recateada a golpes de acero:

que no me dan temores gentes tantas.

(Sale AQUITOFEL con una carta.)

AQUITOFEL

Todos alto aquí haced. Dame tus plantas.

TAMAR

¡Aquitofel amigo!

AQUITOFEL

Humano girasol, los rayos sigo

del sol de tu hermosura.

Aquesta es de Absalón.

TAMAR

Lo que procura

veré.

AQUITOFEL

(Aparte.)

(La fitonisa ¿no es aquélla?

Ya me huelgo de vella

por ver lo que aquel hado me apercibe.)

TAMAR

Oye lo que Absalón aquí me escribe:

«Yo quedo previniendo

gente infinita que me va siguiendo:

la que al Hebrón llegare

hoy con Aquitofel, ni un punto pare

sino con toda ella

a la ciudad te acerca, Tamar bella.

Ni trompeta se toque

ni parche se oiga que a la lid provoque,

sino venga tan quedo,

que piensen que es su general el miedo.

Yo la estaré esperando

en la campaña del Hebrón, y cuando

la descubra y con salva la reciba,

embistan, repitiendo: ¡Absalón viva!,

porque así, con el súbito desmayo,

sin avisar el trueno, venga el rayo».

Esto escribe mi hermano

por quien honores tan crecidos gano,

y porque vea cuánto reverencio

sus órdenes, la mía sea el silencio.

TEUCA

Yo te quiero seguir.

TAMAR

Ese criado

JONADAB

(Aparte.)

(Ya pensé que de mí se había olvidado.)

TAMAR

Sea el primero que muera.

Suplicarte quisiera

que por haber conmigo aquí venido

JONADAB

Siempre fue este color agradecido.

TEUCA

No muera.

TAMAR

Norabuena; quede preso

porque avisar no pueda del suceso;

(Átanle los soldados.)

y la gente, esparcida,

marche en pequeñas tropas dividida;

que si con ella a las murallas llego

Jerusalén verá que a sangre y fuego

sus almenas derribo,

sus torres postro, su palacio altivo

ruina sin polvo yace.

Póngase el sol caduco, pues que nace

joven otro que da rayos más bellos

con el crespo esplendor de sus cabellos.

(Vase.)

JONADAB

Pues, ¡qué! ¿preso he de estar?

AQUITOFEL

Soltad, que

[quiero

sea mi prisionero.

JONADAB

Pues haz que este cordel, señor, me quiten,

y no sañudos contra mí se irriten.

AQUITOFEL

Sí harán, y allí me espera.

(Desátanle.)

JONADAB

¡El diablo que esperara y no se fuera,

ya que el cordel me quita

tu piedad!

(A TEUCA.)

AQUITOFEL

Oye.

TEUCA

Dí, ¿qué solicita

tu voz?

AQUITOFEL

Saber quisiera

que me quiso decir, ¡oh pena fiera!,

la voz que horrible pronunció tu acento:

¿que el aire había de ser mi monumento?

TEUCA

No lo sé, porque ahora

no me dicta el espíritu que mora

en mi pecho; mas viendo

ese lazo en tus manos hoy, entiendo

como entre pardas sombras de algún sueño

que ese cordel anda a buscar su dueño.

AQUITOFEL

Pues si su dueño busca

ya le halló: ni me admira ni me ofusca,

porque así ser espero,

coronado Absalón, el juez primero.

Que contra la malicia

en mi su dueño tenga, pues justicia

he de hacer: teman todos su castigo,

que va el ministro del rigor conmigo.

(Vanse.)

(Sale[n] ABSALÓN y ENSAY.)

ABSALÓN

A esta sala os he traído

por estar más sola, a donde

mi amistad, que corresponde

a lo bien que habéis servido,

premiaros quiere. Yo sé

que de mi padre quejoso

estáis, y yo, cuidadoso,

por veros viejo, de que

ningún vasallo se queje,

pretendo satisfacer

a todos; y así, he de hacer

que la razón vuestra deje

en mis manos el reparo

de tan justo sentimiento;

y así premiaros intento.

ENSAY

Eres príncipe y amparo

deste pobre humilde viejo.

