[I]

De la torpe ignorancia que confunde

lo mezquino y lo inmenso;

de la dura injusticia del más alto,

de la saña mortal de los pequeños,

¡no es posible que huyáis! cuando os conocen

y os buscan, como busca el zorro hambriento

a la indefensa tórtola en los campos;

y al querer esconderos

de sus cobardes iras, ya en el monte,

en la ciudad o en el retiro estrecho,

¡ahí va! —exclaman— ¡ahí va!, y allí os insultan

y señalan con íntimo contento

cual la mano implacable y vengativa

señala al triste y fugitivo reo.