A UN RIO.

Aquí, en el bosque donde el alma siente

Rodar las horas en quietud serena,

Por entre guijas y menuda arena

Se deslizan tus ondas blandamente.

El cielo azul, la luna refulgente,

En tí copian su faz de encanto llena,

Y es grato en esta soledad amena

El plácido rumor de tu corriente.

¡Quién al mirarte, cristalino río,

Encanto de las aves y las flores,

Cinta de plata que en el bosque umbrío

Reproduce del sol los resplandores,

Quién puede sospechar que el mar bravío

Con tus aguas aumenta sus furores!

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