ABSALÓN

Si él cuando no os satisfizo

de su Consejo no os hizo,

yo os hago de mi consejo.

ENSAY

Eso no entiendo, que vos

¿qué tribunales tenéis?

¿De qué ministro me hacéis?

ABSALÓN

Solos estamos los dos;

y así más claro hablar quiero.

Todo el tiempo lo mejora

aunque no los tengo ahora,

presto tenerlos espero.

ENSAY

Vivo el Rey, no será ley

que yo este cargo reciba.

ABSALÓN

Si es el daño que el Rey viva,

presto no vivirá el Rey.

ENSAY

Su larga edad yo confieso

que a los umbrales está

de la muerte; pero ¿ya

sabéis que os nombre?

ABSALÓN

Por eso

me quiero nombrar yo a mí,

que nieto de reyes soy;

y pues declarado estoy

con vos, advertid que aquí

ya tengo echada la suerte.

Palabra me habéis de dar

de mi persona ayudar

o yo os he de dar la muerte.

ENSAY

(Aparte.)

(¿Quién en más dudas se vio?

¿Qué puedo hacer? ¡Ay de mí!

Traidor soy si digo sí;

muerto soy si digo no.

Mas ¿qué dudo? ¿Cuánto es

más grave dolor, más fuerte

una infamia que una muerte?

Mas ¡ay, triste!, que después

de muerto yo, no podrá

David saber lo que ignora;

y así conceder ahora

conviene con él).

ABSALÓN

¿Qué está

tu imaginación dudando?

ENSAY

Cosas que tan grandes son,

siempre la imaginación

las escucha vacilando:

no porque dude, señor,

cuál ha de ser mi respuesta.

ABSALÓN

Pues dí cuál ha de ser.

ENSAY

Esta:

que hacienda, vida y honor

siempre a tus plantas pondré,

y me huelgo de que haya

ocasión en que yo vaya

vengado del Rey, porque

tan mal premia mis servicios.

Tuyo he sido, y tuyo soy,

por ti vivo desde hoy.

ABSALÓN

De tu valor son indicios

todos aquésos; y así,

vete a casa, y ten armados

tu persona y tus criados,

y en el instante que aquí

se diga: «¡Viva Absalón!»,

que ésta es la señal, saldrás,

y la parte seguirás

que me aclame.

(Sale SALOMÓN.)

ENSAY

Salomón

viene allí.

ABSALÓN

No entienda nada.

Retirémonos los dos.

ENSAY

(Aparte.)

(Avisaré, vive Dios,

al Rey).

ABSALÓN

Vete a tu posada,

que yo salgo a prevenir

la gente que presto espero

de Hebrón, y regirla quiero.

Valor: ¡reinar o morir!

(Vanse los dos.)

SALOMÓN

Las amistades que ha hecho

mi padre con Absalón,

aunque para mí no son

de enojo, turban mi pecho,

temiendo que estorbar trate

la feliz elección mía,

y ya que no aqueste día

la deshaga, la dilate:

y así, a mi padre hablar quiero

de parte de Bersabé

en mi pretensión, porque

de la dilación infiero

peligro; durmiendo está

no es justo que le despierte.

(Córrese una cortina y se descubre a DAVID durmiendo.)

DAVID

Hijo, no me des la muerte.

SALOMÓN

Su notable inquietud da

indicio de algún cansado

sueño: despertarle es bien,

no sus sentidos estén

en letargo tan pesado.

¡Señor!

DAVID

¡Qué extraño rigor!

Hijo, ¿tú mi ruina tratas?

¿Tú me ofendes? ¿tú me matas?

(Despierta DAVID.)

SALOMÓN

Yo te despierto, señor,

porque tu quietud pretendo

al verte inquieto; mas no

porque imagines que yo

ni te mato ni te ofendo.

DAVID

¡Ay hijo del alma mía!

¡Qué triste y funesto sueño

me puso en mortal empeño

este instante que dormía!

Pero ya con estos lazos,

todo el sobresalto acaba:

dormido, uno me mataba;

despierto, otro me da abrazos.

