[I]

Bien sabe Dios que siempre me arrancan tristes lágrimas

aquellos que nos dejan,

pero aún más me lastiman y me llenan de luto

los que a volver se niegan.

¡Partid, y Dios os guíe!..., pobres desheredados,

para quienes no hay sitio en la hostigada tierra;

partid llenos de aliento en pos de otro horizonte,

pero... volved más tarde al viejo hogar que os llama.

Jamás del extranjero el pobre cuerpo inerte,

como en la propia tierra en la ajena descansa.