[II]

Cayó por fin en la espumosa y turbia

recia corriente, y descendió al abismo

para no subir más a la serena

y tersa superficie. En lo más íntimo

del noble corazón ya lastimado,

resonó el golpe doloroso y frío

que ahogando la esperanza

hace abatir los ánimos altivos,

y plegando las alas torvo y mudo,

en densa niebla se envolvió su espíritu.