Y así, a Dios dar gracias quiero,

pues piadoso ha permitido

que el pesar sea el fingido

y contento el verdadero.

SALOMÓN

Pues, ¿qué soñabas?

DAVID

No sé;

delirios y fantasías,

sombras de mis largos días.

SALOMÓN

Cuéntamelo a mí.

DAVID

Sí haré:

gusto en contarlo reciba,

pues sólo es que gente entraba

por Jerusalén, soñaba,

repitiendo...

(Dentro cajas.)

(Dentro.)

TODOS

¡Absalón viva!

DAVID

¡Ay de mí! ¿Qué es lo que he oído?

SALOMÓN

Escándalo es de horror fiero.

DAVID

Ya el pesar es verdadero

y el contento es el fingido.

(Sale ENSAY con la espada desnuda.)

ENSAY

David, infelice Rey

de Israel, aunque agora llegue

mi voz a avisarte tarde

de los peligros que tienes,

sabrás que Absalón, juntando

grande número de gentes,

ha entrado por la ciudad,

publicando a voces leves

todos que...

(Dentro voces.)

(Dentro.)

TODOS

¡Viva Absalón!

ENSAY

Con él Aquitofel viene:

mira a quien premias allí

y mira aquí a quien ofendes,

pues él tu muerte apresura

y yo defiendo tu muerte.

No pude avisarte antes;

mas para que tengas siempre

avisos de sus designios

en cuanto te sucediere,

voy a ser traidor leal.

Los que en su bando me vieren

sepan que, aunque esté con él,

tú de tu parte me tienes.

(Vase.)

DAVID

Escucha, Ensay, aguarda.

(Sale[n] ADONÍAS y SEMEY.)

ADONÍAS

Señor, un punto no esperes,

que es un volcán la ciudad

que humo exhala, llamas vierte.

ENSAY

Escollo es del Mar Bermejo

ya todo el muro eminente,

pues sobre sangre fundado

golfo de carmín parece.

DAVID

Pues ¿qué espero? Yo el primero

saldré de donde...

(Sale JOAB.)

JOAB

Aguarda, tente,

señor, no salgas, porque

ya conoces que la plebe

monstruo es desbocado: no hay

prevenciones que la enfrenen

cuando su mismo furor

la obliga a que se despeñe.

La novedad al principio

la alimenta, y fácilmente

dejándose llevar della,

de instantes a instantes crece.

Déjala, pues, que en sí misma

este primer golpe quiebre,

hasta que, rendida ya,

caiga en los inconvenientes.

Huye a la primera instancia

el rostro, señor: advierte

que, como desprevenida

de tan súbito accidente

la ciudad estaba, toda

a un crujido se estremece.

Los traidores y leales,

mezclados confusamente

no se distinguen, porque,

neutrales e indiferentes,

los más están a la mira;

que, en comunidades, siempre

el traidor es el vencido

y el leal es el que vence.

DAVID

¿Qué riesgo hay como esperar

sin resistencia la muerte?

JOAB

Nosotros defenderemos

todas estas puertas: vete

por ésa, que sale al monte.

SALOMÓN

A precio de nuestras muertes,

defenderemos tu vida.

DAVID

¡Ay hijo! ¡Qué mal pretende

vuestro valor que yo solo

me escape, y a todos deje!

O huyamos todos, o todos

muramos.

JOAB

Si eso resuelves,

menos importa el huir

que aventurar solamente

tu vida. Esto no es temor;

que como tú vivo quedes,

con tu valor y tu vida

todo harás que se remedie.

DAVID

Pues venid conmigo todos.

¿Quién creerá que desta suerte

huyendo sale David

de su alcázar eminente?

¡Ay mi Absalón, y qué mal

me pagas lo que me debes!

(Vanse.)

(Tocan al arma, y sale JONADAB.)

(Dentro.)

UNOS

¡Viva David!

JONADAB

¡David viva!

(Dentro.)

OTR[OS]

¡Viva Absalón!

JONADAB

Viva y reine,

que yo no pienso matarme

porque viva aquél ni éste.

Soldado sin ejercicio

he de ser, como otras veces;

que esta es espada capona,

que sólo el título tiene

y no la entrada en las lides,

que no hay puerta que abra o cierre.

