XL. La canción que oyó en sueños el viejo

A la luz de esa aurora primaveral, tu pecho

vuelve a agitarse ansioso de glorias y de amor.

¡Loco...!, corre a esconderte en el asilo oscuro

donde ya no penetra la viva luz del sol.

Aquí tu sangre torna a circular activa,

y tus pasiones tornan a rejuvenecer...

huye hacia el antro en donde aguarda resignada

por la infalible muerte la implacable vejez.

Sonrisa en labio enjuto hiela y repele a un tiempo;

flores sobre un cadáver causan al alma espanto;

ni flores, ni sonrisas, ni sol de primavera

busques cuando tu vida llegó triste a su ocaso.