[V]

Mas un día, de aquel bello y encantado paraíso

donde con tantas victorias la suerte brindarme quiso,

volví al mundo desolado de mis antiguos amores,

cual mendigo que a su albergue torna de riquezas lleno;

pero al verme los que ausente me lloraron, de su seno

me rechazaron cual suele rechazarse a los traidores.

Y con agudos silbidos y entre sonrisas burlonas,

renegaron de mi numen y pisaron mis coronas,

de sus iras envolviéndome en la furiosa tormenta;

y sombrío y cabizbajo como Caín el maldito,

el execrable anatema llevando en la frente escrito,

refugio busqué en la sombra para devorar mi afrenta.