(Sale[n] ABSALÓN y los suyos.)

ABSALÓN

Entrad, y no quede vivo

quien a voces no dijere:

¡Viva Absalón!

JONADAB

¡Absalón

viva! Que por mí no quede.

AQUITOFEL

Ya rendida la ciudad,

señor, a tu nombre tienes,

y aun la campaña, pues queda

Tamar allá con las huestes.

ABSALÓN

Guarnézcanse las murallas

todas luego de mis gentes

mientras el palacio allano.

AQUITOFEL

El cuarto del Rey es éste.

ABSALÓN

No escape de muerto o preso.

ENSAY

Tarde ese triunfo previenes,

que al monte huyendo ha salido.

ABSALÓN

¡Descuido fue que no hubiese

las puertas tomado!

(Dentro.)

¡Viva

David!

ABSALÓN

¿Qué es eso?

AQUITOFEL

La gente

que, en seguimiento del Rey,

salir al monte pretende.

ENSAY

Sola dejan la ciudad:

niños, viejos y mujeres

se van saliendo a los montes.

ABSALÓN

¿Cómo haremos que esto cese?,

que los reyes sin vasallos

no pueden llamarse reyes.

AQUITOFEL

Señor, como entre hijo y padre

estos escándalos siempre

paran en paces, y al fin

el odio en amor se vuelve,

muchos hoy no se declaran

de tu parte, porque temen

que tú quedes perdonado

y ellos por traidores queden;

y así, para asegurallos

más, fuera cierto que hicieses

una demostración tal

que no fuere eternamente

posible volver a ser

amigos; vieras que, en breve,

todos tu nombre aclamaban.

ABSALÓN

¿Qué acción esa fuera?

ENSAY

(Aparte a ABSALÓN.)

(Advierte:

que de Aquitofel consejo

no admitas que te despeñe.)

AQUITOFEL

Sobre injurias, sobre agravios,

sobre afrentas, sobre muertes,

sobre engaños y traiciones

caer las amistades suelen.

Una cosa sola hay

sobre que caer no pueden,

pues nunca caen amistades

sobre celos solamente,

porque no es noble ni honrado,

ni entendido ni valiente

el hombre que a la amistad

de quien le dio celos vuelve;

y más celos del honor

que es duelo que el alma ofende.

Pues, siendo así, en ese cuarto

están todas las mujeres

concubinas de tu padre...

ABSALÓN

No prosigas, cesa, tente.

Ya te he entendido: eso baste,

que hay cosas que no parecen

tan mal hechas como dichas.

En él mis soldados entren

y sin reservar alguna

a la gran plaza las lleven,

que hoy he de asombrar al mundo.

(Vase ABSALÓN.)

JONADAB

Ea, mondongo me fecit.

(Vase.)

ENSAY

¿Qué fiera, qué monstruo airado

que obrase irracionalmente

tan torpe consejo diera?

AQUITOFEL

¿No sabes cuán pocas veces

la dura razón de Estado

con la religión conviene?

Aquesto a la duración

desta enemistad compete.

ENSAY

Más compete a la malicia

de tus intentos aleves.

AQUITOFEL

Mis intentos son leales,

pues asegurar pretenden

la corona en rey que sea

justiciero eternamente.

ENSAY

Sí, mas con tales insultos...

AQUITOFEL

Sospechas, Ensay, ofreces

de que estás con Absalón

neutral.

ENSAY

De esto antes se infiere

que le quiere para rey

el que perfecto le quiere.

AQUITOFEL

¿Puede no ser tiranía

todo esto?

ENSAY

No, pero puede,

siendo tirano y piadoso,

no ser tirano dos veces.

(Suena ruido dentro y dice ABSALÓN.)

ABSALÓN

Ya las puertas derribadas

están: los soldados entren,

y por las calles y plazas

a la vergüenza las lleven.

ENSAY

¡Oh, mal hayan tus consejos!

AQUITOFEL

Agradece a Dios que vuelve,

que yo te diera a entender

con cuánto riesgo me ofendes.

(Sale ABSALÓN.)

