A CARMEN.

Si al marchitarse tu gentil belleza

De impuros goces al embate fuerte,

Como beso postrer el de la muerte

Sintieras, sin pesares ni tristeza;

Si al reclinar tu lánguida cabeza

En el lecho de amor, quedase inerte,

¿Qué dicha cual la tuya? ¿mejor suerte

Te pudiera ofrecer Naturaleza?

Mas no; que el tiempo al trascurrir impío

Reserva para tí tormento y llanto,

Desprecio, olvido, sinsabor y hastío;

De tantos sueños y delirio tanto

Recuerdo amargo en hospital sombrío

Y el último rincon del camposanto.