ADELA

Del Cantábrico mar en la ribera

Y de sus olas al amante arrullo,

Primoroso y gentil brotó un capullo

De rosa purpurina y hechicera.

Le dió su beso el aura lisonjera,

La fuente mansa plácido murmullo,

Y le vió con amor, con noble orgullo

La aurora y le brindó su luz primera.

Así creció la flor; mas plugo un día

Al Señor de los mundos soberano,

Que fuese gala de la patria mía.

Trájola aquí la omnipotente mano,

Y hoy luce su esbeltez y bizarría

Bajo el hermoso cielo mexicano.

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