ABSALÓN

¿Qué es aquesto? ¿Que dais voces?

AQUITOFEL

Ensay, señor, que quiere

enmendar acciones tuyas.

ENSAY

Así es, que como me tienes

hecho consejero tuyo,

a mí solo pertenece.

ABSALÓN

Pues ¿qué decías?

ENSAY

Señor,

pues entras a reinar, que entres

ganando al principio afectos

de piadoso y de clemente;

que una monarquía fundada

en rigor, no permanece,

pues el mismo la deshace

que fortalecerla quiere.

ABSALÓN

Dices bien, pero ya es tarde.

Mas porque el tiempo se pierde,

decidme los dos, dejando

competencias, ¿qué os parece

que debo hacer ahora yo?

Jerusalén obediente

está a mis armas; mi padre,

huido, penetra y trasciende

las entrañas de los montes:

¿será bien que hoy aquí quede

la ciudad asegurando

o será mejor que intente

irle siguiendo el alcance?

AQUITOFEL

Lo que aconsejarte debe

mi lealtad, es que le sigas,

le prendas y le des muerte;

y porque a todo se acuda

a un tiempo mismo igualmente

quédate tú en la ciudad;

que yo con alguna gente

le seguiré.

ENSAY

(Aparte.)

(¡Oh si pudiera

dar yo lugar a que huyese!).

(Alto.)

Señor, las buenas fortunas

aventurarse no deben,

y conservar lo ganado

es la batalla más fuerte.

Ya la gran Jerusalén

hoy supeditada tienes;

si sacas la gente della

habrá dos inconvenientes:

uno, que al mirar que hay menos

que la guarden, que la cerquen,

los neutrales podrá ser

que a alguna facción se alienten;

otro, que si por ventura

el que hoy a David siguiere

en lo encumbrado del monte

un solo soldado pierde,

desmayarán los demás

si ven que al principio vuelve

con la pérdida menor

sólo un paso atrás; y advierte,

que todo en un día no cabe,

basta una victoria en éste;

mañana podrás seguirle.

ABSALÓN

Tú aconsejas cuerdamente;

no sólo mi consejero

eres, Ensay, mas ya eres

juez de Israel.

AQUITOFEL

¿Ese cargo

ofrecido no me tienes?

ABSALÓN

¡Oh, qué presto, Aquitofel,

ejecutarme pretendes

por lo que has hecho por mí!

¡Puntual acreedor eres!

AQUITOFEL

Acreedores reconozco

que [al] quitar y poner reyes

podrán...

ABSALÓN

Mañana hacer otro:

¿Esto es lo que decir quieres?

Vente conmigo, Ensay;

y tú, Aquitofel, advierte

que valerse de un traidor

no es bueno para dos veces.

(Vanse.)

AQUITOFEL

¿Que esto escuche yo de quien

esperé tantas mercedes?

¿Baldones son recompensas?

¡Qué rigurosa, qué fuerte

la víbora de la envidia

en el corazón me muerde!

Sin vida estoy, sin aliento:

que se me eclipsa parece

el sol, la tierra me huye,

y el mismo viento me ofende.

El corazón a pedazos

salirse del pecho quiere,

aborreciendo el vivir,

amando la acerba muerte.

Este áspid que en el seno

(Saca el cordel.)

abrigué (¡ay de mí!) me muerde;

no en vano me dijo Teuca

que andaban estos cordeles

buscando su dueño en mí.

Ministro soy de mi muerte;

que pues ya no hay que esperar

de Absalón, que me aborrece,

ni de David, que aborrezco,

mejor es que desespere.

Deme monumento el aire,

y la tierra me le niegue;

que quien pendiente de un hombre

en vida estar quiso, en muerte

será justo que un cordel

le deje al aire pendiente.

(Vase AQUITOFEL.)

(Sale[n] ADONÍAS, JOAB, SALOMÓN y DAVID.)

SALOMÓN

Esto es, señor, del monte lo más fuerte.

ADONÍAS

Esto es lo más secreto y escondido.

JOAB

Aquí de los amagos de la muerte,

si no seguro, espera defendido.

