[VII]

Ya que de la esperanza, para la vida mía,

triste y descolorido ha llegado el ocaso,

a mi morada oscura, desmantelada y fría,

tornemos paso a paso,

porque con su alegría no aumente mi amargura

la blanca luz del día.

Contenta el negro nido busca el ave agorera;

bien reposa la fiera en el antro escondido,

en su sepulcro el muerto, el triste en el olvido

y mi alma en su desierto.