A UN CAZADOR.

Si con ansia mortal miraste un día

De tu mansion bajo el dorado techo,

Al hijo idolatrado que en el lecho

Te dió su adios postrero en su agonía;

Si de entónces tenaz melancolía

Tu frente anubla y despedaza el pecho,

Y en vano la amistad á tu despecho

Consuelo ofrece, bondadosa y pía:

¿Cómo puedes mirar indiferente

A la madre del tierno cervatillo

Que allí en el bosque cautivaste artero?

¿Nada te dice su gemir doliente

Cuando le hiere el deslumbrante brillo

De tu desnudo matador acero?