DAVID

¿Quién creerá, ¡ay infeliz!, que desta suerte

a pie, cansado, solo y perseguido

David camina, de Absalón huyendo?

Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

ADONÍAS

De la ciudad mil gentes han salido

siguiéndote, señor.

SALOMÓN

Por todo el monte

el número está en tropas dividido.

JOAB

Aquí a esperar y a descansar disponte,

en tanto que nosotros, discurrido

con nuestra diligencia el horizonte,

los vamos en escuadras recogiendo.

DAVID

Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

Id, pues, a reducillos y a traellos,

no porque asegurarme yo pretenda,

mas porque se aseguren mejor ellos

unidos, y el rigor no los ofenda.

JOAB

Yo a reducillos voy y recogellos.

ADONÍAS

Todos iremos.

SALOMÓN

Cada cual su senda

elija, y vaya el monte discurriendo.

(Vanse.)

DAVID

Salid, Sin duelo, lágrimas, corriendo.

¡Ay Absalón, hijo querido mío,

cómo procedes mal aconsejado!

No lloro padecer tu error impío,

mas lloro que no seas castigado

de Dios; a Él estas lágrimas envío

en nombre tuyo, porque perdonado

quedes de la ambición que a esto te indujo.

(Sale SEMEY.)

SEMEY

¡Mal haya quien a padecer nos trujo!

(Aparte.)

(Mas, ¡ay de mí, que él solo retirado

está! Mas, ¿si habrá mi voz acaso oído?)

DAVID

Sí, pero no te dé, Semey, cuidado,

El dolor te disculpa que has tenido.

Tienes razón; pero maldice al hado,

no a mí, pues que la culpa yo no he sido

sino el hado.

SEMEY

¡Conmigo y con él medras!

Será que contra ti me arme de piedras.

DAVID

Tira, pague la pena merecida,

pues apedrearme es justo mi vasallo.

SEMEY

Contento no estaré si con tu vida

vengado de mis manos no me hallo.

(Sale ENSAY.)

ENSAY

¿Qué haces, infiel, sacrílego homicida?

¿Piedras contra tu Rey? Ya castigallo

me toca, pues llegué...

DAVID

No lo pretendas,

y pues yo le perdono, no le ofendas.

(Vase SEMEY.)

¡Ah Semey!, no de mi vista huyas,

que palabra te doy de no vengarme

en mi vida de ti y las iras tuyas.

Ministro eres de Dios, que a castigarme

envía, y pues que son justicias suyas,

en mi vida de ti no he de quejarme.

Dime tú ahora, amigo, qué ha pasado.

ENSAY

Que ya en Jerusalén se ha coronado

Absalón.

DAVID

¡Ojalá del mundo fuera

Jerusalén metrópoli eminente,

porque de todo el mundo señor fuera

mi Absalón, coronando la alta frente!

ENSAY

Tan tarde ser amigo tuyo espera,

que al culto de tu honor más reverente

se atrevió, pues violando...

DAVID

No prosigas,

y si es lo que imagino no lo digas:

no lo quiero saber, porque no quiero

que el dolor a decir ¡ay Dios! me obligue

alguna maldición, pues aún espero

que el cielo le perdone y no castigue.

ENSAY

Consejo fue de Aquitofel el fiero;

mas ya desesperado...

DAVID

¡Ay Dios!, mitigue,

Señor, vuestra justicia su castigo.

ENSAY

Se mató a sí tu bárbaro enemigo.

Absalón la batalla hoy te previene,

que por mí desde ayer fue dilatada:

contra ti, gran señor, al monte viene

la hueste suya de furor armada;

ya quedarme contigo me conviene,

mi vida a tu defensa dedicada.

(Tocan, salen JOAB, ADONÍAS y SALOMÓN.)

JOAB

La gente está dispuesta ya en tres haces.

DAVID

Muy bien, Joab, en disponerla haces;

pues que Absalón a darnos la batalla

viene; yo moriré el primero en ella.

JOAB

No, señor: tu persona, si se halla

aquí, todo se pierde con perdella.

SALOMÓN

No es seguro, señor, aventuralla:

los dos bastamos para defendella.

