[II]

Como a impulsos de lenta

enfermedad, hoy cien, y cien mañana,

hasta perder la cuenta,

racimo tras racimo se desgrana.

Palomas que la zorra y el milano

a ahuyentar van, del palomar nativo

parten con el afán del fugitivo,

y parten quizás en vano.

Pues al posar el fatigado vuelo

acaso en el confín de otra llanura,

ven agostarse el fruto que madura,

y el águila cerniéndose en el cielo.