A LA CIENCIA

Yo no te admiro, no, cuando la prora

Del hermoso bajel los mares hiende,

Ni cuando altiva y poderosa asciende

Las cumbres la veloz locomotora.

No ensalzo tu poder porque señora,

Eres del rayo que á tu voz desciende,

Ni me asombra saber cómo sorprende

Secretos, tu mirada indagadora.

Mas si del torpe error y la mentira

Tu luz al hombre por su bien redime

Y en la razon y en la verdad le inspira,

Entónces tu grandeza en mí se imprime,

Y el alma, ¡oh Ciencia! con fervor admira

Tu excelsa gloria y tu poder sublime.

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