DAVID

Si os veo peligrar, hijos queridos,

nueva guerra daréis a mis sentidos;

pues si de todas partes considero

mis hijos en la lid, es cosa clara

que buen suceso para mí no espero,

pues el brazo que tira, el que repara,

uno es mismo; y así, con un acero

vendré a morir en confusión tan rara

si cualquier golpe contra mí se ofrece,

siendo persona que hace y que padece.

JOAB

Dices muy bien: retírense contigo

Salomón y Adonías.

SALOMÓN

No consientas

injuria tal...

DAVID

Haced lo que yo os digo.

ADONÍAS

Nuestra reputación con eso afrentas.

DAVID

Ya que el campo divides, Joab amigo,

en tres trozos, y así esperar intentas,

tú el uno Abisay, y Ensay los otros

regid.

(Tocan un clarín dentro.)

JOAB

Ya el clarín suena.

DAVID

Pues nosotros

nos retiramos. Sal a recebillos.

Hijos, venid.

SALOMÓN

¡Que así encerrarnos quieras!

DAVID

La batalla darán nuestros caudillos.

ADONÍAS

¡Qué injusta prevención, Joab, esperas!

(Dentro clarín y caja.)

Ya bélicos acentos, para oillos

se acercan, ya se miran las banderas.

DAVID

¡Joab!

JOAB

Señor...

DAVID

Pues que mi honor te fío,

advierte que Absalón es hijo mío:

guárdame su persona; no el despecho

de la gente matármele pretenda,

que es todo el corazón de aqueste pecho,

destos ojos la más amada prenda.

Mírame tú por él, porque sospecho

que moriré si hay alguien que le ofenda.

JOAB

Mira que de la lid ya empieza el brío.

DAVID

Mira tú que Absalón es hijo mío.

(Vanse DAVID, SALOMÓN y ADONÍAS por un lado, JOAB, ENSAY y soldados por otro, y dentro tocan cajas, y dándose la batalla, se descubre ABSALÓN en un caballo.)

ABSALÓN

Fugitivos israelitas,

que en los bárbaros desiertos

de los montes amparáis

una vida que aborrezco,

salid, salid a lo llano,

que la batalla os presento,

porque vasallos dos veces

seáis de mi sangre y mi esfuerzo.

Decid a David, mi padre,

(que no ha de dejar de serlo,

siguiéndole, por hacer

más grande mi atrevimiento)

que si se acuerda de cuando

joven era, y en su pecho

duran algunas reliquias

de aquel pasado ardimiento,

que no se esconda de mí,

que en la campaña le espero

por afrentar con su muerte

la corona y el imperio.

Decir que traiga a sus hijos

consigo, porque en muriendo

él a mis manos, acabe

de una vez con todos ellos.

¡Al arma, soldados míos!

Y a los trabados encuentros

gima la tierra oprimida,

brame fatigado el viento.

(Tocan clarines, y cajas, y se da la batalla, entrando y saliendo algunos, peleando.)

(Dentro.)

TODOS

¡Guerra, guerra!

UNOS

¡Absalón viva!

OTROS

¡Viva David, que es Rey nuestro!

ABSALÓN

¡Qué miro! Allí un escuadrón

que el monte tenía encubierto,

salió de través, y hace

notable daño en los nuestros.

Acudid a socorrerle.

Oh tú, de tierra y de viento

bruto veloz, que has nacido

monstruo de dos elementos,

corre y vuela, que los tuyos

perecen, a socorrellos.

Mas, ¡ay de mi!, desbocado,

sin obedecer al freno,

por la espesura se entra

de las encinas, que en medio

se me ponen (¡ay de mí!).

¿Qué es esto, cielos, qué es esto?

¡Que en las copadas encinas

se me enredan los cabellos!

(Da vueltas el caballo, tocan al arma, salen ENSAY, JOAB y soldados con lanzas.)

(Dentro.)

TODOS

¡Guerra, guerra!

(Dentro.)

UNOS

¡Absalón viva!

OTROS

¡Viva David que es Rey nuestro!

ENSAY

No sigas, Joab, el alcance

sin que te pare el portento

que he visto en aqueste monte.

JOAB

¿Qué has visto?

ENSAY

A Absalón pendiendo

de sus cabellos asido,

teniendo por patria el viento.

JOAB

Pues si le viste, ¿por qué

no le atravesaste el pecho

con una lanza? Tuvieras

de mí innumerables premios.

ENSAY

Por todo el oro del mundo

no le tocara en un pelo;

que es hijo de mi Rey, y él

nos mandó a todos lo mesmo.

JOAB

Menos una vida importa,

aun de un príncipe heredero,

que la común inquietud

de lo restante del reino.

La justa razón de Estado

no se reduce a preceptos

de amor: yo le he de matar.

Desvanecido mancebo,

muere, aunque el Rey me mandó

que no te tocase.

(Tírale la lanza.)

(ABSALÓN dentro.)

ABSALÓN

¡Ay cielo!

JOAB

Aún está vivo; dadme otra.

De Israel narciso bello,

muere en el aire.

(Tírale otra.)

(Dentro.)

ABSALÓN

¡Ay de mí!

JOAB

Aun con dos no estoy contento;

tres son las que contra ti

me manda blandir el cielo;

por fraticida la una,

la otra por deshonesto,

y la otra por ser hijo

inobediente.

(Descúbrese ABSALÓN, como pendiente de los cabellos, con tres lanzas atravesadas.)

ABSALÓN

¡Yo muero,

puesto, como el cielo quiso,

en alto por los cabellos,

sin el cielo y sin la tierra,

entre la tierra y el cielo!

JOAB

Israelitas, suspended

los repetidos acentos,

y venid todos, venid

a ver tan raro portento.

(Salen todos.)

ENSAY

¡Qué espectáculo tan triste!

TEUCA

Cumplió su promesa el cielo.

SEMEY

Huyendo venía del Rey

y esto me para suspenso.

JONADAB

Bellotas de aquesta encina

no comeré, aunque soy puerco:

diréle el suceso al Rey

como si él fuera muy bueno.

¿Qué va, que aunque voy despacio,

con esta nueva voy presto?

(Vase.)

(Sale TAMAR.)

TAMAR

Crueles hijos de Israel,

¿que estáis mirando suspensos?

Aunque merecido tengan

este castigo los hechos

de Absalón, ¿a quién, a quién

ya no le enternece el verlo?

Cubridle de hojas y ramos,

no os deleitéis en suceso

de una tragedia tan triste,

de un castigo tan funesto;

que yo, por no ver jamás

ni aún los átomos del viento,

iré a sepultarme viva

en el más oscuro centro

donde se ignore si vivo

pues que se ignora si muero.

(Vase.)

TEUCA

Y yo también desde hoy

en su ley seguirla quiero;

que es grande Dios el que sabe

medir castigos y premios.

(Vase.)

(Sale[n] DAVID, SALOMÓN y ADONÍAS.)

DAVID

¡Ay hijo mío, Absalón,

no fuera yo antes el muerto

que tú!

JOAB

Llorando David

viene: de mirarle tiemblo.

SEMEY

Yo también, que cometí

contra él tan grande sacrilegio.

JOAB

Señor...

DAVID

Joab, nada me digas,

ya sé que el vencedor quedo

Toda la victoria diera

de una vida sola en precio...

Semey, ¿tú estabas aquí?

(De rodillas.)

SEMEY

Yo, señor...

DAVID

Alzad del suelo,

no temas. Terrible Joab,

muchas victorias te debo;

no te puedo ser ingrato,

mientras viva te lo ofrezco.

(A SEMEY)

maldiciones y piedras

contra mí animaste fiero;

palabra de no vengarme

en mi vida te di, es cierto,

y aunque tú arrojando lanzas

y tú piedras esparciendo,

los dos me habéis ofendido,

yo os perdono... no me vengo.

Salomón, lo que has de hacer

te dirá mi testamento...

Y agora, no alegres salvas,

roncos, si, tristes acentos

esta victoria publiquen,

a Jerusalén volviendo

más que vencedor, vencido.

Teiéndo aquí fin con ésto

Los cabellos de Absalón:

perdonad sus muchos yerros.